3 meses y mil maneras de ser mamá
Voy exactamente 3 meses y una semana dando lactancia exclusiva a mi bebé. 3 meses disfrutando esos momentos de intimidad que se me hacen difícil de explicar mientras escribo. Me parece ayer cuando la primera madrugada que pasamos juntos yo sufría por dentro porque no sabía si efectivamente estabas tomando esas gotitas de oro (calostro) o si eran suficientes para tí y por eso llamaba a la enfermera casi en cada toma. Estaba aterrada.
Pasaron los días y alimentarte se volvió fácil (felizmente), un momento donde nos conectábamos solo tú y yo, donde no me importaba nada más.
Luego me enfermé, más de una semana en cama y sin dormir contigo como estábamos acostumbrados. Una semana donde no sabía si podía darte de lactar, donde tuve un par de días que tenía menos leche y aunque me dijeron que comprara un complemente yo fui terca y les decía a todos que sí podía tener leche, que sí estaba haciéndolo bien y que solo era cuestión de tener una mente positiva.
Aquí había que agradecer a mi doctor y a mi hermana (que también es médico) que supieron relajarme y me dieron la confianza que necesitaba.
Y bueno, van 3 meses con altas y bajas, 3 meses con un dolor de espalda que me está matando pero que no cambio por nada. He aprendido a darte pecho con el carro en movimiento, a buscar estacionamiento como una loca si ya es “tu hora” y a no importarme el tener que desvestirme en pleno restaurante o parque. He aprendido que ahora mi clóset debe estar lleno de camisas y vestidos de “fácil acceso” hacia tí.
Quizás ser mamá te desarrolla ese super poder que veías tan lejano (o en esas tarjetas del día de la madre) quizás ahora la felicidad que creía haber logrado se ha multiplicado por mil desde que estás en nuestras vidas. Y digo nuestras porque no solo cambiaste la mía.