En los últimos años, Chile se ha transformado en un país multicultural. Un lugar que ha abierto sus puertas a los inmigrantes. De los casi 19 millones de habitantes, más de un millón doscientos mil provienen desde el extranjero.
Llegaron para cumplir sueños, buscar estabilidad o escapar de los problemas. Sin embargo, pocos esperaron encontrar en Chile, un estallido social de la magnitud del que se está viviendo.
►Chile EN VIVO: Piñera pide la renuncia de todos sus ministros
►Protestas en Chile: Fuerzas Armadas levantan toque de queda en Santiago después de una semana
►“¿El mundo en llamas?”, por Virginia Rosas
Algunos de ellos, como parte de la masa social descontenta e interesada, reflexionan acerca de la crisis que atraviesa el “Oasis de América Latina” como, semanas atrás, lo llamó su Presidente. Estos son sus testimonios para BBC Mundo:
“Busqué cuál era el país más próspero para emigrar y llegué acá”
Jean Joachim es haitiano. Tiene 45 años y los últimos seis los ha pasado en Chile.
“Cuando llegamos éramos como famosos, porque no habían muchos negritos. La gente nos paraba en la calle para sacarse fotos con nosotros”, recuerda. Sin embargo, no fue eso lo que más le sorprendió del país.
“Lo que me impactó cuando llegué a Chile fueron los avisos en las puertas y ventanas, en la calle, en busca de trabajadores, en mi país eso no sucede. Era algo particular. Elegimos Chile porque ofrecía más oportunidades de trabajo, busqué cuál era el país más próspero para emigrar y llegué acá… y no estoy decepcionado”
Pese al optimismo inicial, poco a poco se fue dando cuenta de que algo de fondo andaba mal.
“Con el tiempo entendí que la desigualdad es muy grande aquí. Hablando con una amiga chilena, ella me contaba de los sueldos, me hablaba de la gente que ganaba muchos millones al mes, los rostros de televisión, los parlamentarios… y el sueldo mínimo era poco más de 200 mil pesos por ese entonces. Fue muy impactante saber la diferencia”.
A día de hoy, nada ha cambiado. El sueldo de los parlamentarios equivale a 33 sueldos mínimos y es un tema que ha sido puntal de la discusión. Las protestas lograron poner el tema sobre el tapete y la cámara de diputados finalmente aprobó la discusión para rebajar la dieta parlamentaria.
Jean, sin embargo, cree que el tema es más de fondo. “El desarrollo de un país no debe ser construido sobre la miseria de la gran mayoría. Yo sé que no pueden resolver todo, no pueden satisfacer al 100% las demandas, pero también sé que 350 mil pesos como sueldo mínimo es una miseria, frente a las obligaciones que tiene cada familia en este país”.
Pese a todo, Jean no pierde la fe. Por él, por su hijo de 5 años, y por el futuro de su familia.
“Entiendo que el movimiento está a mi favor, porque están pidiendo aumento de sueldo, mejorar la pensión, una mejor educación, más beneficios para los pobres… El movimiento es mío y de mi hijo también. Yo apoyo todo lo que está pasando aquí, porque soy del pueblo”.
Las multitudinarias protestas por demandas sociales y en contra del gobierno de Sebastián Piñera, que han congregado a millones de personas en las calles, lo han sorprendido y siente, que sientan un precedente. Un camino sin retorno.
“Creo que esta crisis es un árbol que esconde un futuro brillante para todos los chilenos. El gobierno y los gobiernos que vengan serán más prudentes con el pueblo, porque ustedes son muy valientes. Creo que la desigualdad va a ir disminuyendo, porque ningún otro gobierno estará dispuesto a revivir lo que estamos viendo hoy en Chile”.
“Todos los colombianos quieren venir a Chile porque lo ven como el sueño americano chico, pero no saben lo difícil que es la vida acá”
Lina Echeverry lleva 10 años en Chile y lejos de su natal Colombia. Futbolista, promotora y profesora de baile, de todo ha hecho para mantenerse en este país que la recibió en un comienzo en Panguipulli, paradisiaca localidad en la Región de los Ríos y que hoy, la tiene viviendo en Puente Alto, en una zona carente de oportunidades y facilidades. Donde las demandas sociales se entienden a la perfección. Hoy, a sus 32 años, siente que todo cambió en este país.
“Creo que el chileno se mamó, se aburrió de vivir como subyugado y también pienso que tanto extranjero que hemos llegado ha ayudado a que ellos vean… Que a veces prefieren un extranjero que al mismo chileno para un empleo. Son muchas cosas… Antes uno iba con 5 mil pesos a la feria y compraba de todo… ahora imposible”
Muchas cosas han cambiado en los 10 años que Lina lleva en Chile. Por desgracia, el costo de la vida no es lo más terrible.
Según datos de cancillería del gobierno Colombiano, han prestado asistencia a 20 casos de compatriotas debido a la situación que se vive en Chile, con 17 de ellos retornados a Colombia, un herido y dos fallecidos.
La muerte de dos colombianos en el contexto de las protestas en Chile cala fuerte en el corazón de Lina.
“Es fuerte saber eso porque uno sale de Colombia evitando esas cosas, que te maten por un celular o que te roben… Es fuerte que una persona venga a luchar a un país para que lo maten por salir o por estar en la calle”
La sensación de inseguridad producto de los incidentes, y la inestabilidad del país que recién sale a la luz pero que a muchos les ha tocado vivir, la hace asegurar que “yo realmente creo que este país no está para más extranjeros”
“Chile me ha dado muchas oportunidades. Chile me ha dado para viajar, para ayudar a mi mamá en Colombia… pero cuando vi lo de los metros, como se incendiaban, se destruían, me dieron ganas de llorar… Yo recomiendo a los colombianos que se queden allá por un tiempo”
La idea que alguna vez tuvo, del pequeño sueño americano en Chile, por ahora, está en el olvido.
“Todos los colombianos quieren viajar para acá por que creen que este país es el sueño americano chico, pero no saben lo difícil que es la vida acá. Es un país costoso y están dándole bala a la gente. Todo el mundo idealiza a Chile como el Estados Unidos Chico y no es así… Menos ahora”.
“Para mí, salir a la calle y ver a los militares en cada esquina es como una violación a los Derechos Humanos”
La de Valerie Gil, 29 años, periodista, es una historia particular. La vida la ha puesto a ella y a su familia, en una extraña situación de escapar de los conflictos.
“Mis abuelos son chilenos. Cuando fue el golpe de estado de 1973 eran comunistas y activistas. Estuvieron presos unos meses en Arica y en 1975 decidieron irse de Chile”. Viajaron a Venezuela, en búsqueda de tranquilidad y mejores expectativas de vida.
En 2001, sin embargo, su familia tomó la decisión inversa. “Chávez asume en enero de 1999 y mi abuelo vio venir nuevamente un gobierno militar asumiendo el poder, así que decidió volver a Chile” Luego de eso comenzó a venirse toda la familia. Valerie fue la última en llegar, en 2014.
“Más que nada, me vine a Chile por un tema de seguridad. La situación era tan crítica en Venezuela, que para mí ir a tomar una cerveza a las 12 de la noche y poder caminar dos cuadras tranquila, era un sueño. Eso era lo que esperaba de este país y lo conseguí al llegar”
La búsqueda por sentirse segura ha sido una constante para Valerie y en general para los venezolanos, sin embargo, la presencia de militares en las calles de Santiago de Chile la ha hecho revivir fantasmas del pasado reciente.
"Yo viví la dictadura en Venezuela, tengo amigos que estuvieron presos y fueron torturados durante meses, para mí salir a la calle y ver a los militares en cada esquina, es como una violación a los derechos humanos. Como si se hubiese perdido todo"
“El primer día que vi a los militares en la calle me lo lloré todo. Entre ver a los militares y la ciudad destruida fue como estar en Caracas por dos horas. Terrible”
Aún así, para esta joven venezolana, todo esto tenía que suceder.
“Creo que este proceso es necesario, independiente de las formas. Una de mis sensaciones desde el viernes 18 de octubre, cuando esto comenzó a ocurrir, es que era un estallido social genuino. Es tan genuino que no ha sido nada organizado, un proceso demasiado orgánico”
Pese al shock inicial, Valerie valora el movimiento social que ha emergido de la crisis, tanto por sus demandas como por su estructura
“En Chile la brecha social es absurda, y no solo económica, sino mental. La gente de clase alta parece estar disociada completamente, es como si vivieran en otro país”
“Me impresionó ver tanta gente de clase alta siendo partícipe de estas protestas. El avance que esto puede implicar para el chileno… es otro Chile. Era necesario. Si yo hubiese dicho hace cuatro años que un grupo de personas de la clase más acomodada iba a estar tragando bombas lacrimógenas en la Plaza Italia, nadie me habría creído”
A su vez, Valerie hace hincapié en otra situación que quizás en Chile aún no se valora.
“Yo tengo 29 años y estoy marchando desde los 12 en Venezuela… para mí es muy contundente que en Chile se haya creado un movimiento social tan abrupto y en tan pocos días se hayan obtenido respuestas. Nosotros en 20 años no hemos logrado que alguien pida disculpas”.
El viernes 25 de octubre, se desarrolló en Chile la protesta más multitudinaria desde el retorno a la democracia. En Santiago, Más de un millón doscientas mil personas se congregaron en Plaza Italia. Valerie observó contenta, desde una distancia prudente, pero decidió no participar.
“Es un momento de los chilenos. A los venezolanos que estamos acá, lo que sea que se decida nos repercute, para bien o para mal. Es un momento histórico, lo tienen que disfrutar. Todos nos vamos a acordar de estos días”