Tranquilamente, la lechuga podría coronarse como la reina de las hortalizas. Su uso es múltiple y no debe faltar en ninguna cocina. Es uno de los alimentos más sanos al ser compuesta por 96,6% de agua, baja en calorías y el ingrediente favorito en las ensaladas.
El problema no radica por saber su origen o en qué lugar ofrecen mayor variedad, sino en el cuidado que debemos tener para que no se oxiden tan rápido.
Existen varios trucos caseros para prevenir estos problemas y así poder consumirlos en cualquier momento sin temor a contraer alguna enfermedad.
Cómo conservar la lechuga fresca por más tiempo
El primer consejo es lavar la lechuga y después retirar sus hojas con la mano. ¿Qué pasa si se corta con cuchillo? Se cortan los filamentos de la verdura y esto hace, en gran medida, que se oxide mucho más rápido.
Otra recomendación es secarla y envolverla en una toalla de papel antes de guardarla en la nevera. Esto ayudará a que las hojas absorban el exceso de agua sin que se deshidraten.
Si tienes alguna duda sobre el lugar idóneo para guardarlas, puedes meterlas en una bolsa de plástico en los cajones especiales que tiene el frigorífico — hablamos de los compartimentos inferiores — para una mejor conservación.
¿Todo bien hasta ese punto? Seguimos. Otro tip útil es lavar la lechuga con abundante agua y luego añadirle un par de gotas de desinfectante. Pasado un tiempo, enjuaga con mucho cuidado y verás cómo no se oxida tan rápido.