El día en que los Juegos Olímpicos se tiñeron de sangre
El 5 de setiembre de 1972 fue el día más triste en la historia de los juegos olímpicos. El grupo terrorista palestino “Setiembre negro” secuestró y asesinó a once deportistas israelíes. Huellas Digitales recuerda este oscuro pasaje que hace 40 años mantuvo en vilo al mundo entero.
Eran aproximadamente las 4:30 am en la Villa Olímpica de Munich, cuando un grupo de fanáticos, pertenecientes a la organización terrorista “Septiembre negro”, ingresó en el edificio en que se encontraban hospedadas las delegaciones deportivas de Israel, Uruguay y Hong Kong. Una vez en el interior del edificio tomaron como rehenes a los miembros de la delegación israelí.
En esta aparatosa entrada los terroristas asesinaron a Moshe Weinberg, entrenador de lucha, y a Joseph Romano, levantador de pesas. Los deportistas de Uruguay y Hong Kong también fueron prisioneros hasta que se les permitió irse por la calle de la villa a unos 100 metros de la salida principal.
Enterado de los hechos, el presidente del Comité Olímpico Internacional, Avery Brundage, suspendió los juegos por esta jornada; mientras que el canciller alemán Willy Brant se apresuraba en viajar desde la ciudad de Bonn para iniciar personalmente las negociaciones con los terroristas.
Los asaltantes exigían que el Gobierno israelí liberara a 250 prisioneros palestinos y que Alemania Occidental les garantizara la salida del país.
Lo que siguió fueron momentos de mucha tensión. Se prohibió el ingreso de la prensa a la Villa Olímpica y se cercó la zona que correspondía al edificio mencionado. Muchos de los deportistas se enteraron de los hechos alrededor de las 7:30 am, cuando salieron a desayunar y observaron la gran cantidad de policías que rodeaban la zona, algunos hasta se molestaron al no poder regresar a sus cuartos.
Las negociaciones se iniciaron. El primer plazo para cumplir con las demandas de los asaltantes se terminó a las 11:00 am. Al no tener una respuesta por parte de las autoridades se dio una prórroga hasta las 2:00 pm, advirtiendo que si no se cumplían sus demandas esta vez asesinarían a dos rehenes. Faltando media hora para el final de la prórroga se negoció un nuevo plazo hasta las 4:00 pm.
Alrededor de las 4:15 pm la Policía Alemana puso en marcha un plan que consistía en transportar a los terroristas hacia un aeropuerto militar, donde sería más fácil neutralizarlos. Se enviaron dos helicópteros a la Villa Olímpica. Los rehenes y terroristas fueron transportados al aeropuerto de Furtensfeldbruck, donde esperarían hasta que se les proporcionara un avión para salir del país.
Los proyectores del aeropuerto aseguraban la visibilidad. Cinco francotiradores estaban ubicados en zonas estratégicas listos para disparar. Más de 600 hombres armados rodeaban el lugar. En el momento que el Boing -destinado a transportar a los palestinos y sus rehenes- llegó al aeropuerto, bajaron los pilotos de los helicópteros acompañados cada uno de dos terroristas para inspeccionar el avión.
Cuando estaban de regreso la Policía disparó contra ellos y cayeron abatidos tres palestinos y un piloto. Un terrorista escapó y se refugió dentro de uno de los helicópteros. Minutos después, detonaron una granada en el interior de uno de los helicópteros y se inició el combate frontal entre los delincuentes y la Policía. Ningún rehén sobrevivió.
Al día siguiente, 6 de setiembre, unas 80 mil personas acudieron al homenaje a las víctimas de este atentado terrorista. El lugar fue el Estadio Olímpico de Munich, donde hacía 12 días había desfilado la delegación israelí. Shmuel Lalkin, jefe de esa delegación, expresó: “Nos iremos de este lugar profundamente acongojados, pero Israel competirá en el futuro nuevamente en el verdadero espíritu de hermandad”. Ese mismo día se reiniciaron los juegos olímpicos.
(José Rojas Gutierrez)
Fotos: Agencias