Lalibela, el centro espiritual de Etiopía
Esta vez les presentaré uno de los lugares más maravillosos del mundo, un rincón de ensueño aún poco conocido por el turismo de masas. Lalibela es quizás la ciudad más importante para los cristianos ortodoxos etíopes, cuya espiritualidad les inspiró a construir iglesias cavadas directamente en la roca de las montañas en los siglos XII y XIII.
Lo más impresionante de Lalibela, aparte de sus iglesias, es el hecho de que es un centro espiritual viviente y no solo un centro turístico. En función de la hora del día en la que se vaya se puede presenciar peregrinos ataviados en mantas tradicionales rezando en las iglesias, o elaboradas ceremonias que reflejan una forma de cristianismo quizás más cercana a sus raíces de Medio Oriente que el que conocemos en América Latina.
Lalibela está situada sobre una meseta a 2.600 msnm. Hasta la construcción en 1997 del pequeño aeropuerto en un valle 700 metros más abajo, la ciudad era accesible solamente por tierra a través de una pista rudimentaria. Las dos veces que he ido he llegado por tierra desde el pueblo de Woldya siguiendo una ruta sinuosa entre las montañas para luego bajar hasta el fondo del valle y posteriormente subir de nuevo.
Lo primero que me marcó al llegar fueron las casas de piedras redondas, que me recordaron al pueblo de los pitufos. La mayor parte de los habitantes van vestidos con mantas, túnicas y turbantes, lo que me genera la impresión de estar en un nacimiento gigante. Esta sensación crece más al ver que varios de los lugares en la ciudad tienen nombres bíblicos como el río Jordán o la iglesia de Gólgota.
En Lalibela hay iglesias cavadas directamente en la roca y divididas en cuatro grupos. Pero también en las afueras hay varias iglesias y monasterios situados en cuevas.
Varias Iglesias han sido cubiertas por horribles estructuras metálicas para protegerlas de la lluvia y la erosión.
En los corredores y nichos de las iglesias se pueden observar a sacerdotes y monjes rezando y meditando
El interior de las iglesias es sencillo y el suelo de piedra está cubierto de alfombras. Algunos muros están adornados por pinturas con motivos religiosos. Es mejor ir con medias largas, ya que suele haber pulgas en las alfombras.
El padre Gabriel nos hizo señas de que lo siguiéramos y nos mostró la pequeña celda en la que vive y reza. No entendimos mucho de lo que nos decía ya que no hablaba ningún idioma que conociéramos, pero a pesar de eso pudimos apreciar su sentido de hospitalidad y su bondad.
Peregrinos y mendigos caminan o descansan entre las iglesias y las rocas.
La iglesia de San Jorge es la más impresionante. Ha sido excavada directamente en la montaña en forma de cruz y hace falta descender al interior de la montaña para entrar en ella.
Lo más impresionante de Lalibela es el hecho de ser un centro espiritual vivo al que acuden diariamente cientos y hasta miles de peregrinos.
Con suerte una visita puede coincidir con una festividad a la cual acuden cientos de personas al mismo tiempo, las que son presididas por un sacerdote y donde se realizan cánticos en coro. Las mejores celebraciones son la Navidad y el Timkat o fiesta de Epifanía, ambas celebradas en enero. Tuve la suerte de levantarme muy temprano y descubrir una celebración por el Día de María antes de que lleguen los pequeños grupos de turistas.
Poco a poco Lalibela se integra más a la modernidad. Espero que esta modernidad no termine destruyendo el ambiente único de este mágico lugar.