Negritos lindos
Con ustedes el duelo del siglo: Arnold vs. Webster
Ese niño siempre quiso saber tanto como sus hermanos mayores. No escuchaba a papá o mamá con ese prometedor discurso de “Pedro, tú también tendrás tu momento”. Le importaba muy poco eso, trataba de leer lo que aún no podía leer bien, buscaba entender lo que aún no era apto para menores. No quería armar su Play Mobil, prefería ir al cuarto de su hermana y preguntarle por qué lloraba y escuchar lo de siempre “tú nunca te enamores, júramelo”. Juraba eso y otras cosas, ese niño se agrandaba con facilidad, filosofaba como grande y es que tuvo dos moldes, dos amigos que aparecían por la televisión. Dos niños grandes como él que tenían mi edad pero parecían más. Arnold y Webster, morenos avispados y encantadores. Unos años más tarde lo comprendió todo. Esos negros lindos, como tantas cosas compadre, no eran lo que parecían ser.Ahora que existe el Google puedo jugar a ser omnipresente y todopoderoso (y confieso que me gusta mucho). Puedo ser un verificador de datos despiadado y así descubrir que esas series de televisión estadounidenses retrataban realidades con trucos. Arnold y Webster eran, como lo diría Jerry Rivera, cara de niños con almas de hombres. Duplicaban la edad que representaban para millones de personas, alguna traición de las hormonas de crecimiento les concedió un insano pacto de eterna juventud. Cuando Arnold aparentaba diez años ya su partida de nacimiento marcaba avanzados dieciséis. Cuando Webster cerraba sus últimos capítulos, el actor protagonista (Emmanuel Lewis) ya se escondía en los camerinos para afeitar sus primeros bigotes. Esa es, queridísimos, la tristemente célebre magia de la televisión. Pero bien que nos gustó.
“¿De qué estás hablando Willys?”, decía Arnold cada tarde cuando comenzaba “Blanco y Negro”, esa serie que comenzó a finales de los años setenta y que en el Perú se pudo ver a inicios de los ochenta. La misma pregunta, con el mismo indignado rostro, le decía a mi hermano Rafo. Para mí, el era Willys, y algunos años más tarde fue Wayne Arnold. El hermano mayor que por suerte tuve y que, precisamente, mientras posteo este relato me llama al celular para hacerme recordar que este fin de semana es el cumpleaños de mi ahijado, sobrino o hijo de simulacro. ¿Y si le enseño al pequeño Alonso a decir “¿de qué estás hablando Willys?”? Hace mucho que no lo hago, pero lo intentaré. La calidad nunca se pierde.
A diferencia de estos días, en los ochenta no existía la televisión por cable (es decir, no era masiva). Por eso en el Perú la mayoría de series llegaban con algunos años de retraso. “Blanco y Negro” (Diff’rent Strokes) aquí también se robó la sintonía en los años ochenta. La historia encerraba una lección sobre la diferencia de clases en la sociedad estadounidense. Un hombre millonario (Conrad Bain) decide adoptar y criar a dos hermanos huérfanos de raza negra (Gary Coleman y Todd Bridges). Allí comienza una atípica relación familiar donde estos muchachos tienen que convivir con su hermana adoptiva Kimberly (la espectacular Dana Plato).
Una historia muy parecida fue la de Webster. Fue la misma cadena de televisión (la NBC) la que produjo esta casi continuación de “Blanco y Negro”. Webster Long había quedado huérfano después de un accidente de tránsito y el ex jugador de fútbol americano George Papadopolus decide adoptarlo porque el padre del pequeño había sido su compañero de equipo. Aquí otra vez el show se lo robó el niño. El argumento pesaba para que la atención se centre en la vida de pareja después de una adopción. Pero George y Katherine cedieron siempre minutos para la aparición del adorable Webster.
¿Qué pasó después con Gary Coleman y Emmanuel Lewis? Pues el destino de ambos se igualó en el molde. Ninguno creció por malformaciones congénitas. Gary, por ejemplo, sufre aún problemas renales, mientras que Lewis mantiene las dimensiones del gracioso Webster. Ambos hoy son una suerte de exposiciones máximas del friquismo estadounidense. Arnold y Webster aparecen en cualquier reality que les pague de manera decente y hasta ofrecen sus imágenes para dibujos animados donde los representan cruzando la delgada línea de lo ridículo.
Coleman lo perdió todo y tuvo que empezar desde cero. Quiso tener una vida de pareja normal y no pudo. Su ex esposa Shannon Price dijo que lo abandonó porque Gary, o sea Arnold, se había negado a crecer. Cada crisis matrimonial que pasaban, el ex astro televisivo buscaba arreglarlo con una penosa pataleta infantil.
Es divertido ser el dueño del tiempo, es divertido tener los ojos de la tecnología para ver más allá de lo evidente. Hoy gracias a Internet y al programa E! True Hollywood History nos encontramos con los capítulos finales que no queríamos ver. Gary Coleman demandó a toda su familia, Todd Bridges demoró muchos años en curar su adicción a las drogas y al alcohol y Dana Plato murió de sobredosis en 1999. Ay, cómo dolió crecer.
Arnold y Webster hoy son cuarentones que juegan a ser objetos de culto en una sociedad confundida. Para este blogger hubo muchas series con niños como protagonistas pero estas mandan y seguirán mandando. Ellos ganan a pesar del truco de la eterna juventud, a pesar de las travesuras de un desarrollo corporal interrumpido. Ambos, quizá dentro de tanta fantasía construida, dieron una lección: podrás perder todo pero ese niño inquieto y oportuno no te lo quitará nadie.
A ver qué comiencen las apuestas: Arnold y Webster protagonizarán durante tres días y con usted en la platea un enfrentamiento épico. Por el título mundial de los pesos ligeros, o peso pluma o peso ínfimo. Cada uno en su esquina y con los guantes bien puestos. ¿Quién gana? Vote ahora, vote ya. Publicaremos resultados en el próximo post (la próxima contienda será entre Punky Brewster y La pequeña maravilla).
La palabra es de ustedes.
[La introducción original de “Blanco y Negro” , una serie exitosísima que duró 8 temporadas en la televisión estadounidense]
[Uno de los memorables momentos cuando Arnold pregunta ¿De qué estás hablando Willys? Genial]
[Webster y su clásica canción de entrada. Siempre en canal 9, al menos así lo recuerdo yo]
EL NOSTÁLGICO DE LA SEMANA
[El recientemente fallecido Basilio y su clásico “Tanto amor”. Pongan especial atención al memorable “wuoyoyo” del cantante panameño. Imperdible]
LO MÁS CURSI
[Con la tranquilidad que nos deja la recuperación de Alejandra Guzmán, los dejo con una de sus baladas más cantadas en calles, plazas y karaokes. Cántala tú también “Llama por favor”]
AVISOS PARROQUIALES
1. Un notición: estamos cerca del comentario número 10.000. Así es. A manera de agradecimiento este blogger ha alistado un premio especial para el comentarista o la comentarista que tenga ese número. Será un regalo nostálgico y sorpresa. No habrá pierde. Hay que celebrar ese número 10.000. Vamos que ganamos.
2. Antes que me digan antipatriota o insensible les aviso, les anuncio que en el próximo post con nostálgicas de octubre habrá la mención respectiva y merecida a ese monstruo musical que nos dejó: El ‘Zambo’.
3. Otro notición: el grupo de EJN en el Facebook ya pasó los 500 miembros. Tú también puedes unirte a este grupo haciendo click aquí o también pueden seguirnos y compartir sugerencias a través de la cuenta de este blogger en el Twiterr. Aquí me encuentran.
4. Fito sigue mejorando y manda saludos. No se va.