
En la inmensidad de nuestro vecindario cósmico, a veces aparecen visitantes que no pertenecen al Sistema Solar. Uno de ellos es 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar identificado hasta ahora cuyo comportamiento sigue sorprendiendo a la comunidad astronómica.
Después de su acercamiento máximo al Sol, registrado el 30 de octubre, observaciones del Hubble y del James Webb confirmaron una velocidad extraordinaria: 57 kilómetros por segundo (205,200 km/h), más del doble de la que alcanzó Oumuamua en 2017.
Esa rapidez sería imposible para un objeto atrapado por la gravedad del Sol; sin embargo, dado que 3I/ATLAS no está sujeto a la gravedad del Sistema Solar, su comportamiento es totalmente diferente.
Precisamente, esa libertad es lo que lo diferencia de los cuerpos que nacen cerca del Sol. Su trayectoria revela que no se originó aquí y que solo está cruzando la región antes de desaparecer hacia el espacio profundo.

La distinción entre un cometa local y un visitante interestelar se encuentra en la forma de su órbita. Mientras los objetos del Sistema Solar se mueven en trayectorias cerradas, generalmente elípticas, los viajeros externos siguen órbitas hiperbólicas o abiertas, lo que significa que no volverán nunca.
Ese es exactamente el caso de 3I/ATLAS, cuya ruta demuestra claramente que su paso es temporal.
Los datos calculados muestran que su energía cinética supera en todo momento la influencia del Sol. Eso significa que se aproxima, cambia de dirección y se va sin que nada logre detenerlo. Lejos de frenarlo, la gravedad solar actúa como un impulso adicional que aumenta aún más su velocidad a medida que abandona la región.
Imaginemos: ¿qué pasaría si un objeto interestelar como 3I/ATLAS impactara contra la Tierra?
El 24 de noviembre se dio a conocer un estudio que exploró un escenario extremadamente improbable, pero científicamente válido: ¿qué ocurriría si un objeto interestelar como este impactara contra la Tierra?
Para ello, los investigadores generaron 26 mil millones de trayectorias sintéticas, basadas en movimientos de estrellas enanas cercanas y ajustes gravitatorios solares, y luego permitieron que millones de rutas virtuales chocaran contra la Tierra en un modelo puramente estadístico.
El resultado fue sorprendente: un cuerpo similar a 3I/ATLAS colisionaría con nuestro planeta a una velocidad cercana a los 72 km/s, muy por encima de la mayoría de los meteoroides del Sistema Solar, que alcanzan entre 11 y 30 km/s.

A tales velocidades, incluso fragmentos pequeños tendrían un potencial destructivo notable. Por fortuna, la posibilidad de un impacto real es prácticamente insignificante.
Hasta hace pocos años, la idea de que objetos de otras estrellas ingresaran a nuestro entorno parecía más teórica que real.
Oumuamua abrió la discusión, Borisov la consolidó y ahora 3I/ATLAS sugiere que estos visitantes podrían ser más comunes de lo que imaginábamos, solo que son demasiado veloces o débiles para ser detectados con facilidad.
Según el estudio, muchos seguirían patrones influenciados por el desplazamiento del Sol en la galaxia, lo que explica por qué cruzan nuestro espacio como mensajeros fugaces.

Si nada altera su viaje, 3I/ATLAS seguirá acelerándose mientras se aleja, pues no tiene órbita que cumplir ni ciclo que repetir.
Su visita nos recuerda que el Sistema Solar no es un refugio aislado, sino un punto de paso dentro de un mapa galáctico mucho mayor.
Mientras 3I/ATLAS se aleja, cabe hacernos una pregunta algo inquietante: ¿cuántos objetos interestelares habrán pasado cerca de la Tierra sin que lo sepamos? Y más aún, ¿cuántos podrían estar cruzando nuestro vecindario cósmico en este mismo momento sin ser detectados?
¿Por qué algunos expertos creen que 3I/ATLAS es mucho más que un simple cometa?
El cometa 3I/ATLAS fue objeto de especulación debido a una serie de características altamente inusuales que desafían las explicaciones convencionales.
Sus anomalías incluyen una aceleración no gravitacional excepcionalmente grande que no puede justificarse completamente por la desgasificación normal del hielo (el “efecto cohete”), lo que requeriría una pérdida de masa inverosímil.
Además, su composición química es atípica, mostrando niveles inusuales de dióxido de carbono y níquel frente a otros elementos, sugiriendo que se formó en un entorno químico muy distinto y con una antigüedad estimada de hasta 7000 millones de años o más, siendo más viejo que el propio Sistema Solar.

Todo lo anterior, sumado a su inusual impulso extra, la ausencia de una gran nube de gas que justifique la aceleración, o el chorro de material (anticola) apuntando hacia el Sol, llevaron a algunos científicos, como el astrofísico Avi Loeb, a considerar hipótesis más especulativas, planteando que estaríamos ante una estructura de origen artificial o tecnológico.
Lo cierto es que, tras la conferencia de prensa de la NASA, esta hipótesis ha sido totalmente descartada; no obstante, los expertos destacan que, al provenir de fuera del Sistema Solar, estamos ante un cuerpo celeste que se comporta de manera única y anómala.
Las investigaciones y la difusión de imágenes continuarán conforme se obtengan nuevos datos.
Cuándo será la máxima aproximación del cometa 3I/ATLAS a la Tierra
La fecha de su máxima aproximación (perigeo) a la Tierra ocurrirá el:
- Fecha: 19 de diciembre de 2025
- Distancia: Aproximadamente 1.8 Unidades Astronómicas (UA), que equivale a unos 270 millones de kilómetros.
Esta distancia es casi el doble de la distancia promedio entre la Tierra y el Sol, por lo que el cometa está muy lejos y no representa ningún peligro para nuestro planeta.
Qué pasará el 19 de diciembre, fecha del máximo acercamiento a la Tierra del cometa interestelar 3I/ATLAS
El 19 de diciembre de 2025 será la fecha del máximo acercamiento a la Tierra del cometa interestelar 3I/ATLAS.
La importancia de este día radica en que será el mejor momento para intentar la observación de este viajero cósmico. Se espera que el cometa sea visible en el cielo matutino, moviéndose cerca de constelaciones como Virgo y Leo.
Aunque es poco probable que sea visible a simple vista, astrónomos aficionados con telescopios pequeños tendrán una excelente oportunidad para capturar datos e imágenes de este cometa de alta velocidad.
Una vez que pase este punto, 3I/ATLAS continuará su camino hacia los confines del Sistema Solar, abandonándolo de forma permanente.
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