Lo mejor de “” no tiene nada que ver con la premisa de la serie. La dinámica de Nick Fury con Talos, algunas escenas de Fury con su esposa y todos los diálogos de Sonya Falsworth son lo único rescatable de una serie que pudo haberse narrado fuera de cámaras. De hecho, eso que habría hecho de la serie algo digno de mostrarse en televisión no se muestra. Pero vamos punto a punto.

Secret Invasion – episodio 6
La trama

Nick Fury (Samuel L. Jackson) y Sonya Falsworth (Olivia Colman) salvan al presidente de los Estados Unidos y evitan así la Tercera Guerra Mundial. Mientras tanto G’iah (Emilia Clarke) se hace pasar por Fury para darle el ADN de los Vengadores a Gavik (Kingsley Ben-Adir), quien adquiere los poderes de los héroes y otros villanos que se enfrentaron en la Batalla de la Tierra. El antagonista se descuida y, en el proceso, también le da poderes a G’iah, quien lo mata y después se une a Falsworth en un acuerdo de mutuo beneficio. Mientras el presidente denuncia la presencia de los skrulls y anuncia que los matará, Nick Fury deja la tierra junto a su esposa, ambos ya reconciliados.

La trama

Así se arruina una serie

Cuando reseñamos los dos primeros episodios de la serie, destacamos el subtexto del radicalismo. “Secret Invasion” prometía contar, entre escenas de acción y secuencias de intriga política y espionaje, los peligros que pueden surgir desde los grupos radicalizados y, al mismo tiempo, vulnerables. No había un culpable claro de las tensiones, pero sí varios responsables, donde estaba Fury. De hecho él, al aprovecharse del poder Skrull y sin cumplir su palabra, encajó bien en el rol del opresor.

Pero la serie no desarrolló más la línea de Fury confrontado por las consecuencias de sus actos. Y cuando parecía que esto ocurría, en su careo con Gavik en Rusia, donde acepta sus culpas, se revela en realidad que este Fury era G’iah. Así, toda la escena previa pierde cualquier peso emocional, y la que sigue después se encarga de hundir más a la historia: una pelea de súper poderes. En la esquina verde, la hija de Talos de escaso desarrollo; en la otra esquina verde, el enésimo villano de Marvel que empezó como una amenaza real y terminó como un pelele.

Hay buenas ideas en este episodio final. Pero buenas ideas por sí solas no sirven, tienen que ejecutarse en beneficio de la narrativa. La cacería de Skrulls por parte de grupos paramilitares hace eco de la violencia política en Estados Unidos, a la recordada toma del capitolio por los seguidores de Donald Trump. Allí hay conflicto, pero la serie, inexplicablemente, decide saltárselo y dejarlo para que se desarrolle fuera de cámaras. Apenas algunas tomas de violencia, donde pagan los skrulls infiltrados, y también una “inocente”.

Otra idea abandonada con rapidez es la influencia política de los skrulls en posiciones de poder. El concilio de líderes no hizo nada en esta historia, cuando se supone que, por el lugar donde se encontraban, podían impulsar la trama. Nada de eso ocurrió. En cambio, la historia se enfocó en los vínculos de Fury con su esposa, con Talos y otros personajes. Eso está bien, porque solo personajes sólidos pueden causar interés, sin estos no hay trama política que valga. Pero estas relaciones interpersonales no desembocan en desarrollos clave y el mayor ejemplo es G’iah, insulsa como Maria Hill.

“Secret Invasion” no funciona como serie de espías, tampoco como serie de acción y mucho menos como un drama. Tuvo de todo un poco, incluso de buddy comedy por las escenas de Talos y Fury (que sí tuvieron gracia), y por cada paso que avanzó retrocedió dos. No verla es un acto de respeto hacia ti mismo. Según reportes, . Aunque llamarla serie podría ser una exageración y merezca, en cambio, el sustantivo “contenido”; el “algo” que se encuentra dentro otra cosa. Un “algo” caro que solo existe y nada más.

CALIFICACIÓN

0.5 ESTRELLAS DE 5

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Secret Invasion

Todos los episodios de "Secret Invasion" están en Disney . Para que sepas en qué plataforma ignorarla.