Alemania, hora cero: el día que acabó la guerra
Hace 65 años, desde los primeros días de mayo de 1945, el diario El Comercio se mantuvo alerta a las noticias de la Europa en guerra. Las notas cablegráficas eran como disparos de ansiedad ante la inminente rendición alemana. Pero la primicia del final llegó oficialmente el 8 de mayo, en la voz de un hombre de probado valor: Sir Winston Churchill. Lima vivió a través del diario decano la tensión del momento histórico.
El 1° de mayo de 1945, desde una emisora radial de Hamburgo, se escuchó la frase que ningún nazi hubiese querido escuchar: “Adolfo Hitler ha muerto”. Los cables de Associated Press (AP) publicados en la portada de la “Edición extraordinaria” de El Comercio confirmaron el suceso escuetamente y anunciaron al sucesor del gobierno teutón: el Almirante Karl Dönitz.
Ese martes era un día tranquilo en Lima. La mayoría de trabajadores descansaba, pues era feriado por el Día del Trabajo, que se celebra en el Perú desde 1905. Pero las portadas del diario decano eran elocuentes, dramáticas y alentadoras, motivando conversaciones y discusiones tanto en los cafés y bares del Centro de Lima, como en las universidades y en las propias esquinas de los barrios de la capital.
Al día siguiente, miércoles 2 de mayo, cuando la Marina celebraba el 79º aniversario del combate naval que nos liberó definitivamente de España en 1866, la “Edición de la tarde” de El Comercio anunciaba la rendición de los alemanes en tierras italianas. Lo mismo estaba pasando en Austria.
Los despachos que hábiles traductores encajaban en la primera plana advertían, además, de un Almirante Dönitz que ordenaba desesperadamente detener la lucha contra las fuerzas occidentales, y más bien reforzar la lucha contra los rusos. Pero eran intentos inútiles. Los rusos arrasaban desde la frontera este y Berlín estaba ad portas de ser tomada.
“Se rindió Berlín”, titulaba el diario decano ese mismo día en la “Edición extraordinaria”, junto con los últimos cables de la jornada que provenían de Moscú, en los que el líder ruso Stalin se vanagloriaba de la hazaña. A las tres de la tarde de ese día histórico se había cumplido el objetivo de rendir a la capital alemana. La información del jueves 3 de mayo detallaba las maniobras soviéticas. El silencio en Berlín era de un cementerio.
En esa misma edición, se informaba que los rusos buscaban afanosamente los cadáveres de Hitler y Goebbels. Luego se sabría que Hitler se suicidó el 30 de abril y Goebbels el 1 de mayo. Así como cayó Berlín también lo haría Hamburgo, y sucesivamente las otras ciudades alemanas.
El viernes 4 de mayo, la “Edición de la tarde” anunciaba otras rendiciones nazis en Holanda, Dinamarca y en el noroeste de Alemania ante las fuerzas aliadas de Occidente. Los cablegramas de AP y de United Press International (UPI) provenían mayoritariamente de Londres y Moscú.
Las conversaciones iniciales de paz recién empezaban, pero los alemanes eran muy recelosos con los rusos, lo cual -decía El Comercio-, “entorpecía el desarrollo de las negociaciones”.
La tarde limeña del sábado 5 de mayo, la “Extraordinaria” trajo imágenes de los soberbios oficiales alemanas con la cabeza gacha o de los abusivos soldados teutones llorando su inevitable derrota. Los alemanes entregaban las armas en todos los frentes. Su rendición completa era cuestión de días, quizás de horas.
Ese apacible domingo limeño del 6 de mayo, trajo rotundos cables que revelaban los nuevos avances de las fuerzas aliadas tanto en el Mediterráneo como en las fronteras continentales. Pero también las negociaciones de paz que avanzaban a un buen ritmo.
De esta forma, la segunda semana de mayo empezó con una noticia sensacional: “Se rindió Alemania”. Ese lunes 7 de mayo, friolento y otoñal, la capital peruana pudo leer en la portada de la “Edición extraordinaria“ esas 16 letras con una mezcla de esperanza, tristeza e incredulidad. Lo mismo ocurría en gran parte del mundo.
Alemania tuvo que aceptar su realidad antes las principales potencias aliadas: Gran Bretaña, EE.UU. y Unión Soviética… Faltaban veinte minutos para dar las tres de la madrugada, en la ciudad de Reims, Francia, cuando en el cuartel general de Eisenhower el coronel general Gustaf Jodl, jefe del Estado Mayor de la Wehrmarcht, en representación de Alemania, firmaba la rendición. El detalle final fue la orden de Dönitz para que los letales submarinos alemanes cesaran todas sus acciones bélicas.
El regocijo mundial aumentaba al pasar las horas. Y ese mismo lunes, en la “Edición de la tarde”, ya se anunciaba para el martes 8 de mayo, el “Día de la victoria en Europa”. Londres sería el centro de esta actividad. Y el histórico Primer Ministro Sir Winston Churchill anunciaría por radio los detalles del suceso. Eran las 8 de la mañana, hora de Lima (tres de la tarde, hora de verano británica).
Esta transmisión fue considerada como el anuncio final de la guerra. A la una de la tarde en Lima -nueve de la noche, en hora de verano en Londres- hablaría el rey de Inglaterra, Jorge VI.
Acabaron de esta manera cinco años y ocho meses de lamentable violencia, dolor y muerte.
(Carlos Batalla)