El Parque Universitario y su reloj a través del tiempo
Los años mozos del Parque Universitario se quedaron en el baúl de los recuerdos. Con el tiempo dejó de ser el emblemático lugar de concentración estudiantil para dar paso al desenfrenado desarrollo del comercio informal. Al igual que su famoso reloj alemán, el parque de la Casona sanmarquina también se iba deteniendo con el tiempo; pues cada gestión municipal que llegaba trataba de cambiarle la cara. Sin embargo, ni el parque, ni su simbólico reloj han vuelto a dar la hora como antes.
El reloj de la torre ubicada en el centro del Parque Universitario marca las 6 de la tarde. Espero que cante el himno nacional, pero no lo hace. Cada vez que camino por el cruce de la avenida Nicolás de Piérola y la avenida Abancay recuerdo aquellos tiempos.
Todo empezó en 1921 al conmemorarse el centenario de nuestra Independencia. Aquel año la colonia alemana obsequió a la ciudad una torre dotada con un reloj marca Jungansh que tocaba nuestro himno gracias a un carrillón compuesto por 15 campanas. Era una muestra de agradecimiento a la hospitalidad que el Perú había brindado a los innumerables alemanes que arribaron a sus costas.
Por aquel entonces, el parque era una extensión de los claustros universitarios, por encontrarse al frente de la Casona de San Marcos. Era el lugar perfecto para el debate de las nuevas corrientes políticas y sociales.
La más recordada sucedió la mañana del 8 de mayo de 1958, cuando los estudiantes sanmarquinos se apoderaron del Parque Universitario para gritar a viva voz y con cartel en mano “Nixon, go home”. Y es que el ex presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, había llegado a Lima en visita oficial.
Pero el tiempo no perdona. Desde los años 50 el reloj comenzó a deteriorarse, al mismo ritmo que el Parque Universitario perdía su brillo y más cuando se creó la Ciudad Universitaria en la hacienda Aramburú; sin estudiantes desapareció su carácter de foro político y estudiantil.
El centro se tugurizó, el comercio ambulatorio aumentó y este espacio cívico se fue perdiendo poco a poco.
Las gestiones municipales iban y venían, al igual que los relojeros. Uno de ellos fue Rodolfo Cortez Milla encargado de reparar el reloj por muchos años, desde sus inicios hasta la década de 1990; él hizo posible que funcionara.
El 25 de julio de 1987, la portada de El Comercio destacaba al remozado Parque Universitario libre de ambulantes y la reparación total del antiguo reloj, que según las autoridades volvería a interpretar el himno patrio al mediodía y a la medianoche. Para entonces ya lucía enrejado, era la única forma de controlar a la turba de ambulantes.
Pero la novedad duró poco. Diez años después el carismático alcalde Alberto Andrade anunciaría una nueva remodelación, la más recordada por todos pues prácticamente lo recuperó.
En el 2003, Luis Castañeda Lossio haría lo mismo. Incluso se volvió a oír el Himno Nacional desde la torre, como si fuera una gran caja musical y así diariamente lo haría al mediodía y a las 6 de la tarde, pero solo fue flor de un día.
Nueve años después, el reloj no canta, pero marca la hora puntual y el Parque Universitario brilla por una feria ambulante, donde ofrecen desde masajes hasta comidas típicas. Para ambos el tiempo les jugó una mala pasada.
(María Fernández Arribasplata)
Fotos: Archivo Histórico El Comercio