
Fernando Artese, un ciudadano argentino con nacionalidad italiana, se embarcó en un viaje de “autodeportación” con su familia en su casa rodante, rumbo a la frontera sur de Estados Unidos. Sin embargo, su plan se vio abruptamente interrumpido en Florida, donde fue detenido por agentes del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de EE. UU. (ICE) y trasladado al controvertido centro de detención “Alligator Alcatraz” debido a una visa vencida. Desde el pasado jueves 3 de julio, Artese permanece recluido, un giro inesperado en su intento de salir del país, y tanto su familia como él viven un calvario para conseguir un abogado que los guíe y ayude para volver a verse pronto.
Artese y su esposa, Mónica Riveira, emigraron originalmente de Argentina a las Islas Canarias en España durante la crisis económica de 2001. Posteriormente, ya con su hija, se trasladaron a Estados Unidos tras el colapso financiero de 2008. En suelo estadounidense, fundaron una exitosa empresa de cámaras de seguridad y alarmas. No obstante, ante la “mala proyección para la familia” y la asunción de Donald Trump en su segundo mandato, la pareja decidió que “era el momento justo” para abandonar el país, según relató Riveira a CNN.

La detención en Jupiter Beach: un “susto de muerte” familiar
El viaje de la familia Artese-Riveira, con todas sus pertenencias cargadas en la motorhome en un proyecto al que bautizaron como ‘Argentinomades’, comenzó con una parada en Jupiter Beach para disfrutar del mar. Fue allí donde su plan se desmoronó. Se encontraron con dos patrulleros de la Policía del Condado de Martin, quienes, según Riveira, “sabían” que eran inmigrantes. “Están buscando gente que puedan ser trabajadores y que asocian que pueden ser latinos. Están rastreando a la gente”, agregó. La escena fue traumática para la familia, especialmente para su hija, quien “vio por los espejos” cómo su padre era esposado y llevado, un momento que Riveira describió como “una película de terror”.
Según el Departamento de Seguridad Nacional (DHS), Fernando Artese ingresó a Estados Unidos a través del Programa de Exención de Visa el 8 de febrero de 2015, con autorización para permanecer en el país hasta el 7 de mayo de 2015. Esto significa que Artese excedió su estadía permitida por diez años, un factor clave en su detención. La permanencia prolongada más allá de la fecha autorizada constituye una violación de las leyes de inmigración y es un motivo común para la detención y deportación por parte de las autoridades migratorias.
“Alligator Alcatraz”: Un centro de detención en la mira
Inicialmente, Fernando Artese fue detenido en el Condado de Martin, pero debido a su estatus migratorio irregular, fue trasladado al centro de detención de inmigración “Alligator Alcatraz” en Florida. Mónica Riveira describió el lugar como “una jaula, tal cual lo describieron senadores que lo visitaron y lo vieron”, haciendo eco de las preocupaciones planteadas por funcionarios y defensores de derechos humanos sobre las condiciones en estos centros. La denominación “Alligator Alcatraz” subraya la percepción de un lugar de confinamiento extremo, reflejando el sentir de quienes lo experimentan.
Las condiciones en “Alligator Alcatraz”, según el testimonio de Mónica Riveira, son extremadamente difíciles. Artese se encuentra recluido junto con 32 personas en la misma celda, “sin posibilidad de salir a la luz del sol en ningún momento del día”. Además, Riveira denunció la falta de acceso libre al comedor y la imposibilidad de elegir cuándo comer, ya que “hay días en los que no se puede dormir del hambre”. Estas descripciones pintan un cuadro desolador de privaciones básicas y falta de autonomía para los detenidos.

Condiciones inhumanas en “Alligator Alcatraz” y riesgos para la salud en detención
Las preocupaciones sobre las condiciones en “Alligator Alcatraz” se extienden a la salud de los detenidos. Mónica Riveira relató que a veces “los despiertan a las dos de la mañana para bañarse, con agua que puede estar hirviendo, y al volver, el aire acondicionado está al máximo”, una situación que puede afectar gravemente el bienestar físico. Agregó que “muchos, como Fernando, ya presentan síntomas como dolor de garganta”, y algunos incluso dieron positivo en COVID-19 “sin ningún tipo de aislamiento”, agravando las condiciones sanitarias dentro del lugar, reportó el diario argentino Clarín.
Riveira también lamentó la deshumanización del trato en el centro de detención, indicando que “para salir de su celda, deben caminar con las manos en la nuca, como si fueran criminales peligrosos”. Subrayó que en “Alligator Alcatraz” muchos de los detenidos “son trabajadores que emigraron para darles un mejor futuro a sus familias”, personas que “han aportado” y “sostienen buena parte de la fuerza laboral de este país”. La falta de un “camino legal y digno” y la “deshumanización” son los aspectos que más dolor causan, según Riveira.
La lucha legal y la esperanza familiar de salir de EE.UU.
La hija de Fernando Artese, Carla, ha iniciado una recaudación de fondos en la plataforma GoFundMe para cubrir los costos de un abogado que pueda “guiar” y “ayudar” a la familia. Carla denunció que a su padre “no le dieron ninguna información sobre su caso ni derecho a un abogado”, y que ni siquiera ha sido “añadido al sistema” como recluso en ninguna parte, lo que dificulta el acceso a información y asistencia legal. Esta situación subraya la barrera que enfrentan muchas familias de inmigrantes para navegar el complejo sistema de detención.
A pesar del calvario, el plan original de la familia Artese-Riveira de abandonar Estados Unidos en su motorhome sigue en pie. Mónica Riveira mantiene la esperanza de que su esposo pueda salir de la detención y, posteriormente, completar su partida del país como tenían previsto. Este caso pone de manifiesto las duras realidades que enfrentan los inmigrantes indocumentados en Estados Unidos y las complejidades inherentes a las políticas de inmigración actuales, generando un debate sobre el trato humano y el debido proceso.












