El Ejecutivo acaba de lanzar nuevas medidas económicas. El objetivo es reactivar la economía, al menos el próximo año. Lamentablemente, eso no sucederá.
El gobierno solo administró la ola de cotizaciones altas de los metales. Mientras eso duró, no hizo ninguna reforma importante.
El gobierno insiste en lo que llama “impulso fiscal”. O sea, inyecta soles en la economía, con la esperanza de que eso active la demanda.
El cálculo es riesgoso. Las bonificaciones para empleados públicos y pensionistas de Pensión 65 no se traducirán siempre en gasto. Muchas pagarán deudas por consumos ya realizados.
Si el gobierno tiene 1.700 millones de soles adicionales para gastar, debió buscar bajar impuestos. Los impuestos son costos que afectan el consumo (o la inversión) de todos. Si siembras más, cosecharás más.
El gobierno no hace ningún esfuerzo por reducir sus costos de operación. No hay reforma del Estado. Si la administración pública es más costosa, no hay forma de bajar el presupuesto.
Reducir los gastos de la administración pública es la clave. Eso es lo único que permitirá tener equilibrio presupuestal, reduciendo, de paso, el costo del dinero.
No puede haber más construcciones, más fábricas, más proyectos empresariales si no baja el costo del dinero.
El costo del dinero baja cuando llega más dinero de la producción. Las inversiones son una fuente de dinero. Menos carga fiscal para todos facilitará más inversiones.
El gobierno no hace una mueca para bajar sus costos. En cambio, le pone un sencillito a una parte de la población. A la parte que está más lejos en la cadena productiva.
El gobierno tampoco ha sido un promotor de las inversiones. El emblema de su debilidad es Conga. Mientras el gobierno esté dispuesto a entregar parte del territorio nacional a caciques locales, jamás será atractivo para las grandes inversiones.
El Ejecutivo quiere crear un régimen especial para jóvenes de entre 18 y 24 años. Si los regímenes especiales fueran la solución, habría que hacerlos para los viejos, los adultos y los desempleados.
El empleo es consecuencia de la producción. Si esta no aumenta, ¿de dónde saldrán los sueldos de los nuevos empleados? ¿De las perforaciones en el sistema tributario?
No se equivoca el gobierno cuando pone en la mira el problema de los trámites y licencias. Pero su solución es tan burocrática como el problema.
El gobierno plantea, en efecto, sanciones para los funcionarios que incumplan con los plazos de los trámites. ¿Y quién va a sancionar y con qué reglamento y con qué sistema administrativo de justicia?
Y, además, ¿qué ganamos con la sanción? Necesitamos abreviar los plazos, reducir los trámites, el tiempo y los meandros donde se agazapan la coima y la corrupción.
En el comercio también se postula trato preferencial a los insumos, que tendrán un arancel cero. Es otro error, porque crea privilegios, complica la gestión y distorsiona el mercado.
El pensamiento económico burocrático de este gobierno no tendrá buenos resultados.