La tercera ola de contagios por COVID-19 ha golpeado significativamente a la industria hotelera en el norte del país, sobre todo a los hoteles ubicados en la playa, que solían ser los más populares en los veranos antes de la pandemia.
En cambio, por estos días, y con el recelo que provoca la variante Ómicron en los turistas, la ocupación hotelera en las famosas ‘playas del norte’ ha caído al 40%, anota a Día1 la empresaria Lutie Fox, quien es directora gerente del hotel Palo Santo, ubicado en el balneario de Zorritos (Tumbes).
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“Hoy somos como un pueblo fantasma. Hay muy pocos turistas. Con las restricciones dictadas para afrontar la tercera ola, más la frontera terrestre con Ecuador cerrada, operamos con lo justo para cubrir nuestros gastos operativos”, explica la ejecutiva.
Lo conseguido, anota, es la mitad de la ocupación que proyectaban para este verano. “Esperábamos iniciar el 2022 con al menos 80% de ocupabilidad, tras sufrir un 2021 bastante bajo”, precisa a nuestro suplemento.
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INSEGURIDAD Y CIERRES
Como si no fuera suficiente con el problema de la baja demanda, los hoteleros de los balnearios de Tumbes, como Zorritos y Bocapán, deben lidiar con los constantes robos a sus establecimientos, apunta Fox. “A nosotros ya nos han robado cinco veces, sólo desde diciembre pasado”, detalla.
Ante esa situación, muchos hoteleros y dueños de casas de playa de la zona, han optado por vender sus propiedades, explica la cabeza del hotel Palo Santo. “Nosotros mismos tuvimos que cerrar por nueve meses durante el 2021″, comenta.
Para la empresaria, el camino para reactivar el turismo en el norte pasa por flexibilizar las restricciones impuestas por el Gobierno para lidiar con la tercera ola. “Si continúan las limitaciones de aforo y los toques de queda, la gente no va a viajar. Nadie quiere ir a la playa para toparse con un soldado y que lo multen”, explica.
EFECTO REBOTE
Con Fox coincide Sergio Rivas, gerente de Operaciones de la cadena de hoteles Costa del Sol, que tiene presencia en todo el Perú, incluidos Trujillo, Chiclayo, Piura y Tumbes.
“Hoteles formales como los nuestros cumplen con todos los protocolos. Poner cortapisas al uso de piscinas o a la atención en los restaurantes, sólo va a empeorar la situación”, indica.
En el norte, Costa del Sol está operando con el 50% de ocupación, cuando la expectativa para estas fechas era hacerlo con entre el 70% y 80%.
“Estamos valiéndonos de una escala tarifaria bien flexible, con promociones y servicios ‘ad hoc’, por ejemplo, para quienes lleguen a nuestros hoteles a trabajar por largas estadías”, comenta Rivas a Día1.
La proyección es recuperarse desde Semana Santa y con un pico de ocupación en julio, estima. ¿Lo lograrán?
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