El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, aseguró este viernes que los disturbios y saqueos en su país fueron provocados y planificados. El mandatario se expresó al respecto desde la provincia de Kwazulu-Natal (este), epicentro de la violencia que ha dejado 212 muertos en una semana.
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La situación “vuelve gradualmente pero firmemente a la normalidad”, declaró la ministra de la Presidencia, Khumbudzo Ntshavheni, en una rueda de prensa donde informó que el balance de fallecidos se había elevado de 117 a 212 y los arrestos se cifran ya en 2.554, en la última jornada.
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La mayoría de nuevos decesos (89) corresponden a la región de Kwazulu-Natal, que registró 1.488 nuevos incidentes en la noche anterior. En cambio, la situación parece más calmada en la zona Johannesburgo, capital económica del país, donde se añadieron otras seis víctimas.
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El presidente Ramaphosa, que se desplazó al terreno por primera vez desde el inicio de la violencia el 9 de julio, dijo desde Durban, el gran puerto de Kwazulu-Natal, que los instigadores de esta violencia serán perseguidos.
“Fueron provocados, hay personas que los planearon y coordinaron. Las procesaremos, hemos identificado un buen número de ellas, no permitiremos la anarquía y el caos” en el país, dijo Ramaphosa.
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La policía sudafricana investiga a 12 sospechosos de estar detrás del estallido de violencia de los últimos días. El jueves, el gobierno anunció que “una de esas personas ya había sido detenida y se había reforzado la vigilancia de las otras 11”.
Los primeros incidentes estallaron la semana pasada al día siguiente del encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma, condenado a 15 meses de prisión por desacato a la justicia y originario de Kwazulu-Natal.
Rápidamente se extendieron al área metropolitana de Johannesburgo, en medio de un desempleo desenfrenado y nuevas restricciones para combatir la pandemia de COVID-19.
Funcionarios de la salud sudafricanos, al igual que la Organización Mundial de la Salud (OMS), expresaron su preocupación de que las recientes manifestaciones y saqueos masivos en los centros comerciales, causen un pico de contaminación.
Sudáfrica atraviesa una tercera ola terriblemente mortal, alimentada por la contagiosa variante Delta del coronavirus. Es el país africano más afectado por el COVID-19 con 2,2 millones de casos y casi 66.000 muertos.
“Estábamos abrumados”
Durante esta primera visita al epicentro de la crisis, una de las más graves desde el fin del apartheid, el presidente aseguró que estuvo en contacto permanente con los funcionarios de la provincia y los responsables de la policía.
“Podríamos haberlo hecho mejor, estábamos abrumados por la situación”, admitió, respondiendo a las críticas a la acción del gobierno.
Pero esta situación “podría haber sido mucho peor”, si la policía no hubiera estado allí, afirmó.
El presidente prometió que hasta 25.000 soldados, diez veces más que al comienzo de la semana, serán desplegados para asegurar la relativa calma. Hasta la fecha, más de 2.500 personas han sido detenidas, según el último balance.
Llegado en helicóptero al suburbio de Alexandra, al norte de Johannesburgo, el comandante del ejército Rudzani Maphwanya prometió que no permitirá a nadie “desafiar la autoridad del Estado”.
Los disturbios afectaron las cadenas de suministro y transporte e hicieron temer por una escasez de alimentos y productos de primera necesidad. Pero la ministra de Agricultura Thoko Didiza pidió no entrar en pánico.
“Tenemos suficientes reservas alimentarias en el país”, afirmó.
En Durban, sin embargo, se seguían formando colas en supermercados, cuyos clientes echaban en falta pan.
En Johannesburgo, en pleno invierno austral, continuaban las tareas de reparación y limpieza. Los destrozos son considerables y muchos de los comerciantes afectados no disponían de seguro.
En Kwazulu-Natal, la situación era más inestable, sobre todo en Phoenix, cerca de Durban, donde 20 hombres murieron esta semana en un contexto de fuerte tensión racial.
La comunidad india está acusada de haberse tomado la justicia por su mano contra los presuntos vándalos fallecidos, todos negros.
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