Este martes 25 se cumplen 10 días desde que las discrepancias entre el Ejército de Sudán y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) escalaron hacia un enfrentamiento armado entre ambas facciones.
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El conflicto tiene a dos figuras claves: por un lado está el general Abdel Fattah al Burhan, líder de las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS), mientras que por el otro está Mohamed Hamdan Dagalo, apodado como Hemedti, que encabeza a las FAR.
Estos militares, aliados desde inicios de siglo y que lideraron en el 2021 el golpe de Estado contra el gobierno de transición del primer ministro Abdalla Hamdok, han terminado convertidos en rivales por supuestas diferencias en cuanto a una reforma de las fuerzas de seguridad y la influencia religiosa en el país, que parecen encubrir la verdadera razón: un inmenso deseo de poder.
En consecuencia, su disputa por el control del país ha dejado una estela de caos, destrucción y muerte sobre la capital, Jartum, y el resto del país.
Hasta el lunes 24, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reportaba que los enfrentamientos habían dejado 420 muertos y más de 3.700 heridos.
De poco han servido los pactos de tregua acordados hasta hoy para evacuar a los civiles, emitidos por Estados Unidos, la Unión Europea o la ONU, pues los enfrentamientos se registran a diario. Ni siquiera la celebración del Aid al Fitr, que marca el fin del Ramadán, sirvió para calmar la situación por más de un día.
El conflicto, además de las bajas, está provocando una crisis humanitaria en el ya empobrecido país. Ataques contra la principal estación de Jartum han provocado una reducción del suministro de agua en la capital; las tiendas, además, permanecen cerradas por temor a los enfrentamientos.
En un testimonio publicado en El Comercio, el coordinador de Médicos sin Fronteras (MSF) en el país narraba cómo un hospital materno que dicha organización apoya en Darfur del Norte debió convertirse en uno de emergencias para recibir a 279 heridos desde que empezaron los ataques, 44 de los cuales fallecieron. Otro hospital, uno pediátrico con el que también trabajaban, fue saqueado por completo en los últimos días.
Sumado a ello, la conexión a Internet ha sufrido severas caídas desde el inicio del conflicto. El último domingo NetBlocks, la plataforma británica que supervisa la conectividad de los usuarios y la censura en la red, informó que el país había sufrido un “colapso casi total” con la conectividad nacional al 2%.
Una situación así no se registraba desde el golpe de Estado del 2021. El lunes 24, NetBlocks informó que la conectividad parecía restablecerse de a pocos en Sudán; sin embargo, nada garantiza que no se produzca una nueva caída del servicio.
ÉXODO DE EXTRANJEROS
El infierno desatado en Sudán ha llevado a que los extranjeros que se encuentran en el país pidan desesperadamente a sus gobiernos que los evacúen.
El primero en hacerlo fue el reino de Arabia Saudita, que el sábado 22 consiguió evacuar a 95 de sus ciudadanos y a 66 civiles de Kuwait, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Túnez, Pakistán, India, Bulgaria, Bangladesh, Filipinas, Canadá y Burkina Faso por vía marítima.
Ese mismo día, Jordania anunció que estaban en proceso de evacuar a 300 ciudadanos por la misma vía en cooperación con los saudíes y con los Emiratos Árabes Unidos.
El canal marítimo fue escogido porque el aeropuerto de Jartum es considerado una zona de alto riesgo debido a los enfrentamientos cercanos.
Dicho riesgo llevó a que Estados Unidos desistiera de evacuar a sus ciudadanos ese mismo día. Fue recién el domingo 23 por la mañana cuando las fuerzas especiales estadounidenses lograron evacuar a 70 empleados de su embajada en Jartum a través de helicópteros.
Washington anunció este lunes 24, además, que ha desplegado dos barcos de guerra en el mar Rojo para evacuar de Sudán a los ciudadanos que deseen salir del país.
Francia y Alemania, por su parte, evacuaron mediante aviones a cerca de 900 personas de diferentes nacionalidades. Primero, cuatro vuelos franceses evacuaron a 491 personas de 36 países de Europa, África, Asia y Norteamérica, hacia el cercano país de Yibutí. En dicho grupo se encontraba el embajador alemán y otros diplomáticos, informó la agencia AP.
Los germanos, mientras tanto, enviaron cuatro aviones militares para trasladar a 400 personas de 20 países hacia Jordania.
Italia, España, Suecia, Dinamarca, Reino Unido, Polonia, Países Bajos, Turquía, Sudáfrica, Corea del Sur y Egipto, entre otros, también han informado sobre evacuaciones de su personal diplomático o civiles de Sudán ante los enfrentamientos.
EFECTOS EN LA REGIÓN
Se teme que el conflicto de Sudán pueda tener un “efecto dominó” en la región. Así lo han hecho saber los presidentes de Kenia, Sudán del Sur, Uganda, Somalia y Yibuti -quienes junto a Etiopía y Eritrea conforman la Autoridad Intergubernamental sobre el Desarrollo (IGAD)- durante una cumbre extraordinaria virtual.
Cabe resaltar que la región ya de por sí enfrenta otros problemas como los del norte de Etiopía, Somalia, la República Centroafricana o el vecino Sudán del Sur.
Pero este nuevo conflicto en Sudán no solo ha activado las alarmas en los gobiernos de la zona sino también en Naciones Unidas. Según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, ACNUR, Chad ha recibido entre 10 mil y 20 mil personas provenientes de Sudán durante los primeros días de enfrentamientos.
Dicho país ya alberga a unos 400 mil refugiados sudaneses, por lo que una nueva ola “ejerce una presión adicional sobre los servicios y recursos públicos del país, que ya están sobrecargados”.
El Soufan Center, una organización especializada en seguridad global con sede en Nueva York, observó la “injerencia de Estados extranjeros, de señores de guerra, de milicias armadas y de una variedad de actores violentos no estatales” dentro del conflicto sudanés.
Los expertos estiman que los gobiernos de Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Rusia y otras naciones vecinas estarían involucrados apoyando a alguno de los dos bandos enfrentados en Sudán.
"Existe el riesgo de una crisis humanitaria aún mayor en África del Este"
¿Qué factores han llevado a la crisis actual de Sudán?
Desgraciadamente, la situación política en Sudán complica a un proceso de transición democrático. Sudán se encontraba en esa transición luego del golpe de octubre del 2021, dicho consejo de transición lo encabezaba Abdel Fattah al Burhan y su vicepresidente era Mohamed Hamdan Dagalo "Hemedti". A mediados del 2023 se tenía que conformar el consejo y para ello debían integrar a las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR) a las Fuerzas Armadas del país. Eso conlleva no solo a un problema político sino también económico.
¿Como cuál?
Por ejemplo, cómo integrar a estas FAR dentro del Ejército si siempre está el peligro latente de un golpe de Estado por el poderío político-militar que han ganado las FAR en las últimas dos décadas.
¿Este conflicto responde a un problema más profundo? ¿Uno tribal o religioso, por ejemplo?
En realidad es una lucha por el poder político y económico. La disputa no tiene que ver realmente con cuestiones culturales o religiosas que sí se veían en la guerra civil sudanesa, antes de la separación de Sudán del Sur. Ahora es una lucha por ver quién ocupa el rol central dentro de las Fuerzas Armadas durante el gobierno de transición. Por otro lado, uno de los principales recursos económicos de Sudán es el oro. Dichas minas de oro están en manos de Hemedti.
La región ya vive conflictos armados en Etiopía, Sudán del Sur y Somalia, ¿cuánto empeora la situación el conflicto sudanés?
Existe un riesgo latente de que haya una crisis humanitaria aún mayor en África del Este. Dentro del mismo Sudán se han registrado nuevos enfrentamientos armados en la región de Darfur, que desde inicios del siglo XXI vive una importante crisis humanitaria. A eso le agregamos la situación al norte de Etiopía con el conflicto que lleva dos años entre el gobierno y la región del Tigray, que llevó a que muchos refugiados lleguen a Sudán precisamente. Vemos la crisis de Sudán del Sur, derivada de la guerra civil que llevan desde el 2011. La situación en Somalia y en la República Centroafricana. Vemos un polvorín bastante riesgoso que podría causar una crisis humanitaria aún peor.
La comunidad internacional, principalmente Occidente, ha fracasado en sus intentos de conducir a la paz en Sudán. ¿Qué opciones de mediación le ve usted?
Sí, claro. Y me parece que será complicado que los actores internacionales occidentales logren éxito. Los actores del conflicto tienen sus propias alianzas internacionales. El principal destino del oro sudanés, que está en manos de las FAR, es Rusia. Por ahí también tenemos que considerar el interés de los rusos. La presión de Occidente, por ahí, podría venir desde el lado económico por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. Aunque a mí me parece que no será suficiente. Con mayor posibilidad de sentar a las partes de dialogar veo a la denominada Troika Árabe: Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos y Egipto. Ellos podrían presionar de manera política para conseguir un acuerdo, pero ojo que eso no implica un gobierno de transición de orden civil. Eso lo veo más cercano.