Bajada de Reyes a la peruana
Se le conoce como ‘Bajada de Reyes’, ‘Visita de Reyes’, ‘Pascua de Reyes’ o ‘Fiesta de la Epifanía’, y es uno de los días litúrgicos más coloridos y festivos del mundo cristiano. En él se revela, además, la universalidad del mensaje de Cristo al convocar a personajes de diversas procedencias. En Oriente muchos pueblos celebran el nacimiento del Hijo de Dios el 6 de enero, y en el Perú siempre ha sido motivo de expresión de júbilo y esperanza.
Melchor, Gaspar y Baltazar. Tres nombres -arbitrarios, pero significativos- que han pasado a la memoria colectiva de muchísimas generaciones, recubiertos de esplendor y misterio.
Dicen que llegaron a Belén portando oro, incienso y mirra, y que al comienzo de los tiempos eran más de tres. Las primeras pinturas de la Era Cristiana revelaban que fueron cuatro; hasta que recién hacia el siglo IV, la tríada se impuso. Tres serían para los anales de la historia.
Melchor tenía larga cabellera y barba blancas, su gracia era que traía el oro; en tanto, Gaspar, más joven y sin barbas, ofrecía el incienso; mientras Baltazar, de tez morena, portaba la mirra.
Con esa imagen poderosa, de gente de lejanos sitios, de finas y exóticas vestimentas y, principalmente, dadivosa, es que llega la tradición al Perú desde España, país donde la Epifanía de los reyes se vive con verdadero espíritu creyente y festivo.
En nuestro país, durante la época colonial y aún en los inicios de la República se relacionaba a los Reyes Magos con ofrendas. Por ejemplo, Gaspar entregaba dulces y frutas; Melchor proveía de vestidos y calzados; y Baltazar, el más serio y temido, se encargaba de “premiar” a los niños maleducados dejándoles trozos de madera y carbón por regalos.
Según algunos historiadores, la gente empezaría a relacionarlos con la entrega de juguetes recién hacia fines del siglo XIX.
En Lima y otras partes del país, los Reyes Magos son interpretados por miembros de la Policía Nacional. Y si bien en provincias, como en Cusco, Ayacucho o Huancavelica el entusiasmo es más general, los rezos más intensos y los cantos más sonoros -y la gente participa en los ritos con mucha fe-, es en la capital donde el acto litúrgico se torna más teatral, dramatizado, pero no menos emotivo.
Lima de Epifanía
Los agentes policiales capitalinos cabalgan muchas veces desde la sede policial del Potao, en el Rímac, y en otras ocasiones desde la propia cima del cerro San Cristóbal, ataviados con las indumentarias del Oriente antiguo.
En otras épocas, los Reyes Magos no solo paseaban por las principales calles de la ciudad, visitando los nacimientos públicos y recibiendo los saludos de niños y adultos, sino también realizaban labores sociales muy puntuales, como visitar hospitales, hospicios u otros centros asistenciales limeños.
En los años 90 lo usual era iniciar la visita mágica al nacimiento levantado en el Congreso de la República. El ingreso era entonces por la misma avenida Abancay, poco antes del mediodía.
En esos trances, las trompetas de los arcángeles (vestidos de agentes policiales) llegaban como antesala de los sudorosos Reyes Magos de Lima, quienes del Legislativo solían encaminarse hacia el Parque Universitario y la Plaza San Martín, y de allí a la sede de la 7ª Región de la Policía Nacional, donde otro nacimiento los esperaba.
Si había tiempo, la comitiva real marchaba por la avenida Alfonso Ugarte, las plazas Dos de Mayo y Ramón Castilla, hasta llegar luego al templo de Santa Rosa de Lima, en la avenida Tacna. En otras ocasiones, la cabalgata incluía el Estadio Nacional, Plaza Manco Cápac y la Plaza Bolognesi; un verdadero paseo capitalino.
El punto final era la Plaza de Armas, donde cumplían con su último tramo de homenaje, previo refresco de túnicas en la pileta central.
Pero lo que no ha cambiado -y no cambiará seguramente- es la confusión de las fotos de prensa a los hombre del Oriente y los empujones entre reporteros para buscar el mejor ángulo de sus tomas.
Las frases “Que Baltazar levante al niño” o que “Melchor sonría más”, eran las que más se escuchaban. El retorno era, ya en horas de la tarde, al cuartel general del Potao (Rímac), no sin antes pasar a un costado del recordado centro comercial Polvos Azules, que luego sería trasladado a la Av. Paseo de la República.
Mucha agua ha corrido tras las primeras manifestaciones religiosas de reyes en Lima. Ya olvidamos seguramente que el 6 de enero fue feriado en el calendario oficial solo hasta el primer gobierno del arquitecto Fernando Belaunde Terry (1963-1968).
Pero lo que no debemos olvidar es probar la Rosca de Reyes, o Roscón de Reyes, dulce tradicional adornada con crema chantilly y frutas secas.
(Carlos Batalla)
(Fotos: Archivo Histórico El Comercio)