Carlos Neuhaus

Cuando en setiembre del 2016 asumimos el reto de llevar a cabo los y Parapanamericanos , lo hicimos con mucha ilusión, la ilusión de asumir un reto importantísimo para nuestro país y para los peruanos. Íbamos a organizar los juegos multideportivos más grandes del planeta después de los juegos olímpicos y debíamos estar a la altura.

Era un momento complejo. Habían pasado tres años desde que la Organización Deportiva Panamericana nos designara como sede, y el tiempo era un factor crucial. Los vaivenes de la política nos tocaron, pero la oportunidad era enorme y siempre creímos que era posible convertir el anhelo de todo un país en realidad.

En ese entonces, éramos casi 40 personas con dedicación exclusiva a la organización de los juegos y teníamos dos años y 10 meses para lograrlo. Sin embargo y, sobre todo, había que tomar grandes decisiones. Pedimos al Poder Ejecutivo plantear algunas leyes que permitieran el cumplimiento de este encargo, pues la opinión pública estaba influenciada por algunas voces que pedían renunciar a la sede, lo que nos hubiera costado una sanción monetaria y una inhabilitación de 10 años para organizar campeonatos deportivos internacionales.

Teníamos que usar todas las posibilidades que nos permitiera la ley peruana para construir infraestructura pública, comprar bienes y contratar servicios en un tiempo relativamente corto, con transparencia. Pero también necesitábamos de asesores de primer nivel que nos apoyaran con la planificación y ejecución de unos juegos de clase mundial. Usar el convenio gobierno a gobierno, como el suscrito con el Reino Unido, como herramienta para innovar fue una de las claves, pero no la única.

Junto a los asesores especializados que vinieron de todo el mundo y con el talento de profesionales peruanos, como un verdadero equipo de todas las sangres, replanteamos la programación de los deportes, las sedes y el programa de obras, buscando utilizar al máximo la infraestructura deportiva que ya existía.

También comenzamos a innovar con herramientas que, estamos seguros, ayudarán en la gestión de los proyectos públicos, como los contratos NEC para la construcción de infraestructura, tomando en cuenta tiempos, costos y riesgos. Asimismo, usamos programas de las Naciones Unidas, tanto del PNUD como de Unops, y convenios institucionales que nos dieron el soporte necesario para nuestro trabajo, además de todas las demás alternativas ya usadas por el sector público.

Como resultado de este enorme esfuerzo, culminamos la construcción de todas las sedes deportivas y de la hermosa Villa Panamericana a tiempo. Podemos decir, con mucho orgullo, que estamos en el selecto grupo de países que en los últimos 50 años han realizado unos juegos deportivos sin sobrepasar su presupuesto. En efecto, ejecutamos cerca de S/3.800 millones, mientras que el plan maestro se aprobó por S/5.000 millones más IGV.

Nos hemos posicionado en los ojos del mundo como un país de gente esforzada que puede lograr imposibles, con un talento diverso, con una vasta historia y una riqueza cultural incalculable. En los diarios, revistas y medios del mundo han aparecido 83.491 noticias sobre los juegos de Lima y eso se ha traducido en un valor publicitario cercano a los US$ 1.150 millones, según Meltwater. El mundo ya sabe que somos más que Machu Picchu y que nuestra gastronomía, de los que estamos ya muy orgullosos.

Hemos gestionado alrededor de 34.000 traslados durante los juegos, realizado 5.244 atenciones médicas, distribuido más de un millón de raciones alimenticias, entre otros. Además, tuvimos 1.100 horas de transmisión.

Más de 750.000 personas asistieron a las competencias. Además, batimos el récord de asistencia de los Juegos Parapanamericanos (con 170.000 personas), que tuvieron el mismo nivel que los Panamericanos. El apoyo de cerca de 13.500 voluntarios fue importante para la experiencia única de los asistentes.

Este evento dinamizó la economía: se calcula su impacto en más de S/5.200 millones a través de sus distintas actividades. Generó cerca de 500.000 empleos y más de 300 mypes fueron beneficiadas.

Pero también hay un legado intangible que sirve para unirnos. El deporte se convirtió en un tema de orgullo nacional. Las 41 medallas en los Panamericanos y 15 en los Parapanamericanos conseguidas en una sola gran competencia son un récord para el Perú, pero también el apoyo y el respeto que se ha ganado para el deporte y para el potencial que tenemos los peruanos. Los juegos han visibilizado a las personas con discapacidad, otorgándoles un legado de accesibilidad, y también está el legado de ser los primeros juegos verdes, puesto que, al neutralizar las huellas de carbono, hemos evitado la tala de 1.500 árboles. Y no hay que olvidar las capacidades que han dejado estos juegos en los peruanos que hemos gestionado toda esta complejidad para entregar los que, en palabras de Panam Sports y del Comité Paralímpico de las Américas, fueron los mejores juegos de la historia.

No quiero dejar pasar la oportunidad de agradecer la confianza del Estado Peruano y de la Municipalidad de Lima Metropolitana, la Contraloría de la República, de Panam Sports, de la Asociación Paralímpica Internacional y del Comité Organizador de los juegos en todo este equipo de más de 2.000 peruanos que tuve el honor de liderar. Asimismo, reconocer al Reino Unido y a las Naciones Unidas por su invalorable ayuda, a todos nuestros contratistas y proveedores, a las instituciones del sector público y privado que nos dieron su apoyo, a los voluntarios, al público peruano que ratificó por qué es la mejor hinchada del mundo, y a nuestros deportistas que nos hicieron vibrar de orgullo en cada competencia.

Todo fue posible porque #JugamosTodos.

Carlos Neuhaus Ex presidente del Copal Perú y director ejecutivo de Lima 2019