Escondidos detrás de una "Nube"
PROGRAMAS INFANTILES OPACADOS POR EL MUNDO ‘GLÚFICO’
Llegué a las viejas instalaciones de Canal 11 (RBC); en la avenida Manco Cápac, La Victoria; con el apuro y la resignación de quien sabe que le tirarán la puerta en la cara. Eran las Fiestas Patrias de 1989, en el Perú estrenaban Batman (la versión del incomprendido y despeinado Tim Burton) y millones querían cruzar la vereda para pasarse al lado oscuro. Esa tarde de julio salí de casa entusiasmado con el disfraz del hombre murciélago para concursar en “El superclub de Ricky”. Pero había llegado tarde. Solo un milagro iba a dejar que entre al set. Y entonces sucedió.
Un todavía pelirrojo Guillermo Guille, productor del programa, no quería que participen los niños tardones. Se había cerrado. Parecía que mi situación era insalvable, mi ‘batitraje’ iba a quedarse sin razón de ser. Pero Ricky Tosso, aún con los modales del ‘Detectiloco’ que comenzaba sus discursos con un “osea, manyas”, intercedió por nosotros, quizá conmovido porque, en medio del dolor por mi primera derrota por walk-over, le confesé que mi disfraz había sido confeccionado por mi perseverante madre durante dos semanas, en su máquina de coser marca “Singer”.
Aquel concurso de disfraces de “Batman” tenía como premio mayor un juego de fulbito de mano de la fábrica Santa Beatriz, cajas de gaseosa Guaraná para todo el año, una pelota Viniball y unas zapatillas de color verde fosforescente con la ‘bati-señal’. Ni siquiera clasifiqué a las semifinales en ese exigente certamen. Nada. Esa desilusión solo fue superada con el recuerdo de un Ricky Tosso generoso que me perdonó esa tardanza y que me dejó concursar. Recuerdo que ese día, al llegar a casa, prometí no perderme un solo programa de “El superclub de Ricky” (con este programa, y con su antecesor, “El club de Ricky”, conocí a los Transformers, Robotech y los Gobots). No lo hice hasta que lo sacaron del aire en 1990. Hoy, 18 años después, lo he traicionado. Los sábados por la noche prefiero ver “El especial del humor”.
Así como “El club de Ricky”, ¿Cuántos programas infantiles han sido olvidados debido a la aparición insuperable de “Nubeluz” en 1990? El mundo ‘glúfico’ apareció en la televisión y no se detuvo hasta alcanzar la cima. Lo logrado por Almendra Golmesky y, por supuesto, Mónica Santa María no tiene punto de comparación para quienes fueron niños entre los años ochenta y noventa. Pero en esa época hubo muchos más programas infantiles como “El show de Yuly” (versión local del “Show de Xuxa” con Giuliana Maiocchi, para muchos la ‘proto-dalina’, es decir el eslabón anterior a Almendra y Mónica), “Chiquiticosas” (donde el loro ‘Lorenzo’, hoy reinventado en ‘Nicolasa’, opacaba todas las tardes a Mirtha Patiño), “Yan-Ken-Po”, fallido intento allá en 1991 del cual solo rescato el salto de ‘danzante de tijeras” que Carlos Alcántara daba en las coreografías y “Buscando a la Paquita Peruana”, con Gianmarco Zignago y Mari Pili Barreda (¿alguien se acuerda del muñeco ‘Pistacho’ que acompañaba a los animadores?). Todos estos programas han sido extraviados. A algunos ni siquiera YouTube los rescató.
Si bien no era un producto peruano, en esos años ochenta también se programó en Panamericana Televisión el “Show de Popy” (o Popylandia). Aquí sí me pongo serio porque el venezolano Diony López, alias “Popy, el Payaso” (lo escribo así a propósito para que suene a “Krusty, el Payaso”), estuvo a punto de robarme la inocencia muy temprano. Tal como lo hizo Calamaro, “tuve que reprimir mi instinto asesino delante del mimo y del claun”. El insufrible “Popy” no solo me causaba la más extraña de las fobias con sus merengues y sus jeans, sino que también me dejaba la impresión de ser un tipo muy desconfiable. De su paso por la TV solo valoro la inspiración que provocó en Carlos