El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó el martes que las tropas ucranianas están sufriendo pérdidas “catastróficas” en su contraofensiva, justo cuando Kiev reivindica sus primeros avances.
Es la segunda vez desde el viernes que el presidente ruso afirma que su ejército está repeliendo la contraofensiva preparada por Ucrania desde hace meses, con apoyo de armamento occidental.
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“Sus pérdidas se acercan a un nivel que podríamos calificar de catastrófico”, declaró Putin durante un encuentro con periodistas que cubren el conflicto, en el que aseguró que las pérdidas materiales rusas “son diez veces menores”.
Según él, Kiev perdió “alrededor del 25%, o quizá el 30%, de los equipos” que los occidentales le suministraron, de manera que 160 tanques y más de 360 blindados quedaron fuera de servicio.
Del lado ruso, admitió la pérdida de 54 tanques, algunos de ellos reparables.
Dichos datos no han podido contrastarse con fuentes independientes. Rusia comunica muy poco sobre sus propias pérdidas.
El ejército ucraniano replicó poco después que sus fuerzas están avanzando. “Están en curso intensos combates tanto defensivos como ofensivos, en el este y el sur de nuestro país. Hemos logrado algunos avances, cumpliendo con nuestros planes”, dijo el jefe del Estado Mayor, Valeri Zaluzhni.
La noche del lunes, el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, admitió la dificultad de la contraofensiva, pero aseguró que avanzaba con la toma de hasta siete pueblos en el sur, según su ministerio de Defensa.
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también aseguró que Ucrania estaba “progresando” y confió en que esta contraofensiva fortalezca la posición de Kiev en una eventual mesa de diálogo.
“Cuanta más tierra puedan liberar los ucranianos, más fuerte estarán en la mesa de negociaciones”, dijo desde Washington.
Captura de material occidental
Moscú reivindicó por primera vez este martes la captura de varios tanques de fabricación alemana Leopard, así como de blindados norteamericanos Bradley, vehículos suministrados por los occidentales a Kiev para recuperar los territorios ocupados por Rusia en el sur y el este del país.
El ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius, avisó de que no podrá remplazar todos los tanques facilitados por su país a Ucrania y ahora fuera de servicio.
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Estados Unidos anunció en tanto un nuevo paquete de ayuda militar para Ucrania por valor de 325 millones de dólares, que incluye 25 vehículos blindados, municiones para sistemas de cohetes de artillería y armas antitanque.
Según Putin, Ucrania lanzó su contraofensiva “a gran escala” el 4 de junio en varios sectores del frente. El mandatario citó dos zonas del sur y una del este.
“El enemigo no tuvo éxito en ninguna de esas zonas”, aseveró Putin.
Según analistas militares, Ucrania no ha lanzado aún el grueso de sus fuerzas en esta contraofensiva, y está ahora mismo poniendo a prueba la línea del frente, en busca de puntos débiles entre las fuerzas rusas.
Dichas operaciones parecen centrarse en tres ejes: Bajmut (este), destruida tras casi un año de combates, Vugledar (sureste) y Orijiv (sur).
Putin reconoció no obstante que sus tropas en Ucrania carecen de suficientes municiones de alta precisión y de drones y que podrían haberse preparado “mejor” para repeler los ataques lanzados por Kiev contra zonas rusas cerca de la frontera en las últimas semanas, que obligaron a evacuar a miles de civiles.
Sobre el terreno, Rusia lanzó de nuevo sus misiles contra ciudades ucranianas la madrugada del martes.
En Krivói Rog, la ciudad natal de Zelensky, en el centro del país, al menos 11 personas murieron en esos bombardeos este martes.
El OIEA en Zaporizhzhia
Por su lado, el director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, está en Kiev este martes y prevé inspeccionar el miércoles la central nuclear de Zaporizhzhia, controlada por Rusia, para verificar si se ha visto en peligro a causa de la destrucción de la represa de Kajovka, sobre el río Dniéper.
La destrucción de esa represa, cuya agua sirve para enfriar los seis reactores, no ha tenido ningún efecto en la refrigeración de la central, según las autoridades rusas y ucranianas.
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Según Grossi no hay “peligro inmediato”, pero el nivel de agua de la piscina de refrigeración es motivo de preocupación.
“Quiero hacer mi propia valoración, ir allí, hablar con la dirección sobre las medidas que han tomado y luego establecer una evaluación más definitiva del peligro”, explicó Grossi a la prensa.
La destrucción de la represa, de la que se acusaron mutuamente Moscú y Kiev, causó graves inundaciones en el sur de Ucrania, y causó 17 muertos en la zona ocupada por Rusia y diez en la zona bajo control ucraniano.
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