Un grupo de alumnas resuelven un crucigrama acompañadas de su maestra. La foto no es espectacular, sin embargo, hay en ella algo extraordinario que no sé precisar. Creo que es la actitud que transmiten esas veintidós adolescentes, esa obediencia cálida tan del pasado, tan improbable de encontrar en estos días. Mírenlas; a pesar de su rígido uniforme y de llevar el pelo corto o recogido, no es la disciplina lo que las mueve, sino la curiosidad por aprender nuevas palabras, el deseo de completar con éxito un trabajo en equipo, y el respeto hacia esa profesora, por sus conocimientos, por el criterio con que elige los términos y por la forma en que los hace encajar, horizontal y verticalmente, en los cuadraditos del periódico. Me encanta, además, el diccionario abierto en medio de la mesa; parece una Biblia en el centro del altar. De algún modo lo es, porque sus páginas guían a esas mujeres, las invitan a tener fe, a creer en ellas mismas. ¿Todavía se usan diccionarios físicos en las escuelas?, ¿a dónde han ido a parar esos libros que contenían todas las combinaciones de letras del idioma?
La imagen es de mayo de 68. El mundo está incendiándose por las revueltas estudiantiles iniciadas en París, pero esta escena tiene poco, muy poco que ver con aquellos eventos. En el Perú es otra revolución la que viene preparándose, la que dentro de unos meses –en octubre– iniciará el general Velasco con su golpe de Estado.
Pero no nos distraigamos, pongamos otra vez la mirada en las muchachas, en su docilidad y concentración. ¿Cuántos años tienen? ¿Once, doce? Su uniforme oscuro es distinto del que visten esas tres chicas de medias blancas cuyos rostros no vemos (ignoramos si son de un grado superior o inferior). Me pregunto si alguna de las veintidós decidió estudiar Educación gracias a esa maestra y gracias a ese momento. ¿En quiénes se habrán convertido estas chicas con el paso de los años?, ¿lograrían estudiar lo que soñaron?, ¿se convirtieron en madres? Me pregunto también si la maestra fue una mujer feliz, si el destino compensó su entrega profesional. ¿Habrá resuelto su vida con la misma destreza con que solucionaba los geniogramas con sus alumnas?
Como iba diciendo al principio, esta foto no es espectacular y, sin embargo, es extraordinaria.