A 20 años del final de Pablo Escobar, el narcotraficante más peligroso del mundo
El 2 de diciembre de 1993, Pablo Emilio Escobar Gaviria, el narcotraficante más peligroso del mundo, muere de tres balazos durante un operativo policial. Su cuerpo descalzo fue encontrado en el tejado de una casa del barrio La América, al occidente de Medellín. Junto con él murieron Álvaro de Jesús Agudelo, alias ‘El Limón’, y Carlos Mario Henao, su cuñado. La leyenda popular decía que Escobar siempre tenía la suerte de su lado y cuando esta fallaba, la compraba; ese día no fue así.
Pablo Escobar nació un 1 de diciembre de 1949 en Rionegro, Antioquia, en el seno de una familia religiosa de clase media. Fue allí donde inició su carrera delictiva robando lápidas de mármol de los cementerios para luego ser ‘matón’ a sueldo y finalmente ingresar al mundo del narcotráfico. Siempre tuvo ambición por el dinero, cuando tenía solo 14 años le dijo a su madre: “Voy a ser rico mamá. Voy a ser como Carlos”, en referencia a Carlos J. Echevarría, uno de los empresarios más ricos de Colombia, para quien el padre de Escobar trabajaba.
Pero Pablo no siempre fue un avezado delincuente. Cuando era un simple ladrón fue capturado por la policía conduciendo un automóvil que había robado. Luego, en 1976 fue detenido con 19 kilos de cocaína junto a otros cuatro sujetos. Esta hecho fue publicado en el diario El Espectador y se usó posteriormente como prueba para denunciar la relación de Escobar con el narcotráfico, cuando se desempeñaba como congresista.
El negocio de la cocaína
El capo de la droga llegó a controlar cerca del 80% del mercado norteamericano de la cocaína, se calculaba que contaba con una fortuna de alrededor de 2000 millones de dólares. Construyó mansiones, edificios de departamentos, oficinas y fincas.
La más famosa de sus propiedades fue la ‘Hacienda Nápoles’ donde tenía un zoológico que albergaba 1500 ejemplares de animales traídos de todas partes del mundo. En la entrada de la hacienda había un arco y sobre él, una avioneta, que fue la primera con la que el capo transportó cocaína a los Estados Unidos.
El narcotraficante peruano Demetrio Chávez Peñaherrera, alias ‘Vaticano’, estuvo en la hacienda en 1989 y quedó deslumbrado por los 30 kilómetros cuadrados de puro lujo en el que vivía el ‘Zar de la Cocaína’. Según contó ‘Vaticano’, ellos se hicieron amigos rápidamente y pactaron negocios. “Eres el primer peruano puntual que conozco. Eso me da buena espina. Vamos a hacer grandes negocios”, le dijo.
Pablo Escobar, político
El hambre de Escobar por el poder hizo que se involucrara en la política. Fue ayudante del Concejo de Medellín y llegó a ser miembro suplente de la Cámara Baja por el partido Movimiento de Renovación Liberal, en 1982. Sin embargo, sus aspiraciones tuvieron un abrupto final. Ese mismo año, el diario El Espectador, dirigido por Guillermo Cano, reveló su pasado, mientras que Rodrigo Lara, ministro de Justicia, inició una campaña que sacó a Escobar del Congreso. Así perdió su inmunidad parlamentaria y optó por pasar a la clandestinidad.
Guillermo Cano y Rodrigo Lara, fueron asesinados por el ‘Cartel de Medellín’, en 1984 y 1986 respectivamente. Este grupo fue formado por narcotraficantes colombianos encabezados por el ex político Escobar.
En 1990, el presidente colombiano César Gaviria adoptó una “política de sometimiento” para que los narcotraficantes que se entregaran voluntariamente redujeran sus penas. Un año después, el gobierno colombiano eliminó la posibilidad de extraditar nacionales y Escobar decidió entregarse.
Fue internado en ‘La Catedral’, una cárcel ubicada en una montaña a 10 kilómetros del parque Envigado, Antioquia. Ahí estuvo por 14 meses, durante los cuales siguió viviendo rodeado de lujos, ordenando innumerables asesinatos y administrando sus negocios.
“El teléfono es la muerte”
El 22 de julio de 1992 escapa de “prisión” dejando en ridículo al gobierno colombiano que emprendió una encarnizada búsqueda del capo. Muchas veces estuvieron cerca de atraparlo, pero él siempre lograba escapar. Se dice que en ocasiones huyó en ropa interior, con la complicidad de habitantes y agentes estatales de bajo rango. El más grande narcotraficante colombiano pasó su vida huyendo. Su familia intentó pedir asilo político en Alemania, sin embargo, este fue negado, hecho que Escobar calificó como repugnante e inhumano.
Escobar sabía que rastreaban sus llamadas, “el teléfono es la muerte”, le decía a su familia. Pero fue él quien rompió sus propias reglas, tuvo una conversación más larga de lo normal con su hijo y esto permitió a la policía dar con su paradero. “Ahorita los llamo” fue lo último que dijo. La casa en la que se encontraba oculto en el barrio La América ya estaba rodeada por efectivos policiales y militares.
Era alrededor de las 3 de la tarde cuando las fuerzas del orden iniciaron la operación. Escobar murió en su ley, intentó abrirse paso a balazos, pero cuando se disponía a huir por el techo de la casa, fue alcanzado por tres proyectiles. Su cuerpo descalzo cayó desparramado en el techo de la vivienda. Pablo Emilio Escobar Gaviria estaba muerto.
Al día siguiente fue sepultado en el cementerio Jardines Monte Sacro. Alrededor de 20 mil personas acompañaron el cortejo fúnebre y formaron largas filas para poder verlo por última vez. Su ataúd fue cubierto con una bandera del Atlético Nacional, uno de los equipos más importantes de Colombia. Diversas agrupaciones musicales, contratadas por la familia, acompañaron el sepelio del narco. Una fuerte lluvia ayudó a disipar a la multitud que causó desorden durante la sepultura, siendo necesaria la intervención del ejército.
El narcotráfico hizo a Pablo Escobar uno de los hombres más ricos y peligrosos del mundo. Lo llevó a la gloria, lo alejó de su familia y lo mató en el tejado de una casa en Medellín. El mismo Escobar sabía del peligro de su “negocio”. “Es cierto que el narcotráfico es una mina de oro, y por eso dicen que no hay ni ex marica ni ex narcotraficante. Pero es un negocio pa’ machos porque esto es un desfile de muertos y muertos y más muertos. Quienes llaman ‘dinero fácil’ a la plata de la coca no saben de nuestro mundo”, le dijo una vez a su amante, Virginia Vallejo.
(José Rojas)
Fotos: Agencias
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