El presidente brasileño Jair Bolsonaro y su rival de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva se preparaban el lunes para otras cuatro semanas de intensa campaña en un país profundamente dividido, ya que la inesperada fuerte votación del mandatario derechista perfiló una disputada segunda vuelta el 30 de octubre.
Los analistas observan el escenario con mayor precaución y reparan en que será una contienda “muy reñida”.
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Lauro Jardim (O Globo)
No hay que andarse con rodeos: Jair Bolsonaro llega en una posición privilegiada a la segunda vuelta. Venció el descrédito de sus propios aliados, que ya empezaban a abandonar el barco. Se impuso a los institutos electorales tradicionales, que no detectaron el “voto vergüenza” del presidente. Y sorprendió al PT que ya se estaba repartiendo los ministerios en un gobierno de Lula que empezaría a constituirse a partir de hoy.
Marco Antonio Carvalho Teixeira (Folha de S. Paulo)
Y Brasil comienza la carrera hacia la segunda ronda. Luiz Inácio Lula da Silva (PT) y Jair Bolsonaro (PL) van al choque decisivo con una pequeña ventaja numérica para el ex presidente, pero que sigue revelando un país completamente fracturado por una rivalidad que promovió una violencia política sin precedentes en tiempos de democracia.
La carrera presidencial en los tres estados más poblados, dos sin segunda vuelta (Mina Gerais y Río de Janeiro), y uno con (San Pablo), será crucial para definir esta etapa final.
Oliver Stuenkel, profesor en la Fundación Getulio Vargas (FGV)
Aunque Lula ganó la primera ronda por un margen menor del esperado, sigue siendo el favorito en la segunda vuelta. Desde la democratización, todos los candidatos que han ganado la primera ronda han pasado a ganar la segunda, y Bolsonaro tendría que hacer una remontada histórica para ganar la reelección, lo cual no es imposible, pero sí poco probable. Sin embargo, para asegurar la victoria en la segunda vuelta, es de esperar que Lula intensifique sus esfuerzos para llegar a los centristas. Si gana, el Partido de los Trabajadores (PT), y en particular el ala izquierda del partido, tendrá mucha menos influencia que durante su gobierno de 2003-2010.
Merval Pereira (O Globo)
El país que sale de las urnas es totalmente diferente de lo que mostraban las encuestas y, sobre todo, de lo que parecía indicar el rechazo del presidente. El bolsonarismo mostró una fuerza mucho mayor de la que imaginaban los del otro bando político. El sueño de que Lula ganara en la primera vuelta se ha convertido en una pesadilla, y la diferencia entre ambos está en el margen de error, lo que hace que la segunda vuelta sea indefinida. Por primera vez en los últimos tiempos no hay un candidato favorito para la segunda vuelta, y Bolsonaro reforzó su representación en el Senado.
Brian Winter (Americas Quarterly)
El resultado fue una sorpresa, pero respiremos profundamente y veamos el panorama general. Lula sigue siendo el favorito en esta carrera después de terminar por delante con 6 millones de votos. Es probable que reciba el apoyo de la tercera clasificada, Simone Tebet, que obtuvo el 4% de los votos, y que se lleve la mayoría de los votos de Ciro Gomes, que obtuvo el 3%. Lula no tendrá más remedio que acercarse al centro ahora, y eso es una buena noticia para la economía y los mercados financieros de Brasil.
Dicho esto, será una segunda vuelta muy competitiva, que pondrá en tensión a la democracia brasileña y probablemente dejará cicatrices duraderas. Estos dos hombres, y sus partidarios, se odian de verdad. Con un margen tan estrecho, aumentan de nuevo las probabilidades de que Bolsonaro declare fraude si pierde el 30 de octubre y de que algunos de sus partidarios salgan a la calle para intentar anular el resultado.
Bernardo Mello Franco (O Globo)
La ola del voto útil murió en la playa. Lula confirmó su ventaja en las encuestas, pero no consiguió el impulso final para ganar en la primera vuelta. Ahora se enfrentará a un oponente revitalizado por su rendimiento en las encuestas. Jair Bolsonaro llegó a liderar el recuento hasta poco después de las 20 horas. Los votos del noreste aún no se habían contabilizado, pero la imagen del capitán en primer lugar devolvió el ánimo a sus tropas.
Hélio Schwartsman (Folha de S. Paulo)
Las segundas vueltas son siempre una continuación de la primera y, aunque Bolsonaro lo hizo mucho mejor de lo que sugieren los principales institutos de investigación, Lula sigue siendo el favorito. El ex presidente no lo hizo mal. Con el 48,43% de los votos válidos, se quedó a sólo 1,57 puntos porcentuales de liquidar la cuenta el domingo. De las elecciones presidenciales brasileñas que han pasado a una segunda vuelta, sólo en una el resultado del primer clasificado ha sido mejor, y aún así sólo por un amplio margen. En 2006, el propio Lula terminó la primera votación con el 48,61% de los votos válidos.
Thomas Traumann (O Globo)
La ventaja de casi 6 millones de votos del ex presidente Lula sobre el presidente Jair Bolsonaro en la votación del domingo apunta a una segunda vuelta muy reñida. En las seis contiendas presidenciales que han pasado a la segunda vuelta nunca se han producido vuelcos, pero la menor diferencia respecto a las previsiones de los sondeos impide una afirmación categórica.
Laura Karpurska, economista y profesora en Insper
El ex presidente Lula aún tiene posibilidades de ser elegido presidente en la segunda vuelta. Pero no será un camino fácil. Tiene que hablar a los mercados financieros –donde los participantes, en encuestas informales, indican una preferencia por mantener a Bolsonaro en la presidencia– y a los votantes indecisos sobre qué camino y qué tipo de políticas piensa seguir. Mirar al pasado para imaginar el futuro, como sugiere su jingle de campaña, no será suficiente. Lula deberá tener claro quiénes formarán parte de su equipo económico y las alianzas políticas que podrían llevarle a captar a los partidarios de Simone Tebet (4,16% de los votos en la primera vuelta) y Ciro Gomes (3%).
La principal conclusión de la primera vuelta de las elecciones en Brasil es que la derecha se centró más en la ideología que en la economía, y está más organizada que la izquierda.
Malu Gaspar (O Globo)
Lula ya ha demostrado en varias ocasiones que es hábil para hacer alianzas y ceder el poder cuando es necesario.
Ahora, sin embargo, se enfrenta a un bolsonarismo impulsado por las encuestas, con fuertes plataformas en los dos principales centros electorales de Brasil, San Pablo y Minas Gerais, y una tropa de diputados y senadores electos haciendo campaña por él en todo el país.
Lula también se enfrenta a la máquina aceitada por el presupuesto secreto y de nuevo movilizada por la perspectiva de permanecer en el poder. Es difícil saber a cuántos de los votantes más pobres se les puede seguir convenciendo de que cambien su voto a base de ayudas y enmiendas.
Todo indica que un factor que Lula y sus aliados subestimaron en esta elección –el antipetismo– también marcó una gran diferencia.
Clara Ferreira Marques (Bloomberg)
Oficialmente, el expresidente izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva ganó el domingo la primera vuelta de la tensa carrera presidencial brasileña, con el 48% de los votos. En realidad, el actual mandatario, Jair Bolsonaro, fue el que se alzó con la victoria, superando los pronósticos de las encuestadoras e impulsado por el éxito de varios aliados clave en el Congreso y la Gobernación, que demostraron el resistente apoyo a su plataforma de extrema derecha. En términos absolutos, obtuvo más votos que hace cuatro años, cuando acabó triunfando como un improbable outsider.
El inesperado éxito de Bolsonaro sugiere que el camino hacia la segunda vuelta del 30 de octubre será accidentado. E incluso si es derrotado, como todavía parece probable dadas las altas tasas de rechazo entre los votantes, parece que el bolsonarismo llegó para quedarse.
Vera Magalhães (O Globo)
El escenario le da a Lula algunos mensajes. La primera es que el antibolsonarismo no resultó ser tan fuerte como el antipetismo, como se había imaginado. Esto es algo que no sólo los institutos, sino también nosotros en la prensa, no hemos notado.
La segunda es que ya no será posible que Lula se limite a prometer que repetirá lo que hizo cuando fue presidente, sin dejar claro qué pretende hacer en materia económica y con quién gobernará.
Bolsonaro llega “agrandado” en la segunda fase de la campaña, y con un equipo de derecha más ideológico elegido y dispuesto a hacer campaña con vehemencia por él.
LA NACION