25 años sin Bárbara D’Achille
La tarde del 31 de mayo de 1989 los campos amplios y verdes que tanto fascinaron a Bárbara D’Achille se tiñeron de rojo. Aquel día la editora de la página de Ecología de El Comercio tuvo su última misión periodística y junto al ingeniero Esteban Bohórquez fueron ultimados por la violencia de Sendero Luminoso en un paraje de Huancavelica. En Huellas Digitales recordamos a la mujer y reportera que amó y recorrió el Perú.
Bárbara tenía una gran sonrisa y ese paso firme con el que recorría el Perú. Mirando las montañas, el cerro verdísimo y el aire serrano que tanto había amado conoció la violencia de quienes quisieron silenciarla. Con un “hasta luego” a sus amigos había emprendido otro viaje. A nadie le sorprendía que la periodista estuviera otra vez fuera de la ciudad. Desde Puno, Madre de Dios o el Cusco enviaba sus textos que se publicaban en la página ecológica de El Comercio.
Es que Bárbara D’Achille no se conformaba con el dato oficial o incompleto, para dar su opinión sobre la depredación de nuestros bosques y la extinción de nuestra fauna iba hasta donde tuviera que ir. Para ella no existía lugar remoto, pasaba caminando días enteros o viajando en camiones por complicadas trochas.
Campo de violencia
Huancavelica. El ingeniero Esteban Bohórquez, director de proyectos especiales, espera la llegada de la periodista de El Comercio en la oficina de la Corporación del Desarrollo (CORDE). Es la mañana del 31 de mayo de 1989 y tras la entrevista visitarán el Proyecto Especial de Camélidos Sudamericanos que se desarrolla en las comunidades de Tinyaclla y Pueblo Libre.
El ingeniero Bohórquez y D’Achille viajaban en una camioneta que era conducida por Hugo Villafuerte, junto al maestro de obra Jaime Condori y el dibujante arquitectónico Víctor Hugo Cabezas. Villafuerte se dio cuenta de que no tenía suficiente combustible para continuar, entonces decidió ingresar a la mina “Marta”.
Allí fueron detenidos por un grupo de personas armadas, miembros de Sendero Luminoso. Los sujetos le dijeron al grupo que se identificara. Así exigieron a Bárbara D’Achille que les hiciera un reportaje y que los fotografiara. Ella se negó rotundamente.
“…Estamos en una guerra civil, hasta los inocentes mueren, siendo esta guerra la más crítica, den gracias que les estamos perdonando la vida”, dijo el camarada “Rogelio” y ordenó a Villafuerte, Condori y Cabezas que retornen a la ciudad. El senderista había descubierto que Bohórquez no era un técnico más. Eran alrededor de las 5 de la tarde.
En ese lapso los terroristas dinamitaron la camioneta en la que el grupo había llegado. Cuando los tres trabajadores de la CORDE-Huancavelica se encontraban a un kilómetro de distancia desde donde dejaron al ingeniero y la periodista, escucharon un disparo y una explosión. La valiente Bárbara había sido apedreada y el especialista Bohórquez ultimado con disparos en la cabeza.
Mujer Naturaleza
“He dicho mil cosas de mi vida pero no soy ni periodista ni bióloga. Lo que sí, siempre me ha fascinado la naturaleza: ver crecer una planta, observar el comportamiento de un animal. Y soy tremendamente curiosa. Quiero saberlo todo: leyendo y preguntando he ido aprendiendo poco a poco.”
Y aunque Bárbara D’Achille no se reconocía como periodista, fue galardonada con el Premio María Koepcke al periodismo de conservación, en 1986, pues no necesitaba ser llamada así para hacer lo que le apasionaba. Leyendo y preguntando daba a conocer a través de sus crónicas eso que para muchos era lejano.
En un texto publicado en El Comercio en 1994, se mostraba ese cercanía que tenía con el otro, esa comunicación que había establecido no sólo a través de la observación del medio ambiente, si no con las raíces más profundas de nuestro país: “Y entonces surge el pensamiento, la esperanza de que la música, las danzas, las voces del Ande –expresadas en sus huaynos, yaravíes, mulizas, Huaylas, pasacalles y marineras serranas–. Logren acercarnos a ese mundo casi desconocido para los costeños. Y que ese acercamiento nos permita a todos los peruanos enlazarnos a través de la emoción trascendental de la música; en suma, reunirnos en las alegrías y tristezas expresadas por un medio que habla por sí solo, dejando atrás la violencia”.
Cuando se preguntaba por la Lima de nuestros tiempos –la del siglo XXI- se cuestionaba por si la ciudad estaba preparada para el crecimiento del futuro: “Última pregunta (que no debería ser retórica, pero lo es): ¿se ha hecho algo al respecto? Ya que el asunto “año dos mil” está al día -y a las puertas- veamos: seremos diez millones de habitantes, es casi seguro que las tierras agrícolas serán “cero”, y que la ciudad de Lima se extenderá desde Huacho hasta Pisco”. (Mayo 1987)
Bárbara en el tiempo
Bárbara Bistevins Treinani nació en Letonia en 1941 y desde ahí partió como refugiada a Argentina junto a sus padres. Al casarse con el waterpolista italiano Maurizio D’Achille, adquirió dicha nacionalidad.
En 1983 comenzó a publicar en El Comercio sobre temas ecológicos, y con un artículo sobre los lobos de mar comenzaría a ocupar la primera página de la sección Metropolitana, el 28 de diciembre de 1985.
Su interés por la ecología se desarrolló en Brasil, donde vivió un tiempo, y luego en Iquitos y Pucallpa. Además de recibir el Premio María Koepcke, también fue premiada en 1987 por la Municipalidad de Lima. A su muerte, no se hicieron esperar las condecoraciones póstumas.
Hoy la reserva de Pampa Galeras también lleva su nombre y en su memoria, un lorito verde amazónico conocido como “el pájaro sin nombre” fue bautizado científicamente como “Nannopsittaca dachilleae”.
En su recuerdo también están los textos que no solo denunciaban la falta de cuidado a la biodiversidad de nuestro país, sino que retrataban el paisaje costeño, serrano y selvático que la embrujaba. Además de trascender en el tiempo, superó a aquellos que intentaron quitarle la pluma de la mano y se confundió con el místico silencio del que nos habló en uno de sus últimos textos.
“El silencio parece haber caído sobre el Perú. Un silencio que se siente como de milenios, por las sombras que nos acompañan, de incas, lupacas y tiahuanacos.”
(Pamela Loli)
Fotos: Archivo El Comercio
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