Aeropuerto Jorge Chávez: 45 años de progreso aéreo
Hace 45 años, exactamente, Lima fue testigo de la inauguración -para ese entonces- del más moderno y funcional terminal aéreo de Sudamérica. Se trataba del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, ubicado a 10 kilómetros de la ciudad de Lima, al norte del puerto del Callao, sobre la margen derecha del río Rímac.
Eran las siete de la noche del 30 de diciembre de 1965, cuando el presidente de la República, arquitecto Fernando Belaunde Terry daba inicio a la ceremonia de inauguración del nuevo terminal construido sobre un área total de dos y medio millones de metros cuadrados, y con una inversión de 300 millones de soles.
En el evento al que asistieron los presidentes de los poderes públicos, ministros de Estado, ex presidentes, representantes de las misiones diplomáticas y público en general, el jefe de Estado resaltó el trabajo de los arquitectos -todos sus ex alumnos- que diseñaron “el bello y majestuoso edificio” construido con las más avanzadas técnicas arquitectónicas de aquel entonces.
Hecho el reconocimiento, Belaunde Terry se refirió al Bleriot que utilizó Jorge Chávez en su heroica travesía de los Alpes en 1910, el cual fue ubicado, solo por la inauguración, en el hall principal a la altura de la Estela de Chavín, acompañando al mensaje que dejara el presidente y que perdura hasta el día de hoy:
“… Cuando los Alpes se empequeñecieron bajo las alas peruanas, primera en vencer sus cumbres, los herederos de la gloria de Jorge Chávez, aceptaron el reto amenazante y grandioso de su propia cordillera andina…” “Este aeropuerto es el nido de esos cóndores. Sus puertas se abren al visitante con amplitud de alas desplegadas”.
Develada la placa, el entonces cardenal de Lima, Juan Landázuri Ricketts, tuvo a su cargo el acto de bendición del moderno y elegante edificio que estimaba su capacidad de recepción en trece aviones por hora, lo que representaba, aproximadamente, un avión cada cinco minutos y 10 mil pasajeros diarios.
Minutos después, un avión de Aerolíneas Peruanas (APSA) aterrizó frente a los espigones de pasajeros del terminal, acto que selló la apertura del servicio aéreo.
Hazaña arquitectónica
La estructura del Terminal de Pasajeros del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez se caracterizó por el empleo del concreto pretensado, el cual fue empleado en el edificio principal de 290.40 metros de largo, al cual se anexaron dos espigones a cada lado para avanzar hacia el campo de aterrizaje. El espigón de la izquierda para tránsito internacional, y el de la derecha para el movimiento de pasajeros dentro del territorio nacional.
En tanto, la construcción del puente de peatones permitió unir la mezzanine del edificio principal con la plaza exterior, donde se edificó una artística fuente luminosa de cristales en forma de estrella.
En el techo del edificio se levantó un cuerpo central de 8 pisos a una altura de 36 metros, siendo coronado por otro edificio de 3 pisos sobre el cual se logró asentar la torre de control de forma octogonal, cuyo techo está a una altura de 57 metros sobre el suelo; es decir, la altura de un edificio convencional de 22 pisos.
Toda una proeza constituyó colocar los cristales especiales de la torre de control, los cuales fueron encajonados con la ayuda de un helicóptero proporcionado por la Fuerza Aérea Peruana.
Los 10 pisos de este edificio quedaron distribuidos de la siguiente manera: el primer y segundo pisos para la atención de los pasajeros; en el tercer piso se ubicó el salón de conferencias y proyección de películas de interés aeronáutico. El cuarto piso fue destinado al alquiler de oficinas para las compañías transportadoras y entidades a fines.
El quinto piso acogía oficinas de la Inspectoría de Inmigración del Ministerio de Relaciones Exteriores y otras del Estado. En tanto en el sexto, séptimo y octavo se encontraban las oficinas administrativas del novedoso aeropuerto. El penúltimo piso fue destinado a la estación de aparatos electrónicos y otros equipos. El último piso acogía la torre de control del tráfico aéreo.
A todo esto se sumó numerosas innovaciones como las puertas neumáticas para la entrada y salida, tanto de pasajeros como de equipajes, y las lunas polarizadas para la comodidad de los pasajeros.
De este modo, la capital peruana quedó convertida en el eje principal de las comunicaciones sudamericanas, ofreciendo al turista nacional y al internacional un aeropuerto donde su tránsito podía efectuarse con rapidez y comodidad.
(Sulma Huaringa)
Foto: Archivo Histórico El Comercio