(Foto: GEC)
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Daniel Barco

Durante la pandemia, el mercado laboral recibió un fuerte golpe y aún no ha logrado recuperarse totalmente. A nivel nacional, el poder de compra de los salarios se ha reducido más de 15% respecto del 2019, lo que coincide con el aumento de la pobreza e inseguridad alimentaria en el país. La calidad de los empleos también se ha deteriorado, expresándose en un aumento del subempleo y la informalidad. Esta situación no reviste mayor sorpresa si consideramos que el PBI acumula una caída de 0,6% hasta agosto y la inversión privada se redujo 10% en el primer semestre del año.

Además, visto en perspectiva, obtener un buen empleo ha sido difícil de alcanzar para la mayoría de los peruanos en los últimos 40 años, o más. Si bien el poder de compra promedio de los salarios aumentó 36% durante la década del boom minero (2004-2013), la calidad del empleo varió poco, de tal manera que en la actualidad se ubica por debajo del de la mayoría de los países de América Latina (AL). Una manera de verificarlo es comparando la proporción de trabajadores que no acceden a un empleo dependiente en una empresa o en el sector público. En el Perú, casi la mitad de los trabajadores laboran por cuenta propia, muy por encima del promedio de 32% para AL, o del 29% que ostenta Chile, y solo por debajo del 60% que registra Bolivia. En esta categoría están incluidos los trabajadores independientes que, según los datos del INEI, cuentan con un ingreso promedio por debajo de la remuneración mínima vital, así como los trabajadores que no serían remunerados con dinero, sino con bienes o servicios. Además, entre los dependientes, aproximadamente la mitad se encuentra empleado en empresas pequeñas, de 10 trabajadores o menos. Solo el 17% de la población ocupada trabaja en empresas privadas de más de 10 trabajadores, mientras que el 8% restante trabaja en el sector público.

La baja calidad de las ocupaciones tiene implicancias sobre la productividad e ingresos. La OIT calcula que la productividad promedio de la fuerza laboral peruana es casi un tercio de la de Chile y 30% más baja que la de Colombia. En esta línea, la evidencia muestra que los trabajadores por cuenta propia o en empresas pequeñas tienden a ser menos productivos. Una publicación reciente del Banco Mundial muestra que en la medida que la proporción de trabajadores que laboran por cuenta propia o en empresas pequeñas (de menos de 10 trabajadores) es mayor, el PBI per cápita de los países respectivos tiende a ser menor, mientras que la desigualdad tiende a ser mayor. Las limitaciones sobre la productividad que imponen las ocupaciones de los peruanos también se ven reflejadas en las estadísticas que señalan que tres de cada cuatro trabajadores son informales y siete de cada diez ciudadanos son pobres o vulnerables.

Crear empleos más productivos y mejor remunerados pasa por impulsar el crecimiento económico basado en el crecimiento de las empresas. En las últimas dos décadas, la responsabilidad del crecimiento recayó principalmente en la minería. Esto ha reportado importantes beneficios al Perú, en términos de crecimiento de la inversión, exportaciones y recursos fiscales. Su impacto sobre el empleo también es positivo, aunque limitado. La minería solo emplea al 1,25% de la fuerza laboral y, aun tomando en cuenta su capacidad de crear empleos indirectos, su impacto total no llegaría al 10% de la población ocupada. Para conseguir un impacto más amplio sobre el empleo, la productividad y salarios, y por ende reducir pobreza y desigualdad, el Perú necesita crecer más y mejor. Esto requiere volver a encender los “motores” de los sectores con ventajas naturales, como la minería, la agroindustria y el turismo, y complementar esta estrategia con un paquete integral de medidas transversales que alienten el crecimiento de las empresas. Estas medidas están vinculadas a reducir obstáculos a la contratación formal, revisar esquemas tributarios de pequeñas empresas, mejorar la seguridad ciudadana y la provisión de justicia, reducir el costo de registrar colaterales y transferir activos, y mejorar la calidad de resto de servicios públicos.

En marzo último, Datum preguntó a sus encuestados “En estos momentos, ¿cuáles son los tres temas que más le preocupan?” Como era de esperarse, la crisis económica ocupó el primer lugar, mientras que dos de las siguientes tres posiciones fueron ocupadas por “la falta de empleo” y “el dinero no me alcanza.” A diferencia de los escándalos de la corrupción y las disputas políticas, son raras las ocasiones en que los temas ligados al empleo consiguen llenar las portadas de los diarios. Queda claro, sin embargo, que es una prioridad para los peruanos. ¿Cuándo nos pondremos del lado de las necesidades más apremiantes del ciudadano?

Daniel Barco es economista país senior del Banco Mundial.