“La era dorada de las relaciones entre el Reino Unido y China han terminado”. El primer ministro británico, Rishi Sunak, fue tajante al considerar que las tensiones entre ambos países han llegado a uno de sus puntos máximos tras la detención de un periodista de la BBC mientras cubría unas inéditas protestas en Shanghái.
La era dorada no es una frase antojadiza. La dijo David Cameron en el 2015, cuando estuvo al frente del Gobierno Británico y reforzó los lazos económicos con el gigante asiático e incluso invitó a Xi Jinping a tomar una cerveza en un pub.
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De aquella época ya queda poco. “Reconocemos que China plantea un desafío sistémico a nuestros valores e intereses, un desafío que se agudiza a medida que avanza hacia un autoritarismo aún mayor”, ha dicho Sunak el lunes, aprovechando su primer gran discurso de política exterior en el tradicional acto anual en el Guildhall, sede de la alcaldía de la City de Londres.
El arresto y agresión contra el periodista Ed Lawrence desató la furia de Londres, que no dudó en convocar al embajador chino, Zheng Zeguang, al Ministerio de Asuntos Exteriores para expresarle su molestia por lo ocurrido.
Según la BBC, Lawrence fue “arrestado, esposado, golpeado y pateado” por las fuerzas de seguridad de Shanghái durante una protesta por las restricciones impuestas por China como parte de su rigurosa política de Cero Covid.
“Es increíblemente importante que protejamos la libertad de prensa, que los periodistas puedan dedicarse a sus actividades, sin ser molestados y sin miedo a ser atacados”, expresó el jefe de la diplomacia británica, James Cleverly.
Relaciones deterioradas
Los lazos entre ambos países se deterioraron durante los últimos años debido al veto británico a empresas chinas como la gigante tecnológica Huawei, a las críticas a la Ley de Seguridad de Hong Kong o de las sanciones impuestas a funcionarios chinos por el trato hacia la minoría uigur en la región de Xinjiang.
En el 2021, el Reino Unido formó junto a Estados Unidos y Australia la alianza AUKUS, con el fin de neutralizar la influencia de China en el Indopacífico, una región considerada estratégica.
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En agosto pasado, los jefes de los servicios de Inteligencia del Reino Unido y Estados Unidos realizaron una inédita conferencia en la que advirtieron que, si bien el enfoque de la comunidad internacional está puesto en la invasión rusa de Ucrania, es China la que representa la amenaza más peligrosa a largo plazo para la seguridad de Occidente.
Como recuerda el diario “El Confidencial”, el director del FBI, Christopher Wray, y el director general del MI5, Ken McCallum, acusaron a Beijing de llevar a cabo una gran ofensiva económica y política secreta que está saqueando miles de millones de dólares en tecnología avanzada, tratando de influir en los procesos electorales de países occidentales e infiltrándose en el mundo académico.
Ante ello, la Cancillería china advirtió que “es irresponsable que ciertos políticos británicos exageren la ‘amenaza de China’ o culpen a China de todo, y hacerlo tampoco es algo que va a resolver los problemas del Reino Unido”.
Socio comercial
Sin embargo, los británicos saben que no pueden voltearle la cara a China pues es su tercer socio comercial más importante, después de la Unión Europea y Estados Unidos, con un comercio total de bienes y servicios valorado en 111.000 millones de dólares entre los dos últimos años.
De hecho, antes de entrar al gobierno, Sunak era considerado proBeijing frente a Liz Truss, que tenía una postura más dura respecto a China, algo que terminó reconociendo el actual primer ministro al señalar que la referida “era dorada” entre ambos países suponía “la ingenua idea de que el comercio llevaría automáticamente a la reforma social y política”.