La ciudad de Simbad el Marino
¿Quién no recuerda haber leído de niño las historias de Simbad el Marino o de haber visto alguna de las numerosas adaptaciones de su historia en la pantalla chica o grande? Muchos folletos de promoción turística del Sultanato de Omán se refieren a Omán como la cuna de Simbad el Marino. Y, aunque las diferentes traducciones de las Mil y Una noches identifiquen al Simbad como originario de Basra en Irak, es difícil no ceder a la tentación de imaginar alguno de los marineros que caminan por el puerto de Sur sean descendientes del legendario marinero. Después de todo, Omán es un pueblo con una tradición marítima milenaria. Sus marineros han explorado, comercializado y colonizado con cada rincón del Océano Indico.
Situada a 150 km de Muscat, Sur es la ciudad más oriental de la Península Arábica. Si bien la mayor parte de sus construcciones son recientes, hay un esfuerzo por conservar líneas arquitectónicas tradicionales. Aquí no se ven los excesos arquitectónicos de la vecina Dubai, sino más bien una ciudad orgullosa de su legado histórico y cultural.
La vocación portuaria de Sur proviene tanto de su situación geográfica, como de la presencia de un puerto natural al que se puede acceder únicamente por un canal estrecho resguardado por centenarias torres de vigilancia.
Lo primero que llama la atención al caminar por sus malecones son los barcos tradicionales tanto aquellos que se encuentran anclados en el mar…
Como aquellos que están varados en la arena.
Estos barcos de madera con velas triangulares se llaman “Dhows” y surcan los mares desde hace cientos de años.
En un barco como estos vivía sus aventuras Simbad. Los dhows se utilizan en la pesca de perlas y el transporte de ciertas mercancías. Con barcos como estos los Omanís colonizaron Zanzíbar y llegaron hasta la China.
Hoy en día sobreviven algunos constructores de dhows.
Resulta muy interesante visitar estos talleres y observar cómo se construyen estas espectaculares naves siguiendo técnicas y tradiciones milenarias.
Gracias a la riqueza petrolera, los omanís viven una vida cómoda y sin preocupaciones…
Ahora los obreros que construyen los barcos provienen de India y Bangladesh.
Aunque siempre, supervisados por algún artesano local.
Pero las presiones de la vida moderna están afectando esta tradicional industria. Cada vez reciben menos pedidos. Un dhow de 400 toneladas cuesta poco menos de un millón de dólares, lo cual lo hace un producto muy caro con respecto a embarcaciones de mayor capacidad.
Por lo tanto, varios de los constructores están cerrando sus puertas tras varios siglos de operaciones. Recientemente la marina británica interceptó un enorme cargamento de heroína en un dhow.
Como suele ser el caso la modernidad termina destruyendo poco a poco la tradición.
Por lo que espero que se llegue a encontrar una viabilidad económica a esta industria para a su vez conservar esta hermosa tradición que corre el riesgo de desaparecer. En resumen, vayan pronto, antes de que sea demasiado tarde.
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