Papá Noel soy yo
Las mejores Navidades de la vida, los peores intercambios navideños de la historia y un deseo para antes de que sean las doce. El post más nostálgico de los nostálgicos. Jo-jo-jo.
Grabe la versión de “Silent Night” (léase “Noche de Paz” en inglés) en un Ipod que se jugaba sus últimos partidos. Digamos que ese equipo portátil era como un ‘Chorri’ Palacios audivisual que quería retirarse de las canchas en una jornada memorable para todos los tiempos. Grabé la canción, recorté todos los cartones y después los llené con delgados bolígrafos multicolor. Me detuve varios minutos para cada frase escrita. Una por una iban construyendo el mejor discurso fragmentado para dos corazones aún dispersos en la dimensión desconocida del “puede ser”. Me deshice de la última armadura de pudor que me quedaba. Jamás me arrepentiré de aquel derroche de cursilería. A M. le gustan las comedias románticas y yo protagonicé en esa noche de 23 de diciembre mi torpe pero ilusionada versión de “Love Actually”. Con los cartelitos, con la música, con mi cara de gato con botas. No fue en la puerta de su casa (aún no me había llevado a su casa) pero sí en una de las bancas del Parque El Olivar (al frente de la pileta). Aquel fue el mejor intercambio de regalos de mi vida. Allí entendí que de eso se trata. La Navidad es abrir el corazón, así te cueste más que todas tus gratificaciones juntas, y abrazar. Abrazar mucho. La Navidad es darse como regalo la certeza que siempre hay un buen pretexto para no quedarse solo.
Soy un extremista. Nunca he ido a terapia pero asumo que el primer especialista que me examine como objeto de estudio dirá eso. Me voy del sur al norte sin detenerme en el eje central. Y eso está mal. Pero hay que aceptarse (aunque sea por el momento, qué más queda). Como soy un extremista a veces me congestiono verbalmente cuando tengo que decir palabras tan simples como “te quiero” o “te extraño”. Desde que mis abuelos fallecieron tracé una línea delgada, una frontera donde a veces pareciera estar prohibido cruzar. No llorar, no decir, no abrazar. Con ellos, con los viejos, yo sí era un pan de azúcar. A partir que se fueron me costó. Pero cuando paso la valla, puedo ser más cariñoso que un Gummy Bear. Tan afectivo como un panda bebé, tan querendón como un Teletubbie. Como en esa Navidad en el Olivar donde fui cursi. Más cursi que el Profesor Jirafales y Doña Florinda. Cursi pero feliz. Como Sabina de buen humor, como el “Oso, el Tigre y los demás”. Como Kissifur. Como Noppo alimentando con su bola de arroz a Gonta.
Por todo eso, siempre me costó dar el paso amoroso de muñeco de peluche. Pero cuando lo hago, casi siempre en fechas navideñas, reúno hazañas épicas como mi escena de “Love Actually” en el Olivar o mi declaración cantando “Amor del Bueno” de Reyli en un escenario de Karaoke miraflorino. Y siempre en diciembre. Como si algún Papá Noel travieso me regalara edulcorantes para el corazón y así asesinar al Grinch interior que muchos tenemos. Me gusta que eso pase. Me gusta que mi mejor intercambio de regalos navideño siempre sea de abrazos y de frases que quizá, en otro momento del año, me costará mucho decir. No pontificaré sobre los dilemas mercantilistas porque eso todos lo hacen. Solo escribiré que sí, en mis mejores navidades quizá si hubo un regalo inolvidable. Quizá mis padres o hermanos mayores sí me cumplieron algún sueño de niño gastándose toda su gratificación en el juguete más vistoso del catálogo. Puede ser que eso marque muchos de mis mejores recuerdos, pero he encontrado una fórmula para estar cada vez menos melancólico en estas fechas: buscar a los que esperan que llegues antes de las doce. Más allá de dar o recibir. Lo que uno puede comprar o no comprar siempre será relativo. El mejor regalo es saber que no estás solo. Y no todos pueden disfrutar de ese invalorable obsequio afectivo. Mi padre viajaba mucho cuando yo era niño, por eso aprendí a valorar cada Navidad que pasaba con él. Hace 8 años tuve la última Navidad con mis abuelos y ahora que solo me queda pensarlos los extraño tanto como en la tarde que me tocó despedirme de ellos.
No creo en el apostolado de los regalos constantes, ni en el tránsito incesante de los peatones cubiertos por bolsos de compras. No me gusta jugar al “Amigo Secreto” con quienes no son realmente mis amigos (tu mejor medida para decidir eso es la pregunta ¿invitaría a esa persona a mi matrimonio?). Le dicen “Amigo Secreto” porque ese día de Navidad recién te enteras que ese desconocido del costado es tu “amigo”. Tampoco soporto las chocolatadas en verano, con interminables panetones que luego me sumarán los kilos que tanto trabajo me han costado bajar. Quizá esa fobia a las actividades navideñas comenzó en el intercambio de regalos de 1996. Junté propinas durante un mes prácticamente para comprar un bonito y vistoso cuadro para enmarcar la gran foto de tu vida. Lo compré y llegué orondo al ágape, con la seguridad de que me iba a tocar un obsequio feliz, un presente comprado con esfuerzo y con el más sentido de los afectos. Eso nunca pasó. Cuando abrí mi regalo era un cassette pirata (ni siquiera un CD sino un cassette pirata) de Christian Castro. Por lo menos me aprendí canciones como “No podrás” o “Vuélveme a querer” que interpreto con discutible entonación en todo tipo de Karaoke. Si alguno de ustedes se encuentra con algún intercambio de regalos donde se ha impuesto una valla económica para evitar bloopers como el mío no reniegue y piense en ese chiquillo de 16 años que por culpa de un avaro vio nacer a un Grinch de los Amigos Secretos.
Los regalos pueden servir para la anécdota, para el entremés. Para recordar con gracia que mi padre sacó dinero de donde no tenía para convertirme en el primer niño del barrio con un Max Play en 1988 o para regresar a 1992 cuando completé mi primera colección de GI JOE que guardo hasta hoy. Es raro, pero en estas últimas navidades el tiempo, como diría un narrador de fútbol, pasa y no se detiene. Sigue su curso. Cada vez, a pesar de los inmensos árboles navideños que vemos por las calles, se hace más corto el espacio y las horas para sentir que vivimos en Navidad. Antes estrenaban más películas navideñas en los cines, los grupos musicales como Parchis o Menudo sacaban Long Plays Navideños. Los canales de televisión grababan conmovedores spots y especiales para verlos con el almuerzo recalentado de la cena navideña del día anterior.
¿Cuál fue la mejor Navidad de tu vida? Yo pasé muchas, pero ahora que tengo sobrinos esperando su pista con carritos o sus audífonos gigantescos para adolescentes escandalosos, pienso que quizá la mejor aún esté por llegar. Quizá muchos de ustedes me escribirá pensando que ya me volví loco, pero ahora que pienso en los niños de la familia, en ese ambiente tan entrañable de un hogar donde siempre alguien te espera, me ilusiono. Ya no soy el adulto melancólicos que piensa en el niño que dejó de ser. Esta Navidad sí regreso con una sonrisa al pasado (es mi naturaleza, ya lo saben) pero me detengo también en la felicidad de ese futuro maravilloso con niños en casa pensando en que Papá Noel soy yo. Sí, esta Navidad sonrío pensando en que me gustaría ser Papá Noel. O mejor dicho ser Papá. Así que Feliz Navidad para todos. Jo-jo-jo. Voy a buscar mi Ipod de nuevo. Voy a escribir otra vez en los cartelitos. Tan cursi como esa vez. A ver si ella se acuerda. A ver si pasamos otra vez nuestra mejor Nochebuena.
¿Cuál la mejor Navidad de tu vida? ¿Tu peor intercambio? ¿Qué harás en esta Nochebuena? ¿También tendrás tu escena de “Love Actually”? Cuéntame.
OTROSÍDIGO
Si aún no has comprado tu regalo navideño y tu amigo es tan nostálgico como este blogger, pues te cuento que hay un pequeño lote de libros del “Joven Nostálgico” aún en estos puntos de venta específicos: Crisol de San Miguel, Crisol de El Polo, Crisol de Open Plaza Angamos, Librería Época de Miraflores, Librería Ibero de Miraflores, Las Librerías Virrey (Miraflores y Centro de Lima). En provincias estamos en las Librerías SBS y Zeta. También pueden llamar directamente a la Editorial Estruendomudo que está haciendo ofertas con sus colecciones de libros a estos números (997472442 o al 261 0263). Una Feliz Navidad para todos!!!!
Nos vemos también en el Facebook con este grupo que sigue creciendo de a pocos o en e Twitter para estar más contactados en tiempo real. Esta es mi cuenta: @jovennostalgico
ALGUNOS VIDEOS NAVIDEÑOS
[Para los que no saben a qué me refiero con la escena de "Love Actually" aquí va]
[Mi video de Navidad favorito que muchos ya deben saber cuál es. La canción de John Lennon]
["Ven a cantar" de varios cantantes mexicanos. Para mí es una canción especial porque la cantaba en la parroquia, cuando era un imberbe acólito]