
En Estados Unidos, historias como la de un infante de Marina que implora que no deporten a su madre, o la de una mujer que, tras ser diagnosticada con cáncer, optó por autodeportarse, se han vuelto más frecuentes. Ahora, se suma un nuevo caso que ha generado indignación: el de Ismelda Soriano y su familia, obligados por ICE a abandonar el país pese a la grave enfermedad de su hijo menor.
Después de más de una década y más de $50,000 invertidos en su lucha legal, Ismelda Soriano enfrenta la dura realidad de tener que abandonar Estados Unidos junto a su familia. Su hijo menor, David, ciudadano estadounidense de cinco años, padece miastenia grave, una enfermedad neuromuscular crónica que requiere atención médica constante. La familia llegó a EE.UU. en 2014 huyendo de la violencia en Guatemala, con la esperanza de construir un futuro mejor.

Ismelda recuerda aquel día cuando cruzaron la garita de San Isidro, ella joven madre y sus hijas aún bebés, buscando asilo. Desde entonces, han pasado más de 10 años en los que han gastado decenas de miles de dólares en abogados y apelaciones para quedarse. Sin embargo, su caso fue finalmente rechazado en 2024, a pesar de que el gobierno les otorgó una prórroga por razones humanitarias debido a la condición de salud de David.
“Ya son más de 50 mil dólares durante estos años que hemos venido pagando por las apelaciones”, contó Ismelda. “Hemos trabajado todos estos años para sacar adelante a nuestros hijos y nuestra familia, y llegar hasta este punto”. Ella ha limpiado casas y cuidado adultos mayores, haciendo lo imposible para mantener a su familia y pagar las cuentas.
El pasado 1 de agosto, ICE les notificó oficialmente que su solicitud para extender su estadía fue denegada. César Luna, abogado de inmigración que recientemente asumió el caso, calificó la decisión de “inhumana”. “Estamos hablando de una situación donde una deportación probablemente afectará la salud y calidad de vida de uno de los ciudadanos de esa familia”, dijo.
Los médicos del hospital infantil Rady en San Diego, donde David recibe tratamiento mensual, advirtieron en una carta que, si la enfermedad no se trata adecuadamente, puede agravarse y poner en riesgo la vida del niño. A pesar de esta evidencia médica, la negativa del gobierno mantiene la orden de salida para la familia Soriano.

Ismelda, consciente de las dificultades que enfrentarán en Guatemala, donde el acceso al tratamiento para la miastenia grave es limitado, se aferra a la esperanza. “Por ahora solo me queda implorar un milagro, que Dios pueda tocar sus corazones y puedan ayudarme a mí y a mi hijo para que él pueda seguir teniendo su tratamiento”, expresó con tristeza.
La familia Soriano ahora espera la fecha que ICE les indique para salir del país, mientras enfrentan un futuro incierto lleno de desafíos médicos y emocionales.

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