Blatter ha quedado en offside
En pleno Mundial de Brasil, Joseph Blatter -el mandamás de la FIFA- no solo ha quedado fuera de juego, sino que también ha recibido una tarjeta amarilla dirigida al plexo de su ego. Y es que recientemente se ha conocido cómo se está yendo a pique su intento de censurar un libro de caricaturas sobre su imagen y los tejes y manejes dentro del organismo rector del fútbol.
Sí, así como se lee. Censura. Al mismo estilo de un dictadorzuelo, solo que este domina una organización con más afiliados que la misma ONU.
El juicio en realidad se entabló en noviembre del año pasado para prohibir la difusión de “The Platter Cartoons” (sí, con P), un texto satírico de Olé Andersen, un ex jugador de fútbol danés que hizo su carrera en Suiza, y que luego fue entrenador de la selección de Islas Feroes y que además trabajó para la FIFA y la UEFA en años siguientes. O sea, la obra de alguien que conoce al monstruo por dentro.
Según dio a conocer a fines del 2013 en su blog Transparency in Sport (Transparencia en el Deporte) el escritor y periodista Andrew Jennings, la maquinaria de Blatter (o mejor dicho, de la FIFA pues la demanda incluía al organismo como coperjudicado) remarcó ante la justicia que los dibujos no solo carecían de valor estético y artístico, sino que principalmente iban a afectar “la buena reputación” de su cliente y que nunca se podría reparar ese daño.
El juzgado de Suiza, país del cual es oriundo Blatter y donde ¡oh, casualidad! tiene su sede principal la FIFA, falló a favor del demandante e incluso advirtió a Andersen que si las caricaturas se divulgaban, pagaría una multa de 10.000 francos suizos (unos 11.200 dólares).
El diario británico “The Guardian” recogió esta historia y recordó que Jennings –que la daba a conocer cargado de indignación- también había sido objeto en el 2006 de una acción legal para que se prohibiera su libro “Foul! El Mundo secreto de la FIFA: sobornos, votos fraudulentos y escándalos de boletos”. Solo que en su caso, la pretensión abortó.
Pero estas no fueron las únicas reacciones, pues los periódicos suizos “Tages-Azieger” y “Blick” también recogieron informaciones sobre la censura al libro de Andersen y publicaron sendas caricaturas alusivas al tema.
El caso ha estado en idas y venidas legales durante estos meses, pero hace pocos días, en medio de la disputa mundialista y cuando todos estábamos gritando los goles en tierras brasileñas, otro diario británico, “The Independent”, reveló que en abril la justicia suiza –mucho roche, pues- había dado marcha atrás y determinaba que varios de los dibujos de Olé Andersen sí podían publicarse.
Y como para dejar en claro que el humor es patrimonio global, presentó la portada del libro y uno de los dibujos porhibidos, ejemplo que han replicado portales como Hosli.com o el Observatório do Autoritarismo en su página en Facebook.
Sin embargo, el partido aún no acaba. Jennings escribió un extenso artículo para el suplemento “Alias” de Sao Paulo donde revela que a Olé Andersen le ha llegado un nuevo escrito de 21 páginas en el que se le insta –en un tono que pasa de lo pompa a la súplica- a dejar atrás su libro.
Está claro que Blatter quiere jugar este partido hasta el último minuto y aún confía en tener un penal a favor. Pero el caso es que el dirigente más pifiado de la historia –aunque Manuel Burga podría hacerle la competencia, al menos en el Perú- difícilmente ganará esta vez.