Hay guisos a los que no les molesta compartir espacio. El ají de gallina, por ejemplo, bien puede servirse en un mismo recipiente con arroz y papa sin que ninguno de los componentes se resienta. Otros, como el lomo saltado o el cebiche, poseen una naturaleza menos inclinada al desprendimiento: cada una de sus partes exige un cuidado diferente, independiente.
Desde hace dos meses esta logística viene ejecutándose por muchos locales para implementar la experiencia del delivery manteniendo los estándares de calidad. No ha sido fácil y los procesos son costosos, pero hay a quienes la cosa no les ha ido mal: de hecho, algunas cocinas pueden llegar a vender unos 100 o 150 platos al día. En esa operación, sin embargo, se gastan al menos 200 recipientes cada jornada.
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Desde este julio muchos restaurantes ya pueden operar con aforo limitado, pero lo cierto es que el envío de comida a casa sigue representando una buena oportunidad para distintos conceptos gastronómicos. Si bien invertir en envases eco-amigables y compostables ha sido una consigna adoptada por un buen número de espacios, no lo ha sido para todos: aún encontramos tecnopor, por ejemplo, un material altamente dañino para el medio ambiente. Equilibrar consciencia con calidad y resistencia no ha sido sencillo.
“Los envases con los que trabajamos tienen fibra de trigo, que ayuda a conservar el calor; lamentablemente tienden a sudar un poco, pero las tapas no se derriten ni se doblan, y mantienen bien la comida. Es un costo alto poder utilizarlos”, explica el cocinero James Berckemeyer, al frente de Cosme. El restaurante sanisidrino es el primero en aliarse con Sinba, organización que trabaja desde 2016 en la implementación de prácticas sostenibles de gestión de residuos en empresas. El ‘relivery’ es su alternativa más reciente para promover el reciclaje culinario sin complicar al usuario.
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Menos es más
La iniciativa funciona así: cuando se pide el delivery de Cosme –se espera que otros restaurantes se sumen a la iniciativa– se debe solicitar la opción de relivery (costo de S/5). Al llegar el pedido viene también una bolsa reciclable, donde se deberán colocar todos los envases una vez hayamos terminado. Sinba recoge la bolsa y se encarga de darle un uso correcto a los residuos. Esto incluye convertir comida desechada y subproductos orgánicos en alimento animal y abonos, además de recuperar los materiales reciclables (plástico, cartón, botellas, metales) en colaboración con recicladores formales.
“Cada pedido de delivery llega con un número considerable de empaques”, indica Pipo Reiser, director de alianzas de Sinba. “Si a esto le sumamos que los pocos servicios municipales de reciclaje que hay han sido suspendidos en su mayoría, tenemos un problema mayor: no podemos reciclar así lo quisiéramos”, sostiene. Según cuenta Reiser, se estima que el consumo de los residuos en casa ha aumentado entre 60 y 80% durante la cuarentena.
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Uno de los grandes diferenciales del servicio de relivery está en brindar una solución para los envases compostables, cada vez más comunes en gastronomía, pero ajenos a los sistemas reciclables tradicionales. “No hay muchos sistemas de compostaje en Lima, pero nosotros tenemos uno. Si no se compostan, terminan en la basura igual”. De momento, se están evaluando alternativas para desarrollar empaques retornables, o llevar tápers desde casa para el take out. Se recomienda el uso de envases de vidrio -esto puede incrementar el costo del pedido, no obstante- y bioplásticos.
Tal y como concluye Reiser, el envase más eco amigable es el que no tienes que botar.