Control de temperatura en el aeropuerto Jorge Chávez, Lima. (Foto: KAREL NAVARRO / Ministerio de Salud)
Control de temperatura en el aeropuerto Jorge Chávez, Lima. (Foto: KAREL NAVARRO / Ministerio de Salud)
/ KAREL NAVARRO
Redacción EC

Como con otras enfermedades infecciosas, uno de los misterios del nuevo es por qué hay personas que entran en contacto con un caso positivo y adquieren la enfermedad, y otros no la desarrollan. ¿Hay algo más allá del azar?

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Los infectólogos destacan que, en principio, ocurriría lo mismo que sucede con el VIH, por ejemplo: un poco influye la carga viral del caso índice, otro poco, qué tan sintomática es esa persona (alguien con tos en principio transmitiría más que alguien sin tos), y el tiempo y las características de la exposición (no es lo mismo dormir en la misma habitación que almorzar a un par de mesas de distancia).

Por último, es posible que haya factores del huésped que están poco explorados; se especuló por ejemplo, con que los hipertensos o los que toman fármacos que aumentan el número de receptores de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ACE-2), que son los que usa el virus para entrar a las células, podrían tener más riesgo de infectarse, aunque por ahora es todo teórico.

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“No hay información basada en la evidencia sobre este tema”, subraya Pedro Cahn, miembro del comité asesor para el COVID-19 de la Presidencia de Argentina.

“Esto es aplicable a cualquier enfermedad infecciosa -coincide Gustavo Lopardo, colega de Cahn en el comité asesor-. No siempre alguien que está con gripe o con sarampión se contagia. Depende de factores ambientales, de características de la persona infectada y de la que va a recibir el virus. Sabemos que tiene que ver con el momento en que toman contacto, el previo al inicio de los síntomas es cuando se excreta la mayor cantidad de virus. También, si hay mucho viento o estoy en un ambiente muy seco es menos probable de que contagie que si estoy cerca y en un lugar cerrado. Después, hay factores que dependen del receptor. Sabemos algunas cosas y otras, no”.

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Acerca de los chicos, aunque Lopardo señala que se cree que no solo se enferman menos, sino que también contagian menos, no estaría tan claro, porque para poder asegurarlo debería hacerse un estudio grande y comparativo en niños y adultos de seroprevalencia (presencia de anticuerpos contra el SARS-CoV-2).

Individuos y ambiente

Para el infectólogo Pablo Bonvehí, también miembro del comité asesor, lo que se sabe es que los individuos infectados excretan más virus en las 48 horas previas al inicio de los síntomas y durante cinco a siete días de la semana inicial. “Después están los receptores de la enzima de angiotensina 2. En los niños aparentemente esta población de receptores es menor y por eso hay algunos que dicen que se infectan menos -explica-; otros dicen que se infectan igual, pero tienen menos síntomas, entonces también ahí hay un área de incertidumbre”.

El especialista coincide en que el ambiente tiene mucho que ver en la posibilidad de contagio. “Si es cerrado, si hay poca ventilación... Todo eso influye -afirma-. Si hay muchas personas en espacios reducidos, la transmisión se facilita, lo estamos viendo en geriátricos. Se estudiaron factores climáticos y se vio que la baja temperatura y la baja humedad contribuyen a la transmisión. E incluso hay factores culturales. Por ejemplo, en Perú, uno de los países más afectados, es común que la gente compre a diario sus comidas en los mercados, porque les gusta consumir los alimentos frescos, y se vio que los mercados de Lima fueron uno de los puntos principales de la transmisión”.

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Por otra parte, no se conocen todavía factores genéticos que influyan en una mayor susceptibilidad. “Es un tema muy interesante, que se está estudiando”, concluye.

A todos los mencionados, el doctor Eduardo López, también miembro del comité asesor, le agrega uno más: el tiempo que se transcurre con la persona que está eliminando virus; en especial, en lugares cerrados y con mucha cercanía. “Es posible que los individuos que no se enferman reciban menor carga viral que les permita generar anticuerpos. Sería el caso de los asintomáticos -reflexiona-. Otro dato interesante es cómo funcionan los ambientes cerrados con aglomeración de personas, como pasó con el baby shower de Necochea y con los geriátricos. Cuando entra un individuo con alta carga viral y permanece durante más de 15 minutos, la transmisibilidad aumenta de forma notable. Los agrupamientos por tiempo prolongado en ambientes cerrados son un verdadero caldo de transmisión del virus”.

Varios factores

Y resume Omar Sued, presidente de la Sociedad Argentina de Infectología y también miembro del comité asesor: “Como en todas las enfermedades infecciosas, la transmisión depende de varios factores. Del inóculo (la cantidad de virus que tiene la persona que expulsa las gotitas), de la exposición (lo cercano que esté el contacto), la susceptibilidad (las defensas o no que tiene cada individuo para bloquear la infección). Eso hace que la ‘tasa de ataque’ de este virus sea de entre el 30 y el 80% de los contactos estrechos, muy alta comparada con otros”.

Según un artículo publicado en The New York Times por Dillon Adam y Benjamin Cowling, además del número básico de reproducción (considerado entre 2 y 3), hay que tener en cuenta que algunos transmiten mucho el virus y otros casi no lo hacen, lo que los epidemiólogos llaman el factor de dispersión (conocido como "k"). Esto favorecería eventos “supercontagiadores”, desde una reunión religiosa, como se registró en Corea del Sur, hasta los frigoríficos norteamericanos, o los casamientos y funerales que favorecieron la aparición de brotes.

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De acuerdo con las evidencias registradas hasta el momento, un motor importante de esta epidemia podrían ser estas reuniones. Un estudio que dio a conocer el diario El País de tres casos (un restaurante abarrotado para celebrar el Año Nuevo chino, un centenar de contagios en un edificio de 19 plantas y un grupo de devotos budistas que viajaban en autobús para un rito religioso) permiten concluir que la confluencia de muchas personas en entornos cerrados, en contacto permanente durante mucho tiempo son el caldo de cultivo ideal.

En el caso del edificio, “la duración de la interacción probablemente fue el principal factor facilitador”, concluyeron los científicos. En otras situaciones, el aire acondicionado es la clave, porque concentra y hace circular microgotas con carga viral.

Nora Bär, La Nación/GDA

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¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del COVID-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?

Debido a que el COVID-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.

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