En palabras del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), la madre siempre será la persona más cercana para acompañarnos a través de toda la trayectoria vital. Desde nuestro primer respiro, mamá es nuestro primer contacto con el mundo, por lo que la fuerza del vínculo que mantenemos con ella es evidente. No obstante, como dice el proverbio conocido: ‘todo en exceso es dañino’. Por ello, para quienes han transformado este apego materno en algo excesivo, se generó el término ‘mamitis’. En esta ocasión, conversamos con tres especialistas en psicología sobre el tema.
“El apego materno es algo muy importante en el crecimiento y el desarrollo de una persona, pues implica el elemento de la seguridad, la confianza, el cuidado y el sentirse amado. La ‘mamitis’, a pesar de no ser un diagnóstico oficializado, se utiliza para denominar a las personas que tienen un apego excesivo hacia la madre, el cual puede deberse al rol sobreprotector o controlador que ella ha ejercido en su vida desde la niñez”, estableció Antonella Galli, psicóloga de la Clínica Ricardo Palma.
¿En qué consiste la mamitis?
Primero, es preciso mencionar que, al margen de los diagnósticos y encuadres clínicos, la llamada “mamitis” no puede salirse de contexto. “Un niño que está en pleno proceso de aprender a autorregularse, que recién está comenzando a conocer el mundo, a saber qué le gusta y qué le atemoriza, necesita todas las estrategias de contención posible. La mejor de ellas es el apego seguro, el amor de mamá y los brazos de papá para sentirse seguro y crecer sano, sabiendo que puede confiar en sus referentes y que, si tiene la necesidad de correr a llorar, mamá o papá están para apoyarlo, escucharlo, abrazarlo y orientarlo”, aclaró la Mag. Ana Lorena Elguera Pajares, Directora de la Carrera de Psicología de Universidad San Ignacio de Loyola (USIL).
Luego, con eso en mente, la Mag. Ruth Kristal, psicóloga de SANNA Clínica San Borja, sostuvo que la ‘mamitis’ hace referencia a la marcada dependencia del niño, joven e incluso adulto respecto a su madre. “Si el niño depende demasiado de la madre, si no logra hacer las actividades correspondientes a su edad por sí mismo, si necesita consultarlo todo con ella, sin poder asumir su responsabilidad, tomar sus decisiones, etc.; siempre de acuerdo con lo esperado para su edad. Estamos hablando de un problema de “separación – individuación”, lo que equivale a tener la llamada mamitis”, añadió la experta.
La Mag. Kristal también hizo hincapié en que, aunque el origen de la mamitis no siempre es preciso, suele deberse a que no se estableció un vínculo adecuado entre la madre y el bebé. Por ende, es vital que la madre procure fomentar la independencia gradual de su bebé, no la dependencia. “Hay madres que necesitan que su hijo dependa de ellas, por lo que les transmiten miedos, ansiedades y/o angustias”, aseveró.
En ese sentido, Antonella Galli mencionó que esta dependencia también puede generarse debido a una intensa sobreprotección excesiva por parte de la madre durante la niñez, la cual puede deberse al egocentrismo de la misma o a un sentimiento excesivo de apego hacia su hijo.
¿La mamitis es normal hasta cierta edad?
Conforme a la Mag. Elguera Pajares, no es posible señalar de manera rígida una edad exacta, más sí se pueden encontrar ciertas etapas del crecimiento en donde los niños van a ir ganando mayor seguridad. “La etapa escolar es, por ejemplo, una etapa en donde los niños suelen ‘separarse de mamá' por primera vez, así que no es difícil pensar que esos primeros días de colegio son días grises, de llantos, en algunos casos, y es precisamente donde tenemos que volcar amor y paciencia. No solo para el niño, sino para mamá también, porque tiene que enfrentarse a sus peores miedos y la ansiedad de separarse de su retoño”, sostuvo la psicóloga.
En esa línea, es fundamental tener en consideración que se trata de un proceso de separación e individualización, el cual comienza a los dos años y es gradual y progresivo. “El niño necesita volverse cada vez más autónomo a partir de esas edades. Si el niño es incapaz de separarse de la madre, llora, hace pataletas o no funciona sin ella, se considera algo patológico. A medida que crece el niño y sigue con actitudes dependientes, entendemos que este proceso no se ha logrado y puede durar hasta la adolescencia e incluso la edad adulta”, agregó la Mag. Kristal.
La especialista de SANNA Clínica San Borja destacó que cada etapa de la niñez implica un grado de autonomía e independencia. Durante este proceso, el niño debe aprender a dormir solo, a vestirse, comer y a quedarse solo en el colegio. Si no lo logra en el plazo mencionado, ahí se puede empezar a hablar de un posible caso de ‘mamitis’.
¿Cuáles son los síntomas de la mamitis?
La Directora de la Carrera de Psicología de la USIL incluyó los siguientes síntomas para identificar un posible caso de mamitis:
- Mala gestión de las emociones: Por ejemplo, llantos desmedidos y falta de capacidad para regular sus emociones.
- Falta de educación: No pide las cosas, las exige. Si no logra obtener lo que quiere, puede acudir a la violencia.
- Inseguridad: No siente confianza en sí mismo frente a otras personas.
- No disfruta de la compañía de otros: Valora el acompañamiento de mamá por encima del resto de miembros de la familia.
- Temor al socializar: Se muestra temeroso al momento de ejercer contacto con otras personas, sobre todo en lugares nuevos.
“Por lo general, será preocupante cuando sabemos que el niño podría ejecutar las acciones solo, pero llora, se atemoriza o exige la presencia de mamá de todas maneras. En ese momento podremos decir que es algo preocupante. Pensemos también que todos los niños tienen niveles de neurodesarrollo distintos. Por ejemplo, un niño neurotípico y un niño neurodiverso atraviesan distintos procesos de adaptación, por lo que las estrategias y la acción no puede ser las mismas, sino que dependen de su nivel de autonomía emocional y la forma en que se adapta al entorno”, desarrolló la Mag. Elguera.
Para identificar esta situación, la Mag. Kristal también agregó que es esencial observar cómo toman decisiones los chicos. “Si, más adelante, los jóvenes no son capaces de tomar decisiones solos debido a que necesitan preguntarle todo a su madre y buscar su permanente aprobación, es un signo claro de inmadurez y ‘mamitis’”, enfatizó la especialista de SANNA.
¿Cómo puede afectar la mamitis en la vida adulta?
Kristal afirmó que el adulto con mamitis va a tener dificultades de tomar decisiones, de construir su propio hogar, de darle al hogar que construya la centralidad e importancia que merece.
“El mayor problema es la dependencia aprendida que se puede generar si no se logra desarrollar madurez emocional. La vida adulta requiere un gran sentido de autonomía y responsabilidad emocional que nos permita hacernos cargo de nuestra vida desde la cotidianidad y la proyección a futuro”, recalcó Elguera Pajares.
Por ello, la experta de la USIL aseguró que el mejor legado que una madre puede dejarle a sus hijos es la educación, vista también por el lado emocional. “Debemos permitirles que desarrollen el pensamiento crítico propio, el cual es necesario para que puedan elegir sobre la base de lo que sea conveniente y saludable para ellos”, resaltó.
¿Cómo se puede combatir la mamitis?
“Primero, dar amor; segundo, dar amor; tercero, dar amor. No existe una fórmula única para la crianza, sino la estrategia de dar amor. Y amor también implica enseñar, generar disciplina, instruir sobre “los no negociables” de casa y en la familia. Tener paciencia no es tarea sencilla. Los adultos responsables del niño pueden hablar en casa sobre cómo brindar contención no únicamente para el niño, sino también para el cuidador responsable en ese momento de generar amor y disciplina. Porque esa persona adulta probablemente también está en proceso de sanar sus propias heridas de la infancia y necesita la contención que le permita ser una mejor madre o un mejor padre”, aconsejó Ana Lorena Elguera.
En relación a ello, recomendó dejar que los chicos hagan las cosas por sí mismos, aunque a veces de miedo. Igualmente, permitir una ligera dosis de frustración en el día para entrenar la tolerancia a ella, así como autorregularse para enseñarles a hacerlo. “Lo más importante es amar con todo el corazón, pero, sobre todo, amarnos a nosotras mismas para estar en la mejor posición posibles para criarlos de manera saludable. Difícil, pero no imposible”, asintió.
Si a la madre le cuesta generar emitir esa confianza hacia su hijo, la Ruth Kristal comentó que la terapia puede ser de mucha utilidad para permitir que los hijos crezcan sin llenarlos de angustia.