“No más pobres en un país de ricos” es un cruel recordatorio de nuestra realidad actual: seguimos siendo pobres en un país que podría ser próspero. Hoy, alrededor de 500 mil personas han caído en la pobreza extrema y más de un millón son ahora pobres, reflejando un desvío económico significativo. Para un desarrollo tangible que beneficie a todos los peruanos, debemos crear condiciones favorables para un auge de inversiones privadas. Sin crecimiento económico, no podemos combatir la pobreza.

En los últimos años, el aumento de la pobreza ha sido consecuencia directa de una contrarreforma económica que ha desmantelado las reformas que nos permitieron crecer.

La falta de políticas económicas del Ejecutivo y las regulaciones restrictivas desalientan la inversión privada. Las reformas económicas previas, basadas en principios de libre mercado, lograron sacar a millones de peruanos de la pobreza y colocaron al país en una senda de crecimiento. La contrarreforma económica ha aumentado la intervención estatal, implementado políticas populistas y creado un entorno hostil.

Este retroceso ha impactado negativamente en la confianza de los inversionistas, lo que ha resultado en una disminución de la inversión privada y el estancamiento del crecimiento económico. Para revertir esta tendencia, necesitamos políticas que fomenten competitividad, innovación y emprendimiento, reducir barreras burocráticas y asegurar estabilidad jurídica. Solo así atraeremos las inversiones necesarias para generar empleo y mejorar el bienestar de todos los peruanos.

Luis Fernando Vargas Rojas es estudiante de Derecho en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas