Semana Santa a la limeña
De las diversas tradiciones de nuestra variopinta Lima, la Semana Santa es una de las más reconocidas y seguidas por sus acomedidos habitantes. El pueblo peruano, y especialmente el limeño, ha experimentado la Vida y Pasión de Cristo con admirable fervor religioso, herencia española con la que nos insertamos en el mundo católico.
Estos días de recogimiento, llamados antiguamente como “Semana Mayor” o “Semana Grande”, recogen el tiempo que conmemora el Misterio Pascual de Cristo. En Lima se celebra con especial particularidad.
Es muy antigua la costumbre en que verdaderas caravanas religiosas se dirigían hacia la Plaza de Armas, comenzando todo desde el Miércoles de Ceniza, tiempo en que finaliza el jolgorio de los carnavales, para dar paso a la Cuaresma, período de conversión espiritual que nos prepara para recibir estos días santos.
Desde el Domingo de Ramos hasta el Domingo de Resurrección, procesiones que muestran los pasos de la Pasión y los Dolores de la Virgen recorren las calles más importantes de nuestra Lima colonial. Hasta entonces, algo típico de estas fechas era visitar las siete iglesias en Jueves Santo, haciendo peregrinación por los principales templos del Centro Histórico, costumbre romana que data del siglo XVII.
Comer carne de pescado y escuchar el Sermón de las Siete Palabras son las tradiciones para el Jueves y Viernes Santo, mientras que el sábado y domingo debíamos guardar luto y asistir a las misas o procesiones con velos y ropa de duelo.
Con el pasar de los años, y la llegada de las nuevas generaciones, estas costumbres se fueron diversificando; y, además de las celebraciones religiosas en los diversos distritos coloniales (Cercado, Rímac, Surco, entre otros), surgieron improvisados grupos teatrales de barrio, que realizaban realistas y sentidas representaciones de la Pasión de Cristo.
Estas actuaciones sacras tienen su origen hace más de 40 años, en el distrito de Comas, al norte de la capital. La iniciativa la tuvo una agrupación teatral, fundado por el sacerdote canadiense Neil Mc Kaulay. La primera representación del Vía Crucis se realizó en 1964. El primer “Jesús de Comas” fue encarnado por el sacerdote Mc Kaulay, quien luego encargó al Grupo Amistad continuar con la tradicional puesta en escena.
Años después, otros barrios hicieron sus propias adaptaciones, como la del Grupo Emmanuel, quienes vienen recreando el Vía Crucis desde 1981. Ellos inicialmente presentaron su obra en Barranco, y ahora recorren desde la ribera del río Rímac, a la altura del puente Trujillo, hasta la cima del Cerro San Cristóbal.
Esta escenificación, cuyo actor principal es Mario Valencia, atrae a muchos seguidores, de entre residentes y turistas, quienes con mucha fe y devoción acompañan a pie al denominado “Cristo cholo” hasta la cumbre del cerro tutelar de Lima.
Desde el año 2000, con ocasión del Jubileo, el Señor de los Milagros acompaña a sus fieles en una corta procesión desde el Templo de Las Nazarenas hacia la Plaza Mayor, en Viernes Santo. Ahí, junto a miles de fieles apostados en los alrededores de la Catedral, el cardenal lee el sermón y reflexiona sobre los momentos finales de Cristo antes de la Crucifixión.
Sin embargo, hoy las costumbres limeñas son muy diferentes, la gente opta más por el turismo interno, ya sea realizando paseos familiares a las diferentes y remozadas plazas de la ciudad, visitando malls o acampando en playas y bosques en las afueras de Lima Metropolitana.
Encuestas recientes dicen que cada vez hay menos católicos en el Perú. (Ver ENCUESTA.pdf ) Sin embargo, este hecho se contradice al ver como celebramos nuestras principales fechas religiosas (Semana Santa y Navidad), no solo en Lima, sino también en otras provincias, donde la fe se muestra más colorida y no menos fuerte.
Y entonces, ¿cómo dudar que los limeños, a pesar de su crecimiento acorde con la modernidad, aún creen en Dios, si el Perú es un país que manifiesta su fe con verdadera devoción?
(Rosa Hermoso Alvarado)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio