Cómo buscar novio
Si conseguir novio fuera tan fácil como tener antojo de turrón de doña Pepa, no haríamos más que correr hasta el supermercado más cercano, comprar un buen pedazo, lamer hasta la última gota de miel y comer todas las bolitas de colores. Sin embargo distinguir a los hombres-candidatos-al-novio-imperfecto que todas queremos es más tranca que eso; más aún, cuando somos nosotras mismas las que nos ponemos cabe. No encontré el manual para encontrar novio porque no existe, pero lo que descubrí fue cómo estar más cerca de no ir por el camino contrario y/o equivocado.
Y todo por un hombre que me invitó una manzana acaramelada, fíjense.
Yo estaba en medio de una situación digamos clásica. Un chico me había estado seudo-afanando. Sí, el típico pata que nos ronda por temporadas tanteando que posibilidades tiene de ser “algo más”. Bueno, eso creía. Quién lo puede saber a ciencia cierta cuando andamos ocupadas descifrar la trilogía de la modernidad: le gusto solo como amiga/le gusto como proyecto de novia/me quiere de agarre nomás.
Sin estar segura de que él me quisiera como proyecto de novia, uno sabe cuando le están coqueteando. El que diga que no, miente.
De lo que si estaba bien segura, es lo que él quisiera conmigo no le iba a ser concedido ni frotando la lámpara de los deseos por toda la eternidad. ¿Por qué? Porque solo me gustaba como amigo y punto.
No voy a negar que me gustaba la atención, tener a alguien siempre pendiente siempre es una distracción para nosotros las solteros, pero versión light y de lejitos, claro. Por eso, si me parecía que me coqueteaba cambiaba de tema, cada vez que me invitaba a salir le decía que no, si me decía que preferiría tener esa conversación en persona yo lo pasaba para una “próxima semana” (que no llegaría) y así iba la cosa.
Hasta que de pronto, todo se detuvo. No hablo de la atención, el coqueteo y las conversaciones diarias por chat, teléfono, skype, Facebook y Twitter. No. Se desvaneció. Desapareció de la tierra. ¿Se murió y no me enteré?
No voy a decir que lo extrañé o que me quedé sin aire para seguir viviendo. Días después lo llamé un par de veces y nada. Sentía una extraña curiosidad. Repito, como no me quedé sin aire para vivir tranquila, seguí en lo mío como si nada y con el otro par de satélites que me rondaban igual que este, hasta que me encontré con mi amigo Mateo.
Mateo es un par de años mayor que yo y está pasando por un divorcio horrible. Se casó con una de esas mujeres que le dan a nuestro género mala fama. Me senté con mi amigo en una banca para ver como Mateo Jr., su hijo de 6 años, se divertía jugando en unos columpios de madera en un parque cerca al mar.
Enseguida actualizamos nuestras vidas. El me hablo de su divorcio y yo, sin tener muy claro por qué, le conté la situación del hombre que ya no estaba ahí.
- Me estás hablando de X?
- Sí, ¿por? … ¿lo conoces?
- Qué pendej…
En ese momento inserté mi cara se convirtió en un cubo mágico.
- Ese pata tiene enamorada, Ali… -y agregó- hace AÑOS.
Ojo al énfasis en AÑOS. Miré mis zapatillas, le di otra vuelta a la bufanda y suspiré.
- Ven, vamos –dijo Mateo señalando a un vendedor de algodones de azúcar y manzanas acarameladas.
Compró dos manzanas, una para Mateo Jr. y otra para mí.
Caminamos siguiendo a Mateo Jr. que iba dando saltitos por el malecón con la boca roja y llena de azúcar.
Yo le di un gran mordisco a mi manzana. El sabor de la infancia me hizo voltear y sonreírle a Mateo como agradecimiento, que duró poco porque, con la boca llena de pedacitos gruesos de caramelos, le dije con rabia:
- No puedo creer que ese imbécil haya pretendido que sea su agarre.
Mateo me dio un par de palmaditas en la espalda y dijo:
-Si lo ha hecho es porque es un imbécil.
-Pero es la típica, Mateo. Y la verdad, estoy un poco harta de esta tira de idiotas a los que les hablas media hora por chat y ya creen que la cagada. Y siempre es el mismo tipo: un poquito inteligente, un poquito chistoso, un poquito del medio en el que yo me muevo. El denominador común es que a mí no me gusta ninguno. Es más, me dan lo mismo.
-Entonces, la tienes clara.
-Pero si la tengo tan clara, ¿por qué me jode igual?, ¿porque un pobre idiota haya pensado que podía hacer su pendejadita conmigo? –me pregunté y me respondí yo sola.
-Si yo no estuviese deprimido por mi divorcio y hubiese pasado todos los años que te conozco casado con la tipa esta, yo hubiese estado entre esos losers.
-Tú no eres loser… bueno, un poco lorna, igual que yo.
Nos miramos y nos reímos a carcajadas.
-Mira Ali…
-Ay, no, no me salgas con el que escojo mal y…
-No. Come tu manzana y déjame hablar.
Como niña obediente le hice caso y no le dije que acababa de ver a Mateo Jr. metiéndose la manzana a la boca después de recogerla del pasto.
-¿No has pensado en cambiar de círculo?
Porras, hurras, fuegos artificiales, chispitas Mariposa, bengalas, cohetones sin licencia, ratas blancas, todo, sí, todo para celebrar que Mateo me había dicho una gran verdad: cambia de círculo.
Y es muy cierto. ¿Cómo pretendemos encontrar a alguien nuevo si nos las pasamos en territorios conocidos, recorridos y vueltos a recorrer? Y pensé que quizás era momento de hacer ciertos cambios en mi vida.
Esta vez no se trataba de cambiar yo, sino de alterar un poco mi rutina geográfica-emocional. Quizás ahí estaría la respuesta a la pregunta del millón de millones. ¿Cómo conseguir novio?
Como ya dije, novio no equivale a turrón de Doña Pepa, pero vale la pena y es más que sano probar cosas distintas que nos alejen de círculos viciosos, relaciones toxicas, estancamientos en rutinas o en algún estado emocional. Tampoco es muy práctico lo que yo estaba/estoy aún haciendo: exiliándome a vivir, salvo pocas excepciones, en la tranquilidad de mis cuatro paredes.
Aún dentro de mis cuatro paredes no pude evitar sentir que un pata con el que jamás he salido me haya hecho daño, haciéndome sentir un agarre cuando yo pensaba que nos estábamos haciendo patas.
No existen lugares seguros mientras tengamos sentimientos y yo hasta ahora no me he convertido en una culebra de sangre fría.
Esa tarde me despedí de Mateo con un abrazo y le prometí que haría un esfuerzo en “cambiar de círculo”. Llegué a casa con una lista en mi cabeza de todo lo que podía hacer para salir de esas auto-trabas que nos impiden lograr lo que nos proponemos. Cambiar de círculo es solo la punta del iceberg.
- Cambiar de círculo. A veces por andar con los mismos cinco amigos, yendo a los mismos tres lugares todos los sábados de la vida no sea tan buena idea. Qué pasa con todo ese resto de amigos que tenemos y a los que no vemos porque, es cierto, es fácil escudarse de lo malo conocido en vez de abrirse a lo bueno por conocer. Y fíjense que lo dice la, actualmente, reina de las desconfiadas.
- Cambiar de actitud. Tampoco se trata de ir con una red de pesca en la mano y una caña en la otra. Bueno, para las que quieran chapar o lo que sea, una noche basta y sobra. Y ojo, no digo que eso este mal, sino que es otro tema. Con actitud me refiero a esa sensación que aparece desde que te empiezas a maquillar y de pronto te quieres tanto que te entran ganas de chaparte al espejo y decirte que tal cuerazo eres, carajo. Eso, si nosotras que nos gustamos, no nos conformaremos con nadie que nos quiera siquiera un poquito menos.
- Salir a divertirse. Salir con un radar busca-hombres en la cartera y salir a divertirse son dos cosas muy diferentes. El sábado pasado un amigo me pasó la voz para ir a bailar. Yo, que no he salido mucho en estos meses, me ampayé a mi misma con ganas de chaparme al espejo. Que divertido fue ponerme un vestido bonito, pintarme la boca del color hit de la temporada y salir a bailar con esos zapatos azules que adoro. Hasta yo me quedé sorprendida del jale, cuando me puse a mirar a mis cuatro costados. Pasarla bien sin importarte el resto del mundo es como un imán. Y la mejor prueba es que no solo voltean a verte hombres, lo hacen también las mujeres. Después de cinco horas de baile regresé a mi casa feliz y amanecí más contenta aún. A los chicos que estuvieron detrás, no les di tanta bola (y eso que uno en especial, estaba muy guapo) pero ahora sé que están ahí. Existen y eso no lo saben muchas que se encierran a llorar porque creen que Fulano es el único hombre en la tierra. Salgan y compruébenlo.
- La desesperación se huele a leguas y no hay cosa que espante más a los hombres. Ser la chica desesperada es la antípoda de la chica que sale a divertirse. Si te esfuerzas por parecer forzadamente sexy, disponible y con una personalidad fuera de lo común, es probable que no se la crea ni el portero de la discoteca. De hecho si te quieres chapar al espejo, te escupirá. Detrás de ese vestidito que parece polo, esos tacos imposibles y de ese maquillaje detrás del que hay una cara, vive una mujer muy insegura. Hey, está bien, todos somos inseguros, no hay nada malo en eso. Pero disfrazar a la inseguridad de la mujer devora-hombres, traerá en efecto contrario. Mejor ahórrense el esfuerzo. Se convertirán en las espanta-prospectos de novio. No hay nada menos atractivo que una mujer desesperada. Créanme, se nota.
- La depresión no es un buen aliado. Si están tristes, molestas, piensan que su vida es una porquería que no merece ser vivida, quien meterse al baño a apagarse cigarros en los brazos, no, no están listas para salir. A nadie que sale a divertirse y pasar un buen rato le gusta ser el paño de lágrimas de la perdedora a la que dejó Fulano. La chica emo no está de moda, la chica suicida jamás lo ha estado. No ahuyenten a los chicos, al menos piensen en sus amigas y sean solidarias. Cuando yo no he estado lista para salir (emocionalmente, digo), he acompañado a mis amigas y he hecho mi chamba, estar ahí. En las múltiples despedidas de una de mis mejores amigas que se ha ido a vivir fuera de Perú estuve presente, me tomé una cerveza, conversé y hasta bailé en un tono de música electrónica y después me fui a mi casa. Así de simple. Las tragedias se quedan en casa.
- Caer en tus redes no lo hace el indicado. A subrayar y resaltar esta. Ya, conociste a un pata interesadísimo en ti, que hasta puede “parecer” el hombre que quieres para pasar el resto de tus días. Sin embargo, eso no lo sabes en un día, así que a poner freno de mano, el autoestima bien arriba y esperar a conocerlo bien. ¿Quién no ha confundido un agarre con un “amor a primera vista”? Yala. Next. Chau. Hablamos en el 2014.
- La diferencia merece una oportunidad. ¿Ese chico no es tu “tipo”? Bueno, quién sabe. Lo acabas de conocer. En lo personal muchos tipos que cabían perfecto en la definición de “mi tipo” resultaron ser un tipo de tipo: el ego-sensible-imbécil-cobarde. Pero esa soy yo. Cada uno tiene su propia historia.
- Anexo a la anterior: no confundir diferencia con alguien que no nos gusta. Nada se fuerza en esta vida. Yo creo que hay gente con la que conectas y con la que no. Punto. No hay apuro. No dejemos que la presión interna o externa nos haga salir con alguien con quien sabemos que no va a pasar nada. Es una pérdida de tiempo.
Y por último, si regresas a tu casa sin alguna anécdota que contar, sin ningún chico en la mira, sin un nuevo número en el celular, sin la esperanza de una llamada que te acelerará el corazón, qué importa.
Nadie nos quita lo bailado. Por lo menos a mí no. Y tengo ganas de repertirla este fin de semana, a ver si nos cruzamos por ahí.
Canciones para bailar mientras nos duchamos antes de una noche para salir a divertirse o para oír debajo de una mantita.