Maridaje de altura
Hace tiempo que no disfrutaba de un maridaje de tan buen nivel y eso que voy a muchos. La búsqueda de las mejores armonías en distintos lugares, con vinos, cócteles y comida es una de mis prácticas favoritas.
Esta ocasión fue promovida por la empresa Romovi, importadora de vinos de Argentina, Chile y Uruguay quien por segundo año consecutivo organiza el Festival del Maridaje que consta de dos fechas, una en Lima y otra en Bolivia en las ciudades de La Paz y Santa Cruz.
La noche del jueves 15, el chef Rafael Osterling puso la mesa en su local de El Mercado. Qué grato es este lugar de noche! si de día es algarabía pura y viva, de noche tiene un encanto sexy y seductor que se presta para actividades distintas.
Las bebidas de bienvenida ponían a tono a los comensales. Podía elegirse cócteles refrescantes a base de vodka Ciroc, ron Zacapa combinados con vinos blancos muy agradables. Los bartenders podrían explorar más esas alternativas.
A las 9,40 empezó el show. Rafael realmente se lució esa noche con los platos que preparó junto a su equipo. Me imagino el fervor y ritmo en la cocina para atender 80 personas a la misma vez. Nada fácil. Aunque hubieron pequeños retrasos en el servicio, es totalmente comprensible. Se sirvieron un total de 400 platos, en 5 tiempos, con potajes peruanos y mediterráneos de gran ejecución y nivel.
Los vinos representaron otra diversión. Es que de eso se trata cuando uno experimenta estos banquetes, pasarla bien, buscar entre varias opciones cuál es el mejor matrimonio. El Festival presentó 18 etiquetas que fueron preseleccionadas por el equipo de sommeliers dirigido por Claudia Eraso junto a Marco Carollo, Juver Aliaga, Juan Pablo Figueroa y Renato Piaggo, quienes además hicieron el servicio de los vinos.
Y llegó el primer plato. Tiradito apaltado de lenguado, conchas, langostino y emulsión de leche de tigre. Se salió el mar con toda su frescura. Los cortes de pescado y conchas impecables, una cola de langostino al dente revoloteando por allí. La leche de tigre en espuma delicada, con acidez sin exceso. La palta en mousse contrastaba en color y aportaba untuosidad.
Elegí Estival, un blend blanco de 3 uvas: Gewürstraminer, Chardonnay y Moscato Bianco, aromático y amigable. Su refrescante acidez fue el punto de conexión con el plato. También probé con Alma Negra viognier, aunque es uno de mis favoritos, el plato pedía un vino con más cítrico.
Fiel a su estilo, Rafael siguió con un plato españolísimo: Mero asado y fabada asturiana. Qué bueno estaba! La piel del pescado crocante, la carne jugosa, bien acompañada con esta menestra reforzada en su sabrosura por cortes de chorizo. Los tomates cherry tenían una razón para estar allí y hacer el link con el Sepia Pinot Noir, un tinto ligero que se acopló de lo más bien. Experimenté con el Miras 5 Hijos blanco y también fue una opción simpática.
El tercer tiempo fue para Perú. Nos fuimos al pie de las faldas del volcán Misti que debe haber inspirado a Rafael para este chupe de camarones versión gourmet. Tremendo plato, casi lujurioso. Las enormes colas de camarón de carne firme, los ravioles pequeños también rellenos de este delicioso crustáceo. La crema intensa y coronada por un huevo frito que al reventar la yema como es de rigor, terminó de complementar la sensación. Wow!
Las opciones en vino eran en tinto pero mi plato susurraba Alma Negra Viognier y Brisa Chardonnay. Yo le hice caso
Quién se resiste a un corte de ojo de bife? Nadie por supuesto. Menos en el punto perfecto de cocción como se sirvió. Esa sensación amantequillada que incrementa el sabor de la carne, fantástica! no importó la hora. Se acompañó de una terrina de papa con queso Taleggio, una finesa. Un touch de puré de durazno y los jugos en reducción de la carne. Aquí si pedía tinto a gritos. Vicentin tinto, Miras Cabernet Franc, Gran Reserva Vistamar y Alma Negra tinto, dos sorbitos de cada uno, con cada bocado para seguir jugando. La noche ya terminaba.
La tarta de chocolate bitter con helado de ron Zacapa y una pincelada de reducción de tabaco hizo que la mesa enmudeciera nuevamente. Aquí los compañeros líquidos fueron dos: Alcyone Dessert Tannat o ron Zacapa. Dos sensaciones distintas, una más power que la otra, otra más golosa pero igualmente buena.
Al terminar, rostros felices, satisfechos. Otros cansados en el lado del servicio como es natural. Espero el gran Rafael se anime pronto a organizar otro evento así. Gracias Roberto Montenegro por tan estupenda experiencia.