“Este programa es irreal y grosero. Las voces célebres son pobres imitaciones y, debido a su contenido, nadie lo debe ver”, decía la advertencia que precedía a las aventuras de Stan, Kyle, Eric y Kenny, cuatro chicos de un pueblo de Colorado -llamado, por supuesto, South Park-, desde el primer episodio. No habían pasado ni 5 minutos de iniciada la primera emisión, en agosto de 1997, y ya habíamos visto a Kyle patear varias veces a su hermanito Ike, a Stan decir groserías, a todos conversar sobre qué era un consolador y oído a Cartman contar la historia de unos alienígenas que, en lo que él creía un sueño, lo sometieron a peculiares pruebas, mientras se tira pedos de fuego. Sí, no le pareció ni leyó mal: pedos de fuego. No es difícil imaginar las caras de los padres de familia que se encontraban frente a sus televisores en aquel momento. ¿Cómo es posible que una serie de dibujos animados permita ese lenguaje o toque esos temas? ¿Cómo la censura no evitó que Trey Parker o Matt Stone, sus creadores, desafíen de ese modo a la sociedad, sus modales, moral, creencias o convenciones? El carácter iconoclasta de la serie definió cuáles eran los límites para el humor: ya no existían.
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Mientras algunos abuelos o padres se indignaban y la censura empezaba a atacarlos sin éxito, Parker y Stone se las arreglaron para dejar un enorme repertorio de situaciones delirantes: Un chico nuevo llega a la escuela y, al descubrirse que era mormón, aparecen escenas que satirizan los preceptos y la historia de esta religión; Satán hace una fiesta de Halloween a la que acude Steve Irwin con una mantarraya clavada en su pecho; Christopher Reeve, el eterno Superman, es un súpervillano que vuelve a caminar y obtiene poderes tras chuparle la sangre a unos fetos; “El ciempiés humano”, película alemana de terror gore, es revivida para criticar las políticas laborales de Apple; Satán es gay y está enamorado de Saddam Hussein; un alcohólico busca la redención en una Virgen María que menstrúa; Dios, convertido en una araña intergaláctica gigante; Cartman decide vestirse como Hitler tras ver La Pasión de Cristo, conocer a Mel Gibson y comprobar que está loco; ridiculizar a la cienciología mientras se pone en duda la sexualidad de Tom Cruise o John Travolta; Jesús, Buda, Krishna, Mahoma, Moisés, Joseph Smith, Lao-Tsé y Aquaman se unen contra el mago David Blaine, quien ha decidido fundar una secta suicida; la palabra “mierda” dicha 162 veces solo para desafiar a la censura; Los Simpson, Padre de Familia y South Park, todos juntos, en un mismo episodio; Jesús envidiando al Sr. Mojón por robarle la atención en una Navidad.
Como pueden ver, Parker y Stone no creían en nada, ni en el respeto por muertes recientes, ni en la religión, la política o en los iconos del mundo artístico. No temían la condena ni de progresistas ni de reaccionarios. La ironía y el humor negro fueron, desde el principio, sus banderas. Por eso, no fueron pocos los escándalos en sus primeros años. Hasta ahora, la gran pregunta es ¿Cómo llegaron a colocar su programa en la televisión americana? Como en todo, con una mezcla de acción y casualidad.
El origen
“Pocos días antes de emitir el primer episodio no podía dormir de los nervios. Lo juro por Dios, no dejaba de pensar que podíamos llegar a ir todos presos en caso de emitir algo así y que fuera ilegal”, confesó años más tarde Doug Herzog, entonces presidente de Comedy Central, el pequeño canal que se arriesgó a poner al aire South Park, que ya había sido rechazada por cadenas importantes, como Fox. Hasta allí habían llegado gracias a Brian Graden, ejecutivo que trabajaba en esa cadena y que había sido el primero en creer en Trey Parker y Matt Stone, tras ver un cortometraje animado dirigido por ellos en 1992, “Jesus vs Frosty”. Allí, cuatro niños hacen un muñeco de nieve que cobra vida, convertido en un asesino sicópata que solo Jesús podrá derrotar. Los protagonistas se asemejan a Stan Marsh, Eric Cartman, Kyle Broflovski y Kenny McCormick y, aunque el corto dura poco menos de 4 minutos, ya deja entrever lo que sus creadores traen entre manos. Lo habían realizado mientras estudiaban en la Universidad de Colorado y se hacían llamar “Avenging Conscience” (“Conciencia vengadora”) –como una película muda dirigida por D.W. Griffith en 1914-. Para pasar el tiempo, y como una joda entre amigos, imitaban distintas voces, de niños o adultos. Así, casi tonteando, encontraron también las voces y personalidades de sus personajes. Lo que Fox dejó ir por creer que el éxito underground de VHS no podría pasar a la TV, Comedy Central lo convirtió en un fenómeno con 25 años de permanencia.
Un poco de papel de colores, unas tijeras, algo de goma y una cámara de 8 mm fueron suficientes para plasmar su creatividad y su humor negro, inspirados por el trabajo de Terry Gilliam en las animaciones realizadas para Monty Phyton’s Flying Circus, la serie que hizo inmortal al genial grupo de comediantes británicos. Tras ver “Jesus vs Frosty” y partirse de risa, Brian Graden les propuso hacer otro corto para enviarlo a sus amigos. Así, “Jesus vs Santa” se convirtió en el segundo producto audiovisual de la saga “El espíritu de la Navidad”. Muestra la encarnizada lucha entre el Mesías y Papá Noel por ver cuál es el sentido de la Navidad más importante para los niños. Resulta que uno de los amigos de Graden era George Clooney, entonces estrella de la serie E.R. “Ese film se hizo viral en una época en la que el término “viralización” ni siquiera existía –ha recordado Trey Parker-. Según nos contaron, a George Clooney le encantó, y por eso hizo 300 copias más para distribuirla. El tiempo pasó sin que nosotros supiéramos nada, hasta que en una fiesta nos preguntaron si nosotros éramos los responsables de ese trabajo”.
Para fines del siglo pasado, la animación había cambiado mucho. Series como Los Simpson, Beavis and Butt-Head, Daria o Los Reyes de la Colina habían transformado las posibilidades y expandido los límites, pero pocos esperaban que South Park se sostuviera. “Nunca podrías repetir esto como un programa de televisión, porque no podrías ser tan sucio en la televisión y, por lo tanto, no sería divertido”, cuenta Parker que llegaron a decirles.
Sin embargo, tras aquella primera exhibición de agosto de 1997 –y con la voz de Les Claypool, de Primus, interpretando el tema de presentación junto a los cuatro protagonistas-, se convirtieron en el programa que desnudó sin tapujos a la sociedad norteamericana como no lo había hecho antes, ni siquiera, una serie con actores de carne y hueso. Comenzaron viéndolos 900 mil personas que, para 1998, eran ya 5 millones. Han pasado 320 episodios, 5 premios Emmy obtenidos, o una nominación al Oscar para la canción de su primer largometraje –”South Park: Bigger, Longer & Uncut” (1999), en el que participó haciendo una voz su fan, George Clooney- y South Park sigue aquí. Eso, a pesar de que Parker y Stone desafiaban también fuera de la pantalla: acudieron a la ceremonia de los premios de la Academia del año 2000 tras haber consumido LSD, ataviados con excéntricos vestidos femeninos. Después de todo, ¿Qué podía esperarse de los tipos capaces de matar a Kenny –y de revivirlo- una y otra vez cada semana?
Todavía no, señor
Además de Clooney y Primus, South Park ha contado con la colaboración de artistas como Robert Smith, Jennifer Anistone, Ozzy Osbourne, Wyclef Jean, Meat Loaf o Elton John, además de temas de Radiohead, Paul Stanley, Korn o Disturbed. El icono del soul Isaac Hayes participó por varias temporadas interpretando al chef –personaje inspirado en el también cantante Barry White- pero después de un capítulo que ridiculizó a la cienciología –su fe personal-, dejó la serie.
¿Son solo unos idiotas con suerte? ¿Son acaso unos bobalicones insoportables que no respetan nada? ¿O son unos tipos brillantes y audaces que tuvieron éxito haciendo lo que muchos hubieran querido? Quizás un poco de todo, pero, como diría el propio Doug Herzog, “Hay que recordar hasta dónde ha llegado la cultura y hasta dónde se ha movido la aguja en 20 años. No había nada en la televisión como esto. No creo que nadie entendiera lo divertido, lo inteligente, lo ingenioso que iba a ser en realidad”.
Después de todo, y a pesar de las críticas, para sus más acérrimos fans puede ser tranquilizador el diálogo del segundo episodio de la temporada 23, en el que un prepotente Mickey Mouse reacciona contra las críticas al gobierno chino, que busca conquistar con Disney, y se dirige a Randy, el padre de Stan, hecho prisionero por ellos: “No te conozco. ¿Eres de Pixar? – No, señor, soy de South Park. “¿Que es South Park? ¿Soy el dueño?”. - “No, todavía no, señor”.
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