Lo echamos a suerte
Este blogger estuvo la semana pasada en el concierto “Pop Tour” y con esos grupos noventeros españoles recordó que hay una lista interminable de canciones que sirvieron para decir “buena suerte y hasta luego”. ¿Recuerdas cuál fue el soundtrack de tu despedida?
No quise mirar hacia atrás porque estaba seguro en ese minuto me estabas maldiciendo (o por lo menos maldecías al azar de las circunstancias que nos ubicó en la misma zona del concierto). No quise mirarte porque mi intención de amistoso saludo pudo terminar en un repentino reproche. Uno puede prevenir para después lamentar. Pero esta vez mi elección fue una “no-elección”. En ese concierto del sábado me quedé sin opciones. Solo mirar hacia el escenario, fingiendo ignorar que estabas allí, a unas pocas filas de distancia, disfrutando de la música tanto como yo. Pensando que “Lo echamos a suerte” de “Ella Baila Sola” también había sido nuestra última canción.
El “Pop Tour” quizá no era el mejor nombre para el concierto que disfruté la semana pasada. Tan devaluada la palabra “pop” en el imaginario musical mejor hubiera sido un “La voz de los noventas”. O algo así. De todas maneras, contra todos mis pronósticos, la explanada del Monumental lucía muy bien ocupada. En algunos casos por el fanatismo aislado, pero valiente, hacia grupos devaluados como “Amistades Peligrosas” o “Cómplices” y en otros porque querían, como yo, recuperar algún perdido soundtrack, y con eso llenarnos el rostro de ese polvo excesivo y tóxico que acompaña a los cajones viejos que guardaste en el más olvidado sótano de tus momentos.
Yo esperaba a “Danza Invisible” porque quería agradecerles en persona por haberme regalado con una de sus más entrañables canciones la idea para darle sagrado bautizo a este blog que, digamos, está cada vez más cerca de iniciar su primera infancia (4 años). La idea era esa pero los grupos españoles comenzaron a desfilar como improvisada rockola en tiempo real. Con “Es por ti” de “Cómplices” y con “Me quedaré solo” de “Amistades Peligrosas” el viaje se hizo prolongado, se disfrazó de interminable y me dejó con la perplejidad de un Thundercat cuando aparecía “Yaga”, el padre fantasma. Eso era. Ante mí se instalaba el reflejo de un raro pero familiar espectro que no era otro más que yo mismo antes de cumplir los veinte años. Sí, un fantasma ingenuo, un tonto Gasper que caminaba si mapa por empedrados caminos y que se lleno de heridas por tomar espinosos atajos.
Digamos que todo iba bien. Había llevado un buen parachoques para ese noche en la cual iba a manejar en reversa. No le tenía miedo a ese sonidito de la lambada a la hora de retroceder. Con ese concierto del “Pop Tour” todo estaba fríamente calculado. Incluso para cuando las chicas de “Ella Baila Sola” me recordaran lo cursi y paparulo que pude ser en otra vida. Lo que no estaba en la hoja de ruta era esa estación llamada “tu ex”. Y fue así como, a pesar de tener licencia para conducir al borde de los más aislados precipicios, me terminé casi estrellando. Eso sí, salí ileso.
¿Y cómo lo hice? ¿Cuál fue el negocio? Sepa usted que a veces uno debe tener furia y alma de titán. El resucitar después del amor no correspondido puede ser hasta mitológico. Cual Perseo en su última misión, decidí no mirar hacia atrás. Sabía que estabas allí pero decidí no voltear. A pesar de haber endurecido el corazón no quería acabar convertido en piedra. Combatí a esa Medusa sentimental de recuerdos virulentos y agradecí haber sido un guerrero. La batalla duró los tres minutos con 58 segundos de canción. Vencí al monstruo.
La última vez que discutimos, sé que lo recuerdas, yo te dije que cada vez teníamos más problemas para llegar a fríos acuerdos y que estábamos perdiendo la brújula. Que la rutina, a pesar de ser repetitiva e insoportable, también gira alrededor de una ruleta azarosa donde es difícil saber si saldrás bien librado o no.
-¿Y entonces?-preguntaste.
-¿Lo echamos a suerte?-repregunté usando una referencia musical como mejor signo de autodestrucción.
Y entonces sucedió. Si no hay ideas, si las salidas cerraron para no abrir hasta nuevo aviso, es porque toca despedirse. Es lo más sano, es lo que nuestros tiempos en un futuro terminarán agradeciendo. Y justo sobre eso quería conversarte el día del concierto. Lo pensé, te juro que lo pensé. Pero estabas acompañada (y yo también). Quería decirte que tenías razón, que ese momento bisagra era el que nos indicaba que, al final de cuentas, no éramos el uno para el otro. Quería saludarte y romper ese hielo de tanto tiempo, para comentarte que estoy muy bien y saludar todos tus avances. No se pudo. Y lo más probable es que nunca se podrá.
Todos hemos tenido alguna canción de ruptura, de despedida, de final de etapa. Y, a pesar de la gran cantidad de contraindicaciones, las seguimos escuchando y volviendo a ellos a manera de un placer muy culposo. En este caso, lo más culposo para mí es tener a “Ella baila sola”, en ese álbum de los afectos. Uno a veces no elige. Es importante saber de dónde vienes para tener la certeza de dónde es mejor quedarse. Cuando terminó “Lo echamos a suerte” sentí que la misión estaba cumplida. Ya podía voltear y sonreírle a lo que alguna vez fue y ahora no será. Decirte que, al menos, te había quedado el buen gusto musical (también nos cruzamos en el concierto de Johansen, por si no lo recuerdas). Sin embargo, ya era muy tarde. Ya te habías ido. O te llevaron. O quizás nunca estuviste allí. O fue una prueba. Quién sabe. Nadie sabe. Lo único que supe fue que gané. Mi corazón es hoy una sinfonía de latidos felices. Afinado en su circulación sanguínea me recuerda que hice bien en no voltear a la mitad del concierto. Mi corazón, a pesar de que me gustaba Lucía Méndez, no será nunca más de piedra.
¿Cuál fue tu canción de despedida más recordada? ¿Fuiste al “Pop Tour”? ¿Tienes algún recuerdo especial con estos grupos españoles ochenteros?
LA PALABRA ES DE USTEDES
["Lo echamos a suerte" de Ella Baila Sola. El soundtrack que tuviste quizá en tu primer rompimiento. O en el último. Quién sabe. Quién tiene que saber]
["Me quedaré solo" de Amistades Peligrosas. Un himno adolescente y de prematura soledad. Qué buena canción. Nunca pensé escucharla en vivo. Hasta el sábado pasado]
["Hoy necesito" de Cómplices. Quizá no fue la más significativa de este grupo, pero sí la que más me gustó a mí]
["El Joven Nostálgico" de Danza Invisible. Más presentación sería torpe. Je]
[Una de las mejores canciones del rock en español. "Sin Aliento" de Danza Invisible]
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AVISO PARROQUIAL
Solo me queda agradecer al gran Jorge Eslava por esta reseña escrita sobre el libro “El Joven Nostálgico” para el suplemento “El Dominical” de la semana pasada. Tremendo honor para mí.