Como pasaba con Jefferson en Alianza o Yotún en Cristal, la relación de Raúl Ruidíaz con la U no es solo futbolística o de vitrina: es amorosa. Se sostiene en los campeonatos ganados, claro -el Enano ganó dos títulos, en 2009 y en 2013, la década terrible- pero también en los posteos y el Instagram, que es tan fuerte ahora como mandar un beso volado a la tribuna. Por eso, cada inicio de año, cada final de temporada, su nombre se activa y él mismo alimenta el morbo: se graba cantando, se filma celebrando.