Cada vez que existe la oportunidad de un karaoke, mi mamá se encarga de que suene a todo volumen “Yo te esperaba” de Alejandra Guzmán. Con la voz cortada y luchando para contener unas cuántas lágrimas que ya se asoman por sus ojos, me repite –como cada año– que me la quiere dedicar. El himno de la maternidad. Quien la haya escuchado y diga que no siente ganas de chillar como un recién nacido, miente descaradamente.
Alguna vez escuché que ser mamá no era una carrera. Nunca lo creí. Porque yo he visto a la mía ser doctora, profesora, chofer, cocinera, estilista, psicóloga, y tantas cosas más a la vez. Porque yo he visto a la mía, además de todo eso, perseguir su sueño cuando le dijeron que ya era muy tarde, y ahora me toca verla desde mi asiento sobre las tablas o en una pantalla grande. He visto a mi mamá ser superpoderosa, reír y sacar fuerzas de dónde ya no sabía, pero también la he visto agotada, con ganas de parar, ser simplemente humana y llorar.
Mamá no siempre lo podrá todo, porque la maternidad no es perfecta y nadie espera que lo sea. La maternidad no es, en lo absoluto, para todas las mujeres y, mucho menos, una obligación. Y eso está perfecto. Porque ser mamá, y quienes lo sean lo confirmarán, es una vocación. Más que una vocación, diría, una profesión.
La lista de cosas que siempre tuve claras desde que era una niña –además de dedicarme a escribir– siempre estuvo encabezada por querer ser mamá de profesión. De esas que lo hacen con tanta pasión y naturalidad que de pronto se vuelve un trabajo a tiempo completo. Yo crecí rodeada de ellas, las que dejaron y siguen dejando su legado impreso en lo que hoy soy.
Aunque la meta de ser mamá aún se vea un poco lejana en mi radar, desde ya hay un espacio muy grande reservado con asiento VIP para cuando ese momento llegue. Mientras tanto, te celebro a ti, madre de hoy, porque los hijos que criaste son tu reflejo; a ti, madre futura, que vives con la esperanza de que esa gloria venga pronto; y a ti, aún no madre, pero que sigues luchando por conseguirlo.
Te celebro, y sigo soñando con un Perú más inclusivo para ti y todas ellas. Te abrazo, te admiro y te deseo un feliz día.