Los castigos fueron 'coherentes'
Pleno junio. Los temas mediáticos son la selección y sus amistosos, el Apertura y sus revelaciones, el futuro de Ruidiaz, etcétera. Los fracasos en Copas se ven tan lejanos como ya irrelevantes, la rueda sigue girando igual que todos los años. Entretanto, me escriben en redes indignados por las que se consideran ‘tibias’ sanciones a jugadores de Universitario y Alianza en una bronca ‘post partido’ el sábado pasado. Dicen que es un ‘escándalo’, que cómo es posible que les pongan de dos fechas para abajo. Obviamente si el partido era un Cantolao-Sport Rosario, nadie se ocuparía siquiera, pero siendo un clásico, opinan todos, hasta los vendedores de ‘arepas’ en Gamarra, y lo pintan como si hubiese sido la Guerra de los Transformers. Lo cierto es que contra todo lo que se dice, a mí no me sorprende el fallo emitido, casí diría que estoy de acuerdo. Y es que hay una coherencia en cuanto a lo que es la ‘justicia’ al menos en el fútbol local. La tendencia es esa, no se trata de que se beneficie a una camiseta u otra: Cada vez se castiga más ‘suave’, no es de hoy la cosa.
Veamos: ¿Cuál es la falta más grave que un futbolista puede cometer dentro de una cancha? Agredir a un árbitro, ¿verdad? Quien hacía eso décadas atrás prácticamente liquidaba su carrera. Hace un par de años el uruguayo Miguez por ‘pechar’ al referí Ramón Blanco y poner a su mamá a la altura de cualquier copetinera ‘de quinta’ tuvo como castigo apenas 8 fechas. Y hubo otros jugadores que lo secundaron en la ‘proeza’, y recibieron castigos menores. A uno (Cueva), luego de verse expulsado, lo tuvieron que sacar de la cancha entre tres para que no lo mate al juez. Dos fechas fue el castigo y encima se lo redujeron a una, porque se quedó en intento.
Por el mismo hecho, hace 30 años, Chale fue castigado 12 meses, se tuvo que ir a jugar a otro país. Chumpitaz, el emblemático capitán de selecciones nacionales, cerca ya al retiro, por empujar a otro árbitro con los pectorales en un Cristal-Aurich, luego de ver la ‘roja’, fue sancionado seis meses. La conclusión primaria es sencilla: ya no se castiga como antes, pero cuesta entenderlo. Creer, percibir, que se beneficia a tal o cual es subjetivo.
En setiembre de 2013, el back celeste Jesús Álvarez fue expulsado luego que el juez Eduardo Chirinos considerara que había recibido un escupitajo de su parte. ¿La sanción? Dos fechas nomás. Si lo hacía con un rival en vez de con quien imparte justicia, fácil era una nomás y un palmazo en el ‘popó’. Cobrarte tu bronca con el árbitro en la cancha era suicida en los 70′s y 80′s, profesionalmente. Ahora, puede resultar ‘rentable’, no te corta la carrera, te sirve, inclusive, para un par de semanas de oportunas vacaciones.
Insisto, no es que me parezca admisible que tras un conato de bronca se sancione a sus protagonistas con un par de partidos sin jugar. Lo que afirmo es que dentro de la escala que se aplica en nuestro medio para reprimir este tipo de hechos, se guarda una congruencia, lamentable de seguro, pero coherencia al fin. No es lo mismo agredir a un policía que a tu vecino. Entre 2 y 8 fechas por pegarle ‘en banda’ a la autoridad durante un partido (Alianza-Garcilaso) 24 meses atrás; 2 fechas por agredirse entre jugadores, hoy tras un encuentro ya finalizado (clásico). Existe una relación lógica y proporcional entre ambos casos.
En otra parte, quizá lo normal aquella vez en Matute era un año de ‘penitencia’, y por lo de ahora en Ate 8 fechas. Pero ese es otro ‘estándar’ que aquí no existe, y me temo que en muchas partes del mundo, ya tampoco. Hace dos meses Peñarol y Palmeiras protagonizaron una de las broncas más descomunales de la historia de Libertadores, parecía Copa Perú. Al final, cinco fechas para casi todos los implicados y con posibilidad de rebaja. Encima uno se llevó el equipo fotográfico de un reportero ante la vista de todos, tranquilo, como si caminara por Lima. Claro, a ese no le dio la Conmebol ni una citación para conversar con sus papás.
Y cierro con esta: En 2010, final León-San Martín, partido de ida. Una bronca descomunal entre jugadores, hinchas. Uno de los implicados fue el argentino Rodas, bien expulsado luego. La Comisión de Justicia dictaminó…. absolverlo. ¡No valió la ‘roja’! Podía jugar la segunda final. Eso sí dio la vuelta al mundo, fue inédito, insólto. Por eso, reitero, quizá sancionar agresiones con dos fechas puede ser incorrecto, pero ¿sorpresa? ¿adónde?
Si queremos sanciones más severas, endurezcamos las penas de manera global, no pensando solo en el partido en el que nos conviene pedir mayor rigurosidad. Apenas, por simpatías o antipatías, tal vez.