Tras noventa años el Acorazado Potemkin se mantiene a flote
En este mundo hipersensorial parece “de locos” estar frente a una pantalla de cine y sentarse a ver una película muda. Sin conversaciones, interjecciones, gritos ni susurros. Pero existen obras maestras dentro de la cinematografía silenciosa. Es el caso del “Acorazado Potemkin”: La magia de esta cinta rusa, producida en el contexto revolucionario de principios del siglo XX, consigue involucrar al espectador en el drama que se vive a bordo del buque de guerra más recordado de la época zarista. Como si uno fuera un marinero más, se puede sentir la indignación y el abuso. Es fácil quedarse “pegado” a la historia de los grumetes insurrectos, liderados por el joven Vakulinchuk.
El acorazado Potemkin es una película silente, de 77 minutos de duración, basada en sucesos reales acontecidos en junio de 1905, y que fue dirigida por el cineasta letón Sergei Eisenstein, quien venía de recibir muchos elogios por el filme “La huelga”. Protagonizada por actores experimentales, y censurada en muchos países, el “Acorazado Potemkin” está armado en cinco actos y fue estrenada el 21 de diciembre de 1925.
Con guion de Nina Agadzhanova, el filme de propaganda fue realizado por encargo y rodado en tres meses sobre la cubierta del acorazado “Los doce apóstoles”, el buque gemelo del Potemkin, que ya había sido destruido en 1919. La película se distingue por su multiplicidad de planos innovadores y es considerada como la mejor producción europea de todos los tiempos.
La historia es simple y compleja a la vez. Convergen referencias documentales reales, secuencias cargadas con una dosis de ficción y alta carga ideológica. Sumando esos factores, Eisenstein nos logra contar como los marineros se amotinan por un evento tan puntual como definitivo: los oficiales quieren obligar a sus subalternos a comer carne podrida. Ante su protesta, ordenan a un pelotón de fusilamiento matar a los insurrectos. Pero el pelotón se suma al levantamiento y en medio del enfrentamiento muere el marinero que lideraba el motín.
Su cuerpo es bajado en las costas de Odessa, donde la población le rinde homenaje. Aquí el director idealiza la muerte del amotinado, llevándolo a una categoría de héroe. Esta manifestación es disuelta a sangre y fuego por los soldados del zar, secuencia que se estructura magistralmente en las famosas escenas de la escalera de Odessa. Digno final para una hermosa composición cinematográfica. Hasta hoy la herencia de Eisenstein es una clase de cine en si misma.
(Miguel Angel García Medina)