En ese largo proceso que significó la independencia americana, en diciembre de 1820 se desencadenaron dos hechos significativos que marcaron el inicio del fin del régimen virreinal en el Perú: la campaña del general Antonio Álvarez de Arenales en la sierra central, desarrollada no solo con un ejército regular, sino con el apoyo de las poblaciones locales, y la adhesión de la gran intendencia de Trujillo —que comprendía gran parte del norte y oriente peruano— a la causa libertadora.
Sobre estos dos hechos, que fueron decisivos para que San Martín pudiera ingresar a Lima en los primeros meses de 1821, conversamos con la historiadora Natalia Sobrevilla, quien es una de las participantes hoy en la octava Cátedra Bicentenario, actividad que estará dedicada a analizar estos acontecimientos.
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Si bien San Martín no libró una gran batalla contra el ejército realista, la campaña de la sierra de Arenales sí fue clave para lograr su cometido de sitiar Lima, ¿en ese contexto por qué fue importante el triunfo en Pasco?
El triunfo en Pasco (6 de diciembre de 1820) fue muy importante porque dejó en claro que era posible pelear en altura donde los realistas solían tener ventaja. El lugar era estratégico por tres motivos, por un lado, estaba cerca del centro minero más importante del virreinato, por el otro estaba en la misma latitud que Huacho, donde estaba el centro de operaciones de San Martín y, por último, porque de esta manera se cerraba la maniobra de pinza que cercaba a la ciudad de Lima por el mar y por los Andes.
El éxito de Arenales se debió a su estrategia para movilizar a las poblaciones locales a través de guerrillas y montoneras, ¿cuál fue la dimensión de la participación popular en las fuerzas de Arenales y también en las fuerzas realistas?
Arenales era un guerrero experimentado que había luchado por muchos años en las campañas en el Alto Perú, en el territorio que es hoy Bolivia, justamente, haciendo uso de la guerra de guerrillas. Conocía entonces las técnicas y había peleado por muchos años al lado de poblaciones andinas, así que le fue fácil entenderse con las montoneras que ya estaban en actividad en la sierra central. Contaba, además, con el apoyo de Francisco de Paula Otero que tenía conexiones muy importantes en la región. La participación popular fue, efectivamente, tanto con Arenales como con los realistas ya que hubo una gran variación en el apoyo de los indígenas, quienes se decidieron por unos u otros dependiendo de las circunstancias.
¿Y las mujeres también cumplieron un papel en esta gesta?
Las mujeres participaron también, la mayoría apoyando a sus maridos e hijos, algunas como las rabonas acompañándolos en campaña ya que en este tiempo toda la familia iba a la guerra.
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La independencia de Trujillo
Otro hecho relevante en esta primera etapa de la independencia fue la adhesión de la intendencia de Trujillo a la causa de San Martín, lo que determinó que el norte peruano se declare libre entre diciembre de 1820 y enero de 1821, ¿qué hechos contribuyeron a ello? ¿Por qué no hubo una respuesta mayor de las autoridades virreinales que más bien se refugiaron en el Cusco, que se convirtió en el último bastión realista?
El norte del Perú se decidió por la independencia cuando vio que estaba cada vez más cercado por los independentistas. Guayaquil se declaró independiente el 9 de octubre (de 1820) y las tropas de Bolívar avanzaban sobre la Audiencia de Quito, mientras que la expedición libertadora estableció su cuarte general en Huacho en noviembre, cortando de esa manera la conexión entre el norte y Lima. La declaración de independencia en Chile y la importancia de las conexiones comerciales entre la elite del norte que vendía azúcar en Valparaíso y compraba harina convenció a muchos que la independencia les sería conveniente. Las autoridades virreinales estaban divididas y fue por eso que la mayoría de oficiales venidos de la península se sublevaron contra el virrey Pezuela en el cuartel general de Azanapuqio en enero de 1821. La decisión de ir a la sierra se debió a que no era posible retomar el norte sin el control del mar que habían perdido con la toma de la fragata Esmeralda en diciembre de 1820. El sur era particularmente difícil de tomar dada la geografía y los realistas contaban con el apoyo de las elites de Arequipa, Cuzco y Puno, donde la segunda implantación de la constitución de Cádiz fue particularmente bienvenida.
El ingreso de San Martín a Lima
¿Cuál fue el papel de la elite limeña en esta etapa? La pregunta tiene que ver con su apoyo a San Martín y un ingreso si se quiere cómodo a la capital más importante de los dominios españoles en América del Sur.
La elite limeña estuvo dividida en su apoyo a San Martín, algunos como José de la Riva Agüero habían alentado su venida desde el inicio, pero muchos se mantenían fieles a la corona. Un ejemplo es Hipólito Unanue que fue uno de los comisionados del virrey para buscar acordar un armisticio con San Martín en septiembre de 1820. Pero una vez que La Serna y el ejército realista dejaron la capital, el miedo a la plebe y al desorden llevó a muchos de los que no habían apoyado inicialmente a San Martín a cambiar de opinión, y fue por ello que lo invitaron a entrar a la ciudad con sus hombres para imponer orden.
El dato
Natalia Sobrevilla, doctora en Historia Latinoamericana por la Universidad de Londres, y los historiadores Ascensión Martínez, Gustavo Montoya, Nelson Pereyra y el educador Pío Mendoza participan el lunes 14 de diciembre, desde las 11:00 a.m., en la Cátedra Bicentenario. Los interesados para participar pueden inscribirse en https://bicentenariodelperu.pe/catedra/ y la charla se transmitirá de manera gratuita a través de la plataforma Zoom y se transmitirá por Facebook Live desde la cuenta oficial del Proyecto Bicentenario https://web.facebook.com/bicentenariope
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