Vivir al día
La vida real, radical, es la que nos conecta directamente con las cosas. Sin ser un adscrito del epicureísmo, que trazaba finamente las líneas del goce y de la paz interior (ataraxia), asumo que la riqueza vital consiste, sencillamente, en “andar despiertos”.
El hombre moderno vive dormido, sumido en una inconsciencia que carcome su existencia. Mientras toma los bocados de una gran mesa lo turban los impuestos y el porvenir, vive fuera del tiempo.
El joven contempla a su padre sin contemplarlo, lo ve sin ver. No le tiende una mano ni lo apresa en un abrazo.
Un hombre y una mujer se miran, las almas no se tocan, ”se dejan pasar” en silencio como dos extraños. La caricia de él no la estremece, sus palabras son vacuas. Él no le canta, ella no desnuda su espíritu. Su única esperanza es que las cosas que les son fundamentales sean aquellas que se den a través del tiempo Pero ¿Será?
Un hombre trabaja, pero mientras trabaja duerme porque trabaja por el pan.
¿Has pensado alguna vez que vives dormido?
Aquí algunas preguntas: ¿Te entregas con pasión y sin reserva? ¿Te anima la intensidad? ¿La razón te interesa más que la locura ? ¿Prefieres a Erasmo antes que a Santo Tomás? ¿Te entregas a la obra por la obra misma o por su recompensa? ¿Escribes con la sangre o con el seso?
Si el No gana al Sí, quizás sea la hora de despertar.