Con el último Decreto de Urgencia (DU), las inyecciones del MEF a Petro-Perú con “el dinero de todos”, del 2017 a la fecha, alcanzarían los US$5.000 millones; monto astronómico que lamentablemente sería insuficiente, dado el déficit de capital de trabajo a nivel operativo (i.e. caja, cuentas por cobrar a clientes e inventarios vs. préstamos bancarios para capital de trabajo y líneas de crédito de proveedores) que al 30 de junio 2024 totalizó US$1.268 millones.
La reprogramación de vencimientos y capitalizaciones de deudas en el DU 013-2024 no aliviarían este déficit en tanto solo afectarían los pasivos con el MEF. El nuevo préstamo del Banco de la Nación por US$1.000 millones solo reemplazaría la deuda vencida de corto plazo a proveedores con deuda corriente -también de corto plazo-. Esto, con aval del MEF.
Si el pasado es útil para predecir el futuro, este “préstamo” solo sería un aporte del MEF temporalmente “disfrazado” de acreencia a fin de eludir las limitaciones presupuestales de ley.
Luego de los referidos US$1.000 millones de aporte disfrazado de préstamo, la petrolera estatal se quedaría con -US$268 millones de déficit en el aire. Dadas las pérdidas generadas por la merma en participación de mercado (de 51% a 26% desde fines del 2019 a la fecha), así como por la producción de un gran volumen de residuales (consecuencia de los desperfectos en las unidades de Flexicoking FCK y Craqueo Catalitico FCC) la empresa necesitaría incrementar ventas para generar mayores utilidades, lo cual conllevaría a una mayor necesidad de capital de trabajo para financiar mayores cuentas por cobrar e inventarios.
Si incorporamos al análisis las compras del crudo pesado correspondientes al 70% de la carga de la Nueva Refinería de Talara (NRT) es decir crudo Napo ecuatoriano –que según dicen se estarían haciendo en la “petrolera de todos” a vista y paciencia de moros y cristianos a precios superiores a los del crudo ligero correspondiente al 30% de la carga, es decir crudo ONO peruano–, así como los pagos a los contratistas de la NRT que aún puedan estar pendientes y los egresos extraordinarios que se tengan que hacer bajo el programa de “retiro voluntario”, es altamente probable que un nuevo rescate sea necesario antes de julio 2025.
Definitivamente no hay forma que entre setiembre 2024 y julio 2025, Petro-Perú pueda generar los US$1.000 millones y S/500 millones de flujo libre de caja que necesitaría para, de acuerdo con el DU 013-2024, cancelar a esa fecha el vencimiento de las obligaciones nacidas en mérito a los DU 023-2022 y 004-2024, reprogramadas en base a otro DU, el 013-2024. Si a eso le sumamos la obligación de pago en setiembre 2025 de los US$1.000 millones que el Banco de la Nación le estaría prestando ahora, la necesidad de un futuro nuevo rescate sería inminente.
Si a los US$4.000 millones inyectados por el MEF entre enero 2017 y junio 2024 le sumamos los US$4.300 millones levantados por la empresa en los mercados de capitales durante ese mismo lapso de tiempo y comparamos el total con la suma de los US$6.500 millones de costo de la NRT a diciembre 2023 (según los auditores externos 2017-2023) y los US$1.100 millones de pérdida neta agregada de enero 2017 a junio 2024, tendríamos un saldo positivo que no calzaría con los -US$3.200 millones de déficit de liquidez reportados por la empresa a junio 2024.
Lo que urge hoy es que los US$1.000 millones “frescos” que el MEF estaría poniendo vía Banco de la Nación no se transfieran directamente a proveedores (como se hizo con los anteriores paquetes de ayuda) sino a un fideicomiso que sirva para garantizar créditos bancarios de corto plazo (por montos mayores, obviamente) destinados a pagar a esos proveedores.
Al fideicomiso deberían entrar también las cuentas por cobrar e inventarios que hoy figuran en el balance y las correspondientes adiciones que se generen de aquí en adelante; esto a fin de que los flujos a ser generados por la venta de inventarios y la cobranza de las cuentas por cobrar sirvan para el pago de los créditos de corto plazo otorgados a partir de la fecha por bancos comerciales y proveedores, con el respaldo del fideicomiso.
Esto detendría el desvío de fondos operativos de corto plazo al pago de los sobrecostos del proyecto NRT (y de las pérdidas generadas por el retroceso en la participación de mercado y/o los desperfectos en la FCK y FCC); desvíos que desde el 2017 han venido causando un recurrente déficit de capital de trabajo que parecería no tener cuando terminar.
Como decía Einstein, hacer más de lo mismo esperando un resultado distinto es síntoma de demencia.