La cifra de muertos por nuevos choques entre tribus en el sureste de Sudán aumentó a 18 y otras 21 personas resultaron heridas, mientras que miles de personas se han visto forzadas a dejar su hogar, informaron este viernes fuentes oficiales.
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El Comisionado para la Ayuda Humanitaria en el Estado del Nilo Azul (sureste), Ramadán Yassin Hamed, afirmó que hasta el momento se han contabilizado 18 decesos y 21 heridos en choques entre las tribus Hausa (árabe) e Ingessana (africana) en la región de Quneis, según un comunicado.
Como resultado, “unas 2.000 personas se vieron desplazadas a las ciudades de Damazin y Wad al Mahi”, aseguró.
Ahmed al Omda, gobernador de la región del Nilo Azul, dijo a la radio oficial de Omdurman que los enfrentamientos comenzaron ayer, jueves, por la noche.
Según la fuente, la tensión empezó con la vuelta de desplazados que pertenecen a la tribu Hausa que dejaron sus casas el pasado julio y fueron alojados en algunas escuelas, un movimiento que rechazó la tribu Ingessana, lo que causó nuevos enfrentamientos.
Al Omda indicó que el comité de seguridad de la región organizó una reunión urgente con su presidencia y decidió restablecer en toque de queda en las ciudades de Damazin y Rusire, a partir de las 8 de la noche hasta las 5 de la mañana.
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Además, se ha decidido formar un comité de investigación para conocer “las causas de la vuelta de los enfrentamientos violentos a la escena, con la presencia de miembros de las fuerzas de seguridad, militares y de la Fiscalía”, aseveró.
Estos choques se producen tan solo un mes después de que las tribus firmaran un acuerdo de reconciliación tras otros enfrentamientos étnicos que dejaron 130 muertos en la misma región.
La tribu Ingessana rechaza otorgar a la tribu Hausa, que tiene mucha presencia en el país africano, la administración civil de la regiones donde viven, porque no los consideran nativos y propietarios de las tierras donde viven y, por tanto, deberían ser expulsados de la región.
Los choques violentos entre la miríada de tribus que habita Sudán son habituales, aunque estos estallidos han aumentado en los últimos meses en medio de la grave crisis económica y política, provocada esta última por un golpe de Estado militar en octubre pasado que interrumpió un proceso de transición democrática iniciado en 2019.