Países como Perú han comenzado a relajar las medidas de confinamiento. (Foto: Ángela Ponce)
Países como Perú han comenzado a relajar las medidas de confinamiento. (Foto: Ángela Ponce)
Redacción EC

Luego de registrarse millones de casos de en todo el mundo, la inmunidad colectiva comienza a tomar fuerza en las estrategias contra la pandemia. Una de las principales preguntas es si la inmunidad colectiva contra la enfermedad puede disminuir su transmisión.

Mayo Clinic explica cómo funciona la inmunidad colectiva y cuál sería su posible repercusión en la pandemia de COVID-19.

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¿Por qué es importante la inmunidad colectiva?

Existe inmunidad colectiva cuando gran parte de una comunidad (de allí, “colectiva”) genera inmunidad contra una enfermedad y la transmisión de persona a persona resulta poco probable. Por lo tanto, la protección se transfiere a toda la comunidad, no solo a las personas inmunes.

Para que una enfermedad se pueda transmitir, a menudo es necesario que un porcentaje de la población sea propenso a contagiarse. Esto se denomina proporción umbral. Si la proporción de personas inmunes a la enfermedad supera el umbral, la transmisión de la enfermedad disminuirá. Esto se conoce como umbral de inmunidad colectiva.

¿Qué porcentaje de la comunidad debe ser inmune para obtener inmunidad colectiva? Depende de cada enfermedad. Cuanto más contagiosa sea una enfermedad, mayor será la proporción de personas inmunes a la enfermedad que se necesite para detener la transmisión. Por ejemplo, el sarampión es una enfermedad muy contagiosa. Se estima que el 94 por ciento de la población debe ser inmune para detener la cadena de transmisión.

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¿Cómo se obtiene inmunidad colectiva?

La inmunidad colectiva contra la COVID-19 puede obtenerse de dos maneras: vacunación e infección.

Vacunación

Una vacuna contra el virus que causa la COVID-19 sería el método ideal para obtener inmunidad colectiva. Las vacunas generan inmunidad sin provocar enfermedades ni complicaciones. Gracias a la inmunidad colectiva, es posible proteger a toda la población contra una enfermedad, incluidos aquellos que no pueden vacunarse, como los recién nacidos o los inmunodeprimidos. Las vacunas han logrado controlar eficazmente, bajo el concepto de inmunidad colectiva, enfermedades contagiosas mortales como la viruela, la poliomielitis, la difteria, la rubéola y muchas otras más.

Sin embargo, la vacunación para obtener inmunidad colectiva puede, en ocasiones, presentar algunas desventajas. El nivel de protección que brindan algunas vacunas puede disminuir con el tiempo, por lo que sería necesario volver a administrarlas. A veces las personas no reciben todas las dosis necesarias para obtener la protección total contra una enfermedad.

Además, algunas personas pueden oponerse a la vacunación por motivos religiosos, por temor a los posibles riesgos o por escepticismo ante los beneficios. Las personas que se niegan a vacunarse suelen vivir en los mismos barrios o asistir a los mismos servicios religiosos o establecimientos educativos. Si la proporción de personas vacunadas en una comunidad es menor que el umbral de inmunidad colectiva, exponerse a una enfermedad contagiosa podría acelerar su transmisión. El sarampión resurgió hace poco en varias partes del mundo con tasas de vacunación relativamente bajas, incluido Estados Unidos. Las personas que se niegan a vacunarse pueden presentar un gran problema para la inmunidad colectiva.

Infección natural

También se puede obtener inmunidad colectiva cuando, dentro de una comunidad, una cantidad suficiente de personas se recuperó de una enfermedad y desarrolló anticuerpos contra futuras infecciones. Por ejemplo, los que sobrevivieron a la pandemia de gripe (influenza) de 1918 generaron inmunidad contra la gripe H1N1, un subtipo de influenza A. Durante la temporada de gripe 2009-2010, el virus H1N1 provocó en los seres humanos la infección respiratoria comúnmente conocida como gripe porcina.

Sin embargo, la infección comunitaria para generar inmunidad colectiva contra el virus que causa la COVID-19 presenta graves problemas. En primer lugar, aún se desconoce si la infección por el virus de COVID-19 genera inmunidad contra futuras infecciones.

Según las investigaciones, después de haber tenido algún tipo de coronavirus, es posible que, pasados algunos meses o años, la persona vuelva a contraer una infección por el mismo virus, aunque esta suele ser leve y solo se presenta en una fracción de la población. Es necesario profundizar la investigación en personas infectadas para poder establecer el efecto protector de los anticuerpos contra el virus.

Aún si la infección por el virus de COVID-19 generara inmunidad a largo plazo, sería necesario que se infecte una gran cantidad de personas para alcanzar el umbral de inmunidad colectiva. Los expertos calculan que el 70 por ciento de la población estadounidense (más de doscientos millones de personas) debería recuperarse de la COVID-19 para detener la epidemia. Si muchas personas contraen COVID-19 al mismo tiempo, la capacidad del sistema de salud se desbordaría rápidamente. Además, tantas infecciones causarían graves complicaciones y la muerte de millones de personas, en particular, adultos mayores y enfermos crónicos.

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¿Cuáles son los síntomas del nuevo coronavirus?

Entre los síntomas más comunes del COVID-19 están: fiebre, cansancio y tos seca, aunque en algunos pacientes se ha detectado dolor corporal, congestión nasal, rinorrea, dolor de garganta y diarrea. Estos malestares pueden ser leves o presentarse de forma gradual; sin embargo, existen casos en los que la gente se infecta, pero no desarrolla ningún síntoma, precisó la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Además, la entidad dio a conocer que el 80 % de personas que adquieren la enfermedad se recupera sin llevar un tratamiento especial, 1 de cada 6 casos desarrolla una enfermedad grave y tiene dificultad para respirar, la gente mayor y quienes padecen afecciones médicas subyacentes (hipertensión arterial, problemas cardiacos o diabetes) tienen más probabilidades de desarrollar una enfermedad grave y que solo el 2 % de los que contrajeron el virus murieron.

¿Quiénes son las personas que corren más riesgo por el coronavirus?

Debido a que el COVID-19 es un nuevo coronavirus, de acuerdo con los reportes que se tienen a nivel mundial, las personas mayores y quienes padecen afecciones médicas preexistentes como hipertensión arterial, enfermedades cardiacas o diabetes son las que desarrollan casos graves de la enfermedad con más frecuencia que otras.

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