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La cuarentena que terminó esta semana ha sido un examen de conciencia, como a los que alguna vez nos obligaron en el colegio. Esta vez no ha sido en torno a nuestros pecados, sino a algo parecido: nuestras necesidades. En su inicio, el Gobierno prohibió las salidas, excepto para actividades consideradas “esenciales”. En ese primer momento, se definieron tres áreas esenciales: el cuidado de la salud (podíamos ir a farmacias), la alimentación (a mercados) y la subsistencia económica (a bancos). Sin embargo, cada uno de nosotros hizo su propia lista de actividades esenciales. Solo en las cuarentenas y en los casos de emergencia nos damos cuenta de quiénes somos; es decir, de qué es aquello que consideramos “esencial”.