Luis Sánchez Cerro: recuerdos de un magnicidio de hace 80 años
El 30 de abril de 1933 el entonces presidente de la República, el general Luis M. Sánchez Cerro, fue asesinado. Ocurrió en el antiguo hipódromo de Santa Beatriz (hoy Campo de Marte). El magnicida fue un joven de nombre Abelardo Mendoza Leyva, quien -según Jorge Basadre- estaba inscrito en el Partido Aprista desde 1931.
Mendoza disparó a quemarropa contra el primer mandatario, y posteriormente fue abatido por las fuerzas del orden. En la edición de la tarde del diario El Comercio se informó a la opinión pública sobre el lamentable hecho.
Era un día como hoy de 1933. Una jornada de patriotismo en el hipódromo de Santa Beatriz, pues Sánchez Cerro pasó revista a las tropas peruanas que serían enviadas al trapecio amazónico, donde se había producido un enfrentamiento con el ejército colombiano.
Al término del desfile, a eso de la 1 de la tarde, el presidente salió del lugar a bordo de un automóvil descapotado. Nadie imaginaba, menos él, lo que iba a ocurrir.
Entre la multitud surgió un hombre de camisa a rayas, pantalón azul marino y zapatos amarillos. Se acercó al vehículo presidencial, en tanto las personas no se percataron de la pistola marca Browning automática que llevaba consigo.
En un descuido de los gendarmes, Mendoza se superó la seguridad presidencial y, apoyando su mano izquierda en la capota del vehículo oficial, disparó varias veces por la espalda al hombre más poderoso del Perú de esos años.
Los minutos siguientes al magnicidio fueron de caos y desconcierto. Lo cierto es que dos cuerpos yacían en el pavimento. Uno de ellos era el del gendarme Teodoro Rodríguez Pisco, quien había perseguido al criminal; el otro era el del asesino, quien cayó abatido luego de que los edecanes que venían en el auto escolta hicieran uso de sus armas. Su cadáver fue hallado a espaldas del lugar donde ocurrieron los hechos.
Llevaron al aún agonizante Sánchez Cerro al Hospital Italiano ubicaba en la avenida Abancay, en el Centro de Lima. Los médicos hicieron lo posible, pero no fue suficiente, solo confirmaron su muerte.
De inmediato el Consejo de Ministros declaró en Estado de Sitio todo el país. No se reportaron ni en Lima ni en provincia ningún intento de alterar el orden público, por lo que quedó claro que el asesinato no formaba parte de una conspiración organizada.
El Congreso de la República dispuso, además, una votación para elegir al nuevo mandatario. Óscar R. Benavides resultó electo con 81 votos a favor.
El 1 de mayo el Congreso declaró duelo nacional. Las calles, bancos y negocios estaban vacíos; las banderas estaban a media asta en señal de luto. El único lugar en Lima donde se podía observar gran movimiento era en los alrededores del Palacio de Gobierno donde gente de todas las clases sociales se acercaban a dar el último adiós a Luis Sánchez Cerro.
Los restos presidenciales fueron trasladados hacia la Parroquia del Sagrario donde permaneció hasta el 3 de mayo. Los funerales se dieron lugar el 4 de mayo en el cementerio Presbítero Maestro.
(José Rojas Gutiérrez)
Foto: Archivo Histórico El Comercio